La colección de adeptos que se ha ganado la fatalista profecía maya sólo considera dos lugares en el mundo donde resguardarse del Armagedón previsto, dicen, para este 21 de diciembre. Uno es el pueblo francés de Bugarach, en la falda del místico monte homónimo. El otro, la pequeña villa de Sirince, al suroeste de Turquía.
Hasta hace poco este antiguo pueblo de griegos, con casitas blancas, bello paisaje y famosos vinos afrutados, era refugio de no más de 600 personas. Pero debido al presunto Apocalipsis precolombino se espera que lleguen hasta 60.000. La antesala de su fin del mundo es ya caótica: Sirince tiene 400 camas de hotel. Y todas reservadas.
Es por eso que los primeros en saludar el Armagedón han sido los hosteleros. Un dormitorio en Sirince valía hace unos meses entre 100 y 500 liras turcas (entre 43 y 210 euros). A fecha de hoy, sobrevivir al fin del mundo junto a la lumbre y tomando deliciosos efluvios de Baco puede llegar a costar unos muy apocalípticos 2600 euros.
Los vendedores de Sirince también están encantados con el ocaso del planeta. "No creo en estos rumores. Pero cuanta más gente, más ventas", concluye Ibrahim Kataç, un ciudadano local, según el periódico turco 'Hurriyet'. Engin Vatan cuenta a este medio que llevaban años sin recibir apenas visitas internacionales durante estas fechas.
Esta vez será distinto. Cerca de tres mil medios de comunicación procedentes todo el mundo, además de los domésticos, anuncian su aterrizaje en este pueblecito abrazado por los viñedos. La policía prepara un despliegue de seguridad para mantener el control durante la espera del cacareado hasta la náusea 'fin de los tiempos'.
Por eso hay oriundos del lugar que se tiran de los pelos. El periódico Today’s Zaman cita a Cumhur Inal, un comerciante local. El vendedor se muestra preocupado porque la excesiva afluencia de seguidores de la profecía maya amenaza con perjudicar el reputado entorno natural de este enclave.
La mayor preocupación de todos es el caos que puede provocar un colapso de visitantes en la diminuta localidad. "Han llegado hasta aquí gente incluso de Indonesia", declara el escritor y hostelero Seva Nisanyan al medio The National. "De verdad, estoy aterrado. El mundo se puede acabar sólo con que se junten diez mil personas aquí".
El aura esotérica que envuelve el municipio surgió en la década de los ochenta. Grupos 'new age' se establecieron en el lugar, fundado tras la despoblación de la cercana Efesos. Creían que en Sirince nació Artemisa, la diosa griega de la caza y los bosques. Asimismo, aseguraban, la Virgen María ascendió a los cielos desde este rincón sureño.
Las sectas que se han acercado hasta Sirince prevén que un supuesto planeta llamado Marduk se acerque al nuestro inminentemente. Su influencia debería provocar el caos que acabará con nuestra civilización. Del que se salvarán sólo quienes, antes del día 21, logren plantar su tienda de campaña en el pueblo turco. Si queda espacio.
(FUENTE: elmundo.es)
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