Cuenta Enrique Buleo que en La Mancha hay “un gusto por lo kitsch mezclado con lo absurdo y aderezado con lo macabro”. Un humor negro muy loco que “se da mucho en las zonas rurales de Cuenca, Ciudad Real y Albacete y que, en el fondo, tiene muchísima gracia”.
Pedro Almodóvar o José Mota han cultivado ese humor tan particular. Y ahora le llega el turno a Buleo, que es natural de Villanueva de la Jara, un pequeño pueblo del sur de Cuenca, y ha crecido rodeado de esa socarronería que arremete por igual contra vivos y muertos.
Bodegón con fantasmas , la ópera prima de Buleo, que llega hoy a las pantallas españolas, rebosa de ese sentido del humor por todos los poros. Es una cinta de sketchs, de historias cortas, que aún siendo individuales, se entrelazan.
“Un día me di cuenta de que en muchas de las cosas que tenía escritas había puntos comunes como la muerte, la necesidad de trascenderla o los fantasmas y sentí que con ese material podía rodar una película episódica”, explica el realizador en un charla con La Vanguardia .
Pero rodar no fue nada fácil para un chico de Villanueva de la Jara hijo de agricultores quien, pese a haber estudiado Bellas Artes, vivía ajeno al mundo del cine. Y sin embargo, había muchas cosas a su alcance que podía ser muy útiles para un cineasta en ciernes. Su pueblo era el escenario ideal. Y muchos de los vecinos, incluidos sus padres, los posibles protagonistas.
Aún así, Buleo tiró de ambición y mezcló a esos actores naturales con otros profesionales. También rodó en otras localidades de Castellón y Valencia. Y consiguió que el Festival de Sitges escogiese su Bodegón con fantasmas para participar en la sección oficial en la última edición del pasado mes de octubre.
Las idas y venidas de espectros y fantasmas en las calles de un pueblillo de La Mancha cuyos habitantes perciben el más allá y lo sobrenatural como el pan nuestro de cada día encandiló a la crítica.
Ahora, esta cinta que “combina elementos de género con la comedia y el cine de autor, que siempre invita a la reflexión,” tendrá la oportunidad de pasar por el examen del público en las salas. La risa está servida.
(FUENTE: lavanguardia.com)
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