Tabaco humeante, repicar de tambores, mucho aguardiente, velas, bustos de vírgenes y santos católicos o africanos: es el ambiente en Sorte, la montaña selvática epicentro de la creencia espiritista y santera, en auge en Venezuela.
Ubicado en el estado Yaracuy (oeste), Sorte es lugar de peregrinación para espiritistas, santeros, comerciantes y curiosos de los cultos autóctonos y afrocaribeños a figuras como caciques indios, santos católicos o próceres libertadores.
Pero es el culto a la diosa María Lionza lo que origina que cada 12 de octubre -el día de la Resistencia Indígena en Venezuela- miles de creyentes tributen su imagen india, representada en el cuerpo de una mujer subida a una danta -símbolo de la abundancia de la naturaleza- para que les provea de bienestar.
Su respeto y veneración en Venezuela es tal que una escultura hecha en 1951 por Alejandro Colina se ubicó en la principal autopista de Caracas, y se considera como parte del acervo cultural de la capital y sus habitantes.
"María Lionza más que un mito o leyenda es un ser vivo, la madre de la naturaleza. Es la diosa de la Montaña", señala Carlos Raúl Moreno, un médico integral y espiritista que viste una tradicional pañoleta del culto y viaja desde hace más de 20 años a Sorte.
Tras décadas de permanecer opacadas por el catolicismo o el evangelismo, la santería y el espiritismo viven un auge en Venezuela, apoyándose en la necesidad de quienes buscan protección física o prosperidad en una de las sociedad más violentas del mundo y sumida en una crisis de inflación y escasez.
"En tiempos de incertidumbre se tiende a buscar el pensamiento mágico como protector de los grandes vacíos", explica a la AFP Mercedes Pulido de Briceño, psicóloga social.
"Ahora hay mucho 'new age'. Es el apoyo en elementos externos y creo que eso en parte evidencia la ausencia de rumbo", agrega.
- Sincretismo autóctono -
El libro "De que vuelan, vuelan", de la antropóloga Michaelle Ascencio, indica que la religión de María Lionza -a la que el salsero panameño Rubén Blades le dedicó un tema- "es de éxtasis (con trance o posesión)" en la que "los dioses se posesionan del cuerpo del creyente" para aconsejar o sanar.
Pero dentro del imaginario místico venezolano, la santería cubana de origen africano ha crecido e impuesto los siete "orishas" o deidades africanas (Obatalá, Orula, Shangó, Ogún, Eleguá, Ochún y Yemayá) como las más poderosas.
A estas potencias se asocian sincréticamente imágenes católicas como el Niño de Atocha o Santa Bárbara, que representan también a Eleguá y Shangó.
Para Pulido de Briceño, la expansión de la santería -presente en Venezuela y el Caribe desde la década de 1960- tiene mucho que ver "con la presencia cubana, que ha sido una influencia" creando además un vínculo con religiones que son "de grandes compromisos, que exigen mucha lealtad a sus padrinos" o tutores espirituales.
A ello agrega que estos cultos han prosperado "por un modelaje" que viene dado por "los elementos mágicos en el discurso oficial".
Según Ascencio, la difusión de la santería -que apareció en la época colonial en Cuba, a la par que el candomblé en Brasil- se debió "a la emigración de sus devotos" desde la isla antillana hacia Miami en Estados Unidos "huyendo del régimen castrista que prohibió los cultos en la isla".
- Falsos practicantes -
Sin embargo la expansión de la creencia religiosa afrocaribeña ha promovido también la decadencia de algunos cultos, la comercialización y la aparición de charlatanes y falsos practicantes en Sorte, afirman varios "maestros" espiritistas.
"Las cosas han ido cambiando, y ahora es más espectáculo que esencia viva del espiritismo", advierte Moreno sobre los viajes a Sorte o el llamado Baile en Candela, en el que decenas de "materias" (personas con capacidad para invocar espíritus a sus cuerpos) danzan durante la madrugada sobre carbones y brasas al rojo vivo, en una demostración terrenal del poder de esos espíritus.
"Esto ahora es muy comercial. Ha decaído y nadie hace una 'obra' (un rito de sanación) sin cobrar", lamenta también Víctor Terán Ochoa, de 50 años, ataviado con un puñado de collares y protecciones místicas, e iniciado en el espiritismo a los 8 años de edad.
Ese afán de negocios ha hecho que la entrada a Sorte esté precedida por decenas de ventas ambulantes de collares, pulseras, rosarios católicos, imágenes talladas y hasta camisas con nombres de deidades africanas, por precios que oscilan entre 50 y 600 bolívares (de 4 a 50 dólares).
En cuanto a los ritos, una 'velación' que promete liberar de malas energías a los creyentes puede costar unos 10,000 bolívares (alrededor de 770 dólares). Llevar a cabo "trabajos" para resolver complejos problemas personales o financieros puede costar decenas de miles de bolívares.
Finalmente, "coronar" un santo de la religión yoruba para convertirse en santero puede costar desde 35,000 hasta 120,000 bolívares (entre 2,700 y 9,200 dólares).
(FUENTE: s21.com.gt)
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