La consideración de la mujer como moralmente inferior, tendente al pecado y a la seducción, era compartida por la fe católica y la protestante en la edad moderna, cuando las acusaciones por brujería, los juicios y las ejecuciones (que ya habían sido populares en la edad media) tuvieron un importante repunte en Europa.
Decenas de miles de mujeres y niños murieron quemados en la hoguera tras ser juzgados en una sociedad donde el poder judicial y el religioso no estaban separados y no hacía falta más que una sospecha para poner en duda la inclinación del distinto hacia el mal.
La Galería Nacional Escocesa de Arte Moderno, en Edimburgo, se adentra en la oscuridad de la brujería con el anuncio de su exposición más importante del 2013: Witches and Wicked Bodies (Brujas y cuerpos malignos), un extenso compendio de testimonios que ilustran la histórica fascinación del arte occidental por la brujería desde el siglo XVI hasta ahora.
Procesos y muertes
Prevista para el 27 de julio, la gran muestra reunirá obras de los últimos 500 años, con sorprendentes ejemplos de maestros como Alberto Durero, Lucas Cranach, Francisco de Goya, John William Waterhouse y William Blake. La selección incluirá también interpretaciones recientes del siglo XX y la actualidad con trabajos de Paula Rego, Kiki Smith y Edward Burra.
En el recorrido por los diferentes aspectos de la brujería en el arte, son destacables los grabados y dibujos de los siglos XVI y XVII que documentan los procesos y las muertes. El nacimiento y la popularización de la imprenta dio a los artistas de diferentes países un medio para compartir ideas, mitos y miedos sobre las brujas. La exposición incluye grabados de Durero y de Hans Baldung Grien y de autores algo posteriores como Bruegel y Gheyn.
Ancianas y mujeres hermosas
Cuadros oscuros de misas negras, ejemplos del desarrollo de la imagen actual de la anciana volando en una escoba... La muestra contrapone la sórdida fealdad de las brujas, que ilustró Goya en varias ocasiones, con visiones de mujeres hermosas involucradas en actos demoniacos como las que imaginaron Frans Francken El Joven en El Sabbath de las brujas (1606) y el prerrafaelita John William Waterhouse en El círculo mágico (1886).
Las tres brujas de Macbeth, la obra de Shakespeare, están representadas en varias ocasiones en trabajos de autores como John Martin, John Raphael Smith y John Runciman. Los ejemplos sirven de nuevo para resaltar los aspectos más extremos de la representación de las brujas en el arte.
El conjunto de imágenes desagradables y tenebrosas revelan las frecuentes actitudes negativas hacia la mujer, obligada a seguir unos rígidos patrones de conducta que eludieran cualquier sospecha de ser afín al demonio. Incluso las imperfecciones, las discapacidades físicas y la avanzada edad las podían relacionar con poderes oscuros y dañinos para el resto de la sociedad.
(FUENTE: 20minutos.es)
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