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jueves, 7 de mayo de 2009

Casas embrujadas de Chile: El Hospital de Chuquicamata



El viejo y despechado Hospital Roy H. Glover aún se yergue imponente en la parte alta de Chuquicamata (Calama), a pesar de que su rostro externo e interno ya no es el mismo. Hoy, sus interminables pasillos están llenos de escombros y piezas sueltas debido a su rápido desarme, lo que le da un aspecto triste, sombrío, incluso tétrico.

Verdad o fantasía, el hecho es que hay personas que aseguran haber visto y oído cosas extrañas los días posteriores a la desocupación de las más de 300 habitaciones del coloso que por 40 años vio millones de nacimientos y... muertes.

¿Es posible que el imponente centro asistencial de Codelco, considerado en su momento como el más moderno del Sudamérica, se esté convirtiendo en uno más de esos llamados hospitales fantasmas, tal como le ocurrió a las otroras poderosas salitreras de Humberstone, Pedro de Valdivia, Santa Laura y Chacabuco?

Quizá. Sin embargo, existe un hecho concreto: el testimonio de algunos pobladores, quienes cuentan que durante la noche el hospital es frecuentado por dos personajes traviesos, capaces de erizar los pelos al más valiente de los cristianos.

El primero de ellos, una enfermera, que según dicen se resiste a dejar el edificio donde trabajó durante años. Su persistente vocación la llevaría a realizar las más inusuales apariciones, dejando paralogizados de terror a los inocentes que tienen el infortunio de cruzarse en su camino.

El otro, un niño, un tal Sebastián, no mayor de 6 años, quien de acuerdo a la leyenda fue abandonado en el hospital por su madre después de nacer, quedando a cargo del personal, el cual hizo múltiples, pero infructuosos esfuerzos para salvarlo de una enfermedad terminal.

"Es travieso como él solo, a veces saluda desde las ventanas a los choferes de los camiones de extracción, algunos de los cuales, por lo que sé, tratan de no mirar hacia ese sector. En otras ocasiones le da por jugar con los ascensores, los cuales suben, bajan, abren y cierran sus puertas sin que nadie los active", relata un hombre, intrigado con los fenómenos que experimenta el Roy H. Glover.

¿Suben?
Una de las historias más increíbles salió precisamente de la boca de dos trabajadores de la empresa encargada de desmantelar el edificio, quienes no tienen una explicación lógica para lo que les tocó vivir.

Una noche cualquiera, dicen, tomaron la determinación de regresar al hospital, después de ver una luz encendida en el piso superior. "Más que nada por temor a dejar a algún viejo encerrado, esto queda totalmente oscuro una vez que todos se van", acotaron.

Tras ingresar al centro asistencial y pararse justo frente a la puerta del ascensor, vieron cómo éste comenzó a bajar, lentamente, prendiendo uno por uno los números de los cinco pisos.

"Ah claro, se quedó un trabajador -pensamos- y ahí nos quedamos esperando el ascensor, el cual llegó, sí, por supuesto, pero vacío, sin una sola persona. Incluso la puerta se abrió sola delante de nuestros ojos, como invitándonos a entrar. No gracias -dijimos- y nos fuimos".

Testimonios hay varios, unos se refieren a apariciones y otros a ruidos misteriosos, como quejidos, pasos, risas, llantos, fenómenos paranormales que en la actualidad instan a algunos muchachos, adolescentes la mayoría, a burlar la seguridad del recinto y adentrarse de madrugada en el oscuro laberinto, con el propósito de probar su valentía ante sus amigos.

En todo caso, después de un breve recorrido por las instalaciones del edificio que un día hinchó de orgullo el pecho de los gringos y de los mineros, no es difícil darse cuenta que sus muros efectivamente encierran un enorme misterio y cierto misticismo, que estremece el cuerpo y contrae los músculos del estómago.

1 comentario:

  1. yo vivi en chuqui y despues de 3 años de que se desmantelara totalmente el hospital se dice q los mineros que pasan po ese sector aseguran ver a un niño que les saluda

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