La comunidad campesina de Corosha ha bautizado como “Paddy” al oso andino de coloración dorada que por primera vez ha sido captado por una cámara trampa en una zona montañosa de la región Amazonas.
Su nombre se debe a su parecido con el famoso personaje de ficción del cuento Un oso llamado Paddington que llegó hasta Londres desde “los oscuros bosques de Perú”, según dice el relato.
El también llamado Oso Dorado (Tremarctos ornatus) pertenece a la especie del oso andino u oso de anteojos, pero se diferencia del resto de la población por su color: los osos andinos son negros y este individuo es marrón.
Esta especie es la única de úrsidos que habita en Sudamérica, desde Venezuela hasta el norte de Argentina pasando por Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia y actualmente figura en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
El Tremarctos ornatus también llamado oso sudamericano o ucumari sufre amenazas relacionadas principalmente con actividades humanas y está considerado como ‘vulnerable’ por la UICN. Es decir que, de agudizarse las amenazas, se podría sumar a la lista de especies en peligro de extinción.
Según Carlos Jiménez, coordinador científico de Yunkawasi, una organización que se dedica a la protección de la biodiversidad en la región Amazonas, este oso dorado ha sido visto en más de una ocasión dentro del Área de Conservación Privada Hierba Buena-Allpayacu, de la comunidad campesina de Corosha. Hasta ahora, solo se ha observado a un individuo con ese pelaje.
En la fanpage de Yunkawasi se puede observar a Paddy acercándose a la cámara e incluso, parece que jugara con ella.
La bióloga Jessica Amanzo, miembro del grupo de especialistas de osos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), dice que la diferencia de color en esta especie es poco común y que se trataría de una variación genética.
“Puede tratarse de un gen recesivo, como sucede con los ojos verdes y azules, que solo se presenta cuando se unen dos individuos de una especie que tienen este gen”, explica la bióloga. No obstante, precisa que se han hecho muy pocos estudios en los osos de anteojos.
Amanzo aclaró que existen otras especies que también presentan diferencia de color como ocurre con las ardillas y algunos jaguares. En cuanto al llamado oso dorado, se presume que esta variación genética recae solo en el color, ya que el resto de su estructura es de un oso de anteojos tal y como los conocemos.
La experta duda que se trate de albinismo, puesto que los ojos de Paddy no tienen variación con relación a los otros de la misma especie, como sí sucede con el albinismo. Podría entonces tratarse de leucismo, una particularidad genética debida a un gen recesivo, que da un color blanco al pelaje o plumaje de los animales.
Amanzo comenta que, en otros lugares, donde se distribuye la especie, la población local ha mencionado que han visto osos más claros, incluso rojizos “colorados”, pero de manera muy excepcional, en una proporción muy baja.
La expedición para encontrar a “Paddy”
Las historias sobre un el “oso dorado” se cuentan desde hace varios años. La gente de la comunidad mencionaba que había visto un individuo de este color. Luego, un equipo de Yunkawasi que salió a observar aves lo vieron merodeando y lograron hacer fotografías, pero a una gran distancia.
Con esta información, en el año 2016, se organizó una expedición con el fotógrafo conservacionista Michael Tweddle para encontrar al oso dorado y se logró tomar fotografías muy cercanas.
“El oso de anteojos de Perú siempre fue un misterio, un animal difícil de encontrar y más aún de fotografiar en forma silvestre. Después de años de búsqueda, me encontré en un solo día con cinco de ellos”, relata Tweddle sobre esta expedición.
El fotógrafo de vida silvestre relata cómo fue su encuentro con Paddy. “Hubo uno en especial. Este no era un oso de anteojos negro común. Estaba frente de un auténtico y desconocido oso de anteojos andino dorado. Gracias a este hallazgo, los habitantes de la comunidad de Corosha están orgullosos de tener a un oso de anteojos único en su especie y lo han adoptado como símbolo vivo de protección y conservación”, escribió Tweddle luego de fotografiarlo.
Después de esta expedición —cuenta el coordinador científico de Yunkawasi— se instalaron seis cámaras trampa en la reserva para observar la fauna que habita esta zona como el mono choro de cola amarilla ( Lagothrix flavicauda) y el mono nocturno (Aotus), que son endémicos, así como diversas aves y por supuesto, el oso de anteojos.
La sorpresa se la llevaron en setiembre de 2017, cuando revisando las imágenes captadas por las cámaras trampa, apareció, en primer plano, el llamado osito Paddy.
“La comunidad está orgullosa de Paddy e incluso lo han adoptado como símbolo del escudo de la comunidad”, menciona Jiménez. Agrega que quizá Michael Bond, el escritor que inmortalizó al Oso Paddington, no creó un personaje netamente ficticio, pues quizá tuvo referencias de un oso de ese color que habitaba en los bosques peruanos.
Especie en riesgo
El oso andino está catalogado como vulnerable según la UICN. La última evaluación de la especie que figura en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN, del año 2017, señala que Venezuela ha mostrado la mayor pérdida de hábitat, de hasta 70 %. En cuanto a Perú, Colombia y Ecuador, estos se habrían reducido en 31 %, 29 % y 27 % respectivamente; mientras que Bolivia perdió un 19 %. Las causas están asociadas con las actividades humanas como la exploración y explotación de petróleo dentro de algunas áreas protegidas, la expansión de la frontera agrícola y la minería, se explica en el portal de la Lista Roja.
La bióloga Amanzo explica que se trata de una especie que se adapta a las variaciones de su medio ambiente, pero requiere de amplias áreas para satisfacer sus necesidades, de alimento y refugio. “El problema es que las personas están entrando cada vez más a áreas donde habita el oso de anteojos y al verse rodeado, el animal sale de su hábitat y es visto por los pobladores como una amenaza”.
Por esta razón, muchas veces los matan, pero también los cazan para comercializar varias de sus partes. La carne la consumen, pero sus patas y sus huesos son utilizados en medicina tradicional, pues se cree que provee de fuerza a las personas, comenta la bióloga.
En Perú, la última estimación de la especie se realizó en el año 1999, cuando se calculó en 5700 individuos de la especie. Desde entonces no se ha hecho nuevamente un estudio de la cantidad de población, ni de la especie en general. Ahora, con las nuevas tecnologías, la bióloga del UICN espera que se avance más en las investigaciones para conocer a esta especie y quizá descubrir quién es realmente Paddy.
(FUENTE: rpp.pe)
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