Los cuernos de narval fueron antiguamente guardados religiosamente, ya que se los consideraba cuando eran encontrados en alguna costa, cuernos del unicornio, y sus propiedades mágicas eran portentosas para quienes lograran hacerse de uno.
Los primeros estudios científicos apuntaron que el colmillo del narval, que vive en mares polares, le servía para perforar las capas de hielo y hacer respiraderos, algo que la observación desechó. Hipótesis posteriores apuntaban a la localización de presas en el fondo marino, como arma de defensa, mecanismo de enfriamiento e inclusive como ecolocalizador a través de sonidos.
Cuando la biología marina se desarrolló, la conclusión generalizada fue que tenía algo que ver con el celo y la reproducción, aunque la idea más difundida, -que usaba el colmillo como una espada para pelear con otros machos- tampoco se vio respaldada por la realidad.
En definitiva todo tenía que ver con el sexo del narval
Un trabajo científico publicado en “Marine Mammal Science” de este mes, concluye finalmente que hay una relación directa entre la masa testicular del narval y la longitud del cuerno. Los narvales que tienen el colmillo más largo, ejercen mayor atracción sobre las hembras, según mostraron cientos de observaciones realizadas para los científicos por los esquimales. Los esquimales ostentan el privilegio de poder cazar narvales –protegidos con la categoría de máximo peligro por el CITES- y realizaron una pesquisa en 1997 y 2008, donde medían los genitales y el cuerno.
La estadística mostró que cuanto más grandes los testículos, mayor el cuerno, por lo que los biólogos entienden que las hembras reconocen a los machos que pueden ser más fértiles de manera rápida y sin complicaciones extraordinarias.
(FUENTE: lr21.com.uy)
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