A pesar de haber sido nombrada patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por Unesco, aún se lucha por institucionalizar la danza.
Si algo caracteriza a Huancavelica es la danza de tijeras. Es uno de los pocos departamentos del Perú donde hay semilleros de danzantes y, aunque en su mayoría hayan nacido de iniciativas particulares, junto con Junín, Apurímac y Ayacucho mantienen viva esta tradición cultural que se inició en tiempo precolombino.
Los danzantes eran considerados brujos, chamanes, seres mágicos capaces de calmar la furia de los Apus. Eran los intermediarios entre las divinidades andinas y los seres mortales. Precisamente esto, los hizo objeto de persecución durante la evangelización española en la época colonial. De ahí viene la creencia de que son personajes que han pactado con el demonio para tener poderes sobrenaturales.
Ismael Damián, conocido como Apu Sitaq en el mundo del ‘danzaq’, comenta que esta relación entre los danzantes y las fuerzas naturales que los rodean (cerros, lagunas, nevados) se mantiene porque de ellas se toma energía a la hora del baile. Conocido como ‘pagapu’, el ritual contempla hacer un clamor a la madre tierra, a los tayta huamanis y a los apus.
¿En que consiste esta ceremonia de la danza?
En esta ceremonia el danzante ofrece vino blanco, hojas de coca, cigarros y un ramo de clavel. Según explica Apu Sitaq estos elementos representan el vigor que esperan obtener y compartir con las divinidades que rigen el mundo andino.
“Antes de salir a una competición hacemos un ‘pagapu’ a la pachamama, al pachasol, al tayta huamani, a los apus y a las lagunas porque son los dioses de los danzantes”, dice el danzante. Explicó que entre los elementos que ofrecen están El clavel que sirve para “sobresalir ante nuestros adversarios, la coca y el vino es para que nos dé fuerza y valor”.
Faltan escuelas profesionales de danzantes
A pesar de haber sido nombrada como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por Unesco, la danza de tijeras no cuenta con semilleros especializados en el interior del país.
Huancavelica no cuenta con una escuela de danzantes, y los que existen en la provincia han sido alumnos de otros danzantes. Se pasa el legado de mano en mano, aunque Apu Sitaq dice que sería necesario que haya una escuela para poder institucionalizar el aprendizaje de esta danza.
Sin lugar a duda esto haría que florezcan nuevos danzantes, y genere un interés mayor en jóvenes huancavelicanos. Actualmente los interesados en aprender esta danza buscan a un danzante experto para que los guíe en el camino del ‘danzaq’. Solamente los más aptos, capaces de desarrollar la destreza física necesaria para ser danzante de tijeras, serán investidos con las famosas láminas de acero que dan nombre a este baile.
(FUENTE. elcomercio.pe)
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