Autor: Hernán Velazco.
Cierta noche lluviosa de mayo del año 1998, Esteban González, persona a quien por supuesto tuvimos que ponerle un nombre ficticio, iba en su modesto vehículo modelo Chevrolet Chevette por la avenida Libertador de Ciudad Bolívar. Justo al frente de la denominada Casa de Piedras, también conocida por algunos como “La Casa del Diablo”, su carro se apagó de forma inexplicable. En ese momento el joven decide bajarse para verificar que estaba pasando, al parecer no era nada grave ya que el auto encendió nuevamente sin ningún problema. Sin embargo González se sintió extrañado al escuchar aullidos de perros dentro de la mencionada casa, junto a un olor pestilente de características inexplicables situación que lo dejó conmocionado, pues sintió la presencia de algo “extra normal” en el lugar.
Cierta noche lluviosa de mayo del año 1998, Esteban González, persona a quien por supuesto tuvimos que ponerle un nombre ficticio, iba en su modesto vehículo modelo Chevrolet Chevette por la avenida Libertador de Ciudad Bolívar. Justo al frente de la denominada Casa de Piedras, también conocida por algunos como “La Casa del Diablo”, su carro se apagó de forma inexplicable. En ese momento el joven decide bajarse para verificar que estaba pasando, al parecer no era nada grave ya que el auto encendió nuevamente sin ningún problema. Sin embargo González se sintió extrañado al escuchar aullidos de perros dentro de la mencionada casa, junto a un olor pestilente de características inexplicables situación que lo dejó conmocionado, pues sintió la presencia de algo “extra normal” en el lugar.
“Se me erizó la piel, yo siempre he escuchado hablar de la leyenda, pero no llegue a creer en esa historia, hasta que me pasó eso”, fueron las palabras de este ciudadano, aun todo atónito.
Este es solo uno de los tantos relatos surgidos en la población bolivarense entorno a la Casa de Piedras, también conocida como “La Casa Embrujada” o Casa del Diablo”, lugar que nunca nadie ha podido habitar desde aquel fatídico día de 1968, cuando se supo que en el patio yacía un cementerio improvisado de niños y perros.
La Casa de Piedras se encuentra situada en la avenida Libertador de Ciudad Bolívar. Su estructura denota que la construcción obedece a influencias europeas. Parte de sus paredes son echas con rocas, así como el paredón perimetral. En su interior tiene una especie de chimenea y se observan algunos rasgos de su pasado misterioso en todas sus áreas pletóricas de manchas extrañas y peculiares, similares a los castillos surgidos de una película de terror o el claustro de una abadía abandonada.
Sus puertas son de metal y madera que ante los embates del tiempo, siguen conservando su aspecto originario. Está rodeada de maleza seca, algo extraño tomando en cuenta que estamos en época de invierno y cualquier formación vegetal florece ante la llegada de las lluvias. En la parte trasera hay un frondoso árbol de mango de origen muy antiguo, quizás el único testigo que aún sobrevive a los hechos por demás terroríficos y funestos ocurridos en ese lugar.
Algo maligno
Desde hace algunos años se encuentra esta vivienda completamente abandonada. Se cuenta que ninguna familia ha podido quedarse en el lugar y los que han intentado hacerlo, no duran ni una semana. El motivo sigue siendo un misterio rico de relatos tenebrosos, muy conocidos por la colectividad bolivarense, en especial por los mayores de 60 años.
La verosimilitud de que existe algo maligno y extra normal que rodea los espacios de esta estructura antigua, se solidifica ante los numerosos relatos de personas que dicen haber tenido una experiencia tenebrosa cuando pasan por frente de la casa, o quien trata de habitarla.
Estas experiencias son reales, no obstante las personas que consultamos para estructurar el presente trabajo periodístico, se negaron a ofrecer su identificación sin argumentar tal acción, algo que es respetado.
