En el Museo Nacional de Historia Natural de Chile (MNHN), en la muncipio de Quinta Normal, en la zona norte de Santiago, resguardado como un hijo único, como la pieza antropológica única que es, está el niño del cerro El Plomo. Permanece en una habitación propia, dentro de una cámara fría. Sorprende el buen estado de conservación del cuerpo del niño inca, de alrededor de ocho años, que vivió en territorio sudamericano aproximadamente en 1480, previo a la llegada de los españoles a América. Se distinguen claramente sus rodillas recogidas, su rostro escondido en ellas, las múltiples trenzas en su cabeza, las uñas de sus manos y pies.
Su cuerpo fue encontrado el 1 de febrero de 1954, a 5.400 metros de altura en el cerro El Plomo, en la cordillera de Los Andes, frente a Santiago de Chile, por los buscadores de minas y tesoros Guillermo Chacón, Luis Gerardo Ríos y Jaime Ríos. Y, 70 años después, El guardián de Los Andes, un documental de coproducción chileno-peruana, estrenado el 22 de junio, recorre la historia de este niño, que fue entregado como ofrenda en un ritual inca denominado Capacocha, donde se intercala una dramatización de su posible vida con los nuevos descubrimientos científicos a cargo del Museo de Historia Natural que han ido aclarando tanto su origen como la causa de su deceso.
El documental se empezó a trabajar en 2016 y fue producido por la Facultad de Comunicaciones Universidad Católica (UC), +Imagen y Exocet Studios. “El niño del cerro El Plomo es la principal pieza bioantropológica del patrimonio chileno”, dice a EL PAÍS Fernando Garabedian, director de la pieza audiovisual. Y explica que ni para su equipo ni para los científicos que examinaron su cuerpo fue fácil acceder a él pues “cualquier daño que se produzca no se puede reemplazar”.
Por años se pensó que la causa de muerte del niño del cerro El Plomo fue la hipotermia. Pero estudios tomográficos computarizados en colaboración con la Clínica Alemana, en Santiago, y que fueron liderados por el médico radiólogo Claudio Silva, refutaron esa tesis y concluyeron que murió por un traumatismo craneal. Los especialistas creen que la lesión fue provocada por un tercero con un objeto romo en un movimiento de derecha a izquierda. Cuando recibió el impacto, el niño probablemente estaba de pie y con la cabeza gacha.
Los análisis incluyeron la técnica de la dermatoscopia, los primeros realizados a una ‘momia’ en el mundo. Y mostraron que las tinciones oscuras en el cuerpo del niño, relacionadas anteriormente con la necrosis de los tejidos, se deben a las largas caminatas por las que pasó hasta llegar al cerro El Plomo. Esta parte de la investigación, a cargo de la dermatóloga Verónica Catalán y del médico Raúl Cabrera, dio cuenta que la congelación ocurrió después de la muerte del inca.
En la ceremonia de la Capacocha se elegían a niños de diferentes localidades del imperio inca para posteriormente ofrecerlos a los dioses. Este ritual se realizaba en los cerros y creaba lazos entre los territorios, que se extendían desde el sur de Colombia hasta la zona central de Chile.
El documental, que cuenta con la narración de la baterista chilena Juanita Parra y con música incidental de Los Jaivas, también muestra los exámenes genéticos que le hicieron al cuerpo, que estuvieron a cargo de Mauricio Moraga y Constanza de la Fuente, ambos investigadores de la Universidad de Chile. La revisión del genoma del inca determinó que provenía de la zona centro-sur de Perú, cercana al lago Titicaca. Desde su territorio de origen se habría movilizado hasta el Cuzco, donde se le entregan los objetos que también serían ofrendados. Luego, en una travesía de 2.000 kilómetros por el Camino del Inca, a lo largo de seis meses, habría llegado al Cerro El Plomo.
“Los exámenes que se le hicieron son extraordinarios y fueron realizados en Chile por científicos chilenos. La ciencia ha llegado a escudriñar a este niño y conocer su vida de una forma que es bien difícil hasta en otros lados”, comenta el director del documental. Estos nuevos descubrimientos relevan la importancia de la ‘momia’ inca, dice Garabedian: “Es una ventana directa a nuestro pasado en el cual, de primera mano, podemos conocer cómo nuestros ancestros vivieron hace 500 años en esta zona, cuáles eran sus costumbres, qué enfermedades tenían, qué comían, podemos conocerlo todo”.
(FUENTE: infobae.com)
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