Esta leyenda tiene como lugar de manifestación el distrito de Magdalena, exactamente dos cuadras pasando la Avenida Brasil y casi detrás del antes Asilo-colonia y hoy Hospital psiquiátrico Víctor Larco Herrera; en ese lugar, hay una calle en curva.
Para los que pasan ahí de noche y e siente un ambiente muy cargado; para colmo, la calle en curva da a un parque que de noche y con las luces, sus árboles aparecen ante el espectador como si de figuras humanas contrahechas se tratasen.
Ya sean personas que pasan por el lugar caminando o en auto, la historia es prácticamente la misma: al ingresar a la calle de la curva, y antes de llegar a la esquina, aseguran que se oyen nítidamente gritos de una mujer.
Ni bien uno voltea, puede ver en medio de la pista a una mujer gritando y llorando con las manos levantadas: no es joven ni vieja, pero sus gritos son aterrorizantes. En más de una oportunidad, se le aparece en medio de la calle, gritando a los conductores que por ahí transitan: más de un accidente se ha reportado,… y los conductores aseguran haber realizado una maniobra de último instante, tratando de no atropellar a la mujer que gritaba en medio de la calle,…
Si uno pregunta a los serenos del distrito o a los guardias particulares, te responden: “¿que, tu tambien la viste?; todos los años no falta alguien que te cuenta que hay un señora llorando en medio de la pista y que cuando uno se le acerca desaparece y luego te empieza a seguir preguntándote a gritos por su hija,...”
Otro testimonios aseguran que una cuadra más arriba de la famosa curva es donde ocurre que, cuando uno camina solo por ahí, a veces escucha pasos a su costado (así uno este detenido), pero si volteas, escuchas un risa de mujer y de inmediato obtienes un arañón en la mano, por voltear,..
Otro testimonio recogido de dicha aparición relata que un vecino que vive en Trujillo - calle próxima a la curva-, un joven ve que una dama estaba caminando sola por la curva y se dedicó a seguirla, a silbarle y piropearla pero esta no se detenía así que decide alcanzarla y se pone a caminar a su costado, diciéndole cosas, piropeándola hasta que esta se detiene, pero sin voltear y él le dice: “tú no eres de acá, ¿a quién estas buscando?”. Ella voltea y mostrándole una cara totalmente en descomposición, le toma la mano y le hace una herida en el brazo, mientras le grita: “¡ESTOY BUSCANDO A UN VIOLADOR¡¡”, y luego desaparece, atravesando las paredes del Larco Herrera.
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