Origen de la leyenda
Se conoció a través de una exhaustiva investigación que a mediados de los años 60 la Casa de Piedras era habitada por un hombre de aspectos muy peculiares. De estirpe trinitaria, medía como 1,90 de estatura y se dice que siempre utilizaba como vestimenta atuendos fúnebres y extravagantes.
Su presencia en la ciudad de aquellos años sobresaltaba a cualquiera, en especial por su idolatría irracional a los perros de linaje rottweiler y doberman. Siempre caminaba por las calles junto a varios ejemplares de esas razas caninas y utilizaba un sombrero negro de sobresaliente tamaño.
Fue en ese entonces cuando se empezaron a reportar la extraña desaparición de niños y niñas menores de 10 años. La Policía inició las averiguaciones hasta llegar al lugar en mención: La Casa de Piedras. En el año 1968 se descubrió detrás de la estructura un cementerio de niños y perros en fosas comunes, dentro de la vivienda funesta se encontraron símbolos de sectas satánicas y la llamada “Biblia Negra”, cuyas escrituras son las leyes del maligno y sus desaforados seguidores.
El inquilino de la casa y presunto responsable de estos hechos desapareció misteriosamente. Desde ese momento se empezaron a registrar situaciones aterradoras en la “Casa del Diablo”.
Experiencias paranormales
A mediados de los años 70, la estructura es ocupada por una modesta familia bolivarense integrada por una pareja con dos hijos. Cuentan los testigos principales de estos acontecimientos que cuando se disponían a dormir, se escuchaban aullidos de perros y cadenas arrastrando por las afueras de la casa. A la primera impresión decidieron no tomar como grave tales hechos, sin embargo al quinto día en la casa, cuando la pareja se disponía a tener intimidad, la cama fue movida con una fuerza sobrenatural e inexplicable. Al día siguiente desocuparon la vivienda sin pensarlo dos veces.
Otro de los tantos relatos surgidos entorno a la Casa de Piedras se origina a principio de los años 90, en esa época el Ejecutivo Regional decide recoger a un grupo de indígenas que deambulaban en las calles de la capital regional para meterlos en la estructura abandonada, entregándoles ademas recursos para su sustento diario. Los aborígenes duraron solo una noche en el lugar. Cuentan que a altas horas de la madrugada salieron corriendo por plena avenida pidiendo ayuda. Uno de los nativos, quien dominaba mejor el español, relató que en el patio de la vivienda vieron el espectro de una mujer alta, vestida de blanco y con ojos como dos brazas encendidas, cuyos pies nunca pisaron el suelo y caminaba haciendo un ruedo similar a huesos chocando. Estos son quizás los hechos más escalofriantes ocurridos en el lugar desde su construcción.
El por que suceden este tipo de acontecimientos en ese lugar sigue siendo un misterio pletórico de situaciones espeluznantes. En nuestros días la Casa de Piedras sigue abandonada y soportando los embates del tiempo, con un aspecto taciturno y fúnebre que atemoriza hasta al más valiente que pase a altas horas de la noche por esa zona de la capital regional.
Lo que dice la iglesia
Ángel Tomedes párroco de la Catedral de Ciudad Bolívar al ser consultado sobre el tema expuesto en el presente reportaje, reconoció la veracidad de los relatos ocurridos entorno a la Casa de Piedras. El trabajador eclesiástico dijo, “cuando se invoca al maligno y se le rinde culto en un lugar determinado, evidentemente que en ese sitio queda la presencia de los demonios y eso ocurre por que en ese lugar se le hacía culto a satanás”. Ante la pregunta de que si estaría dispuesta la iglesia en bendecir la “Casa Embrujada”, el párroco manifestó, “no está en los planes del catolicismo regional ir a enfrentar los males existentes en ese espacio ocupado por energías sobrenaturales, es mejor no ocuparlo y dejar todo como está”.
(FUENTE: nuevaprensa.com.ve)