Historias tenebrosas se han contado desde hace mucho tiempo, referentes al Museo Nacional de Historia Natural de
Historia del museo
En 1873 el congreso chileno autorizo al Presidente Federico Errazuriz Zañartu la construcción de un palacio destinado a exposiciones en el terreno ocupado por
“Cuando Grete Mostny -la gran antropóloga, arqueóloga y fallecida directora del museo- se retiraba tarde del lugar, lo hacía con un estafeta que la auxiliaba, porque caminando en la oscuridad repentinamente chocaba con alas peludas. Eran murciélagos, porque al museo le instalaron luz eléctrica recién en
“En 1975 escuché rumores sobre la existencia de ruidos y sombras que se deslizaban en el hall central que preside la gran ballena azul”. Se le preguntó a la doctora Mostny si eran verdaderos; “de esas cosas tan raras, yo no me pronuncio”, respondió la arqueóloga. Los ruidos, según aseguran testigos, provienen de un agujero en el suelo, ubicado detrás de la cola del esqueleto de la gran ballena, que ahora está cubierto por baldosas.
“Percibimos el frío que anuncia siempre la presencia de fantasmas, porque a esos seres las bajas temperaturas les facilitan su corporización, pero no los vimos. Lo que sí sentimos fue un fuerte golpe sordo y otros ruidos cuyo origen era desconocido”, informó el investigador paranormal Andrés Barros, quien investigó la existencia de fenómenos paranormales en el museo.
Sin embargo, antiguos funcionarios que aún trabajan en el museo, insisten que aún se escuchan los ruidos y se ven sombras inexplicables en el inmenso y vetusto edificio, donde reside la enigmática momia descubierta en el Cerro El Plomo.
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