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sábado, 27 de diciembre de 2008

Los duendes y los teatros


Considerados como seres míticos, producto de las fantasías de nuestros ancestros por unos, o como seres elementales que coexisten con nosotros - incluso en nuestras casas-, por parte de otros, los duendes son de las criaturas más extrañas y esquivas del mundo de lo esotérico y lo insólito. Se asegura que moran en nuestros hogares, sin importar si nuestra casa sea moderna o no, y si bien en los últimos años se han reportado casos en los cuales han sido vistos, fotografiados e incluso filmados, mucha gente aún cree en que sólo podemos llegar a ver un duende en nuestras pantallas de televisión, o confortablemente sentados en una butaca de muestro cine favorito,… a estos últimos, debo decirles que sería mejor que abriesen bien los ojos, ya que al apagarse las luces en la sala de cine,… no es raro encontrarse cara a cara con uno de ellos,...


Si bien poco lo que de este tema se ha escrito, los testimonios son abrumadores: no son pocas las personas de reputación y credibilidad, que han visto a una de estas escurridizas criaturas, deambulando en cines y teatros. Tratando de investigar sobre el tema, nos topamos con un enorme vacío: no existe, entre los investigadores que han catalogado por décadas cada una de las especies de duendes, alguna de ellas que sea vinculada exclusivamente con los teatros; la referencia más aproximada es la referente a los “duendes familiares”, los cuales gustan de la compañía humana y viven en nuestras casas, generalmente sin que les detectemos.


Un caso emblemático yo pude recoger, durante mis años de universidad: en 1993, la Escuela de Artes de la Universidad Nacional de San Agustín, realizó -y no con poco esfuerzo-, la ópera “Elixir de Amor”, obra lírica de Gaetano Donizetti, la cual fue la primera presentación de una ópera en nuestra ciudad, después de más de 40 años.


En aquellos años yo estudiaba en aquella Escuela, y formé parte del equipo escenográfico que preparó los implementos y escenario para la puesta en escena; tras una semana de preparativos, todo estaba listo: era la noche del 14 de diciembre, la noche anterior al estreno; todos los implementos fueron trasladados al Teatro Municipal. Dado que solo quedaban horas para el estreno, un nutrido grupo de los encargados de la escenografía –un total de una veintena de alumnos de la Escuela de Artes y 4 profesores-, decidieron pasar la noche en el teatro, para ultimar detalles. No estuve presente aquella noche, pero apenas despuntó el alba, al reunirme de nuevo con ellos, pude recoger la increíble historia:


“Estábamos tratando de dormir un poco, durante la madrugada, sentados en las butacas, cuando un ruido nos sobresaltó” –me relató un profesor, el cual prefiere permanecer en el anonimato-, “todos vimos hacia el escenario: de rato en rato, a pesar de la oscuridad, veíamos claramente “un niño” correteando, riéndose, pasando de un extremo a otro del escenario, por detrás de la pantalla, como jugando…”


“Pasaba de rato en rato, lo hizo, mínimo unas doce veces,…” –agregó un alumno, ahora profesor de música también. Todo el grupo me confesó lo mismo, agregando que la figura del “niño” era claramente visible para todos.


“…Nos paramos todos y fuimos a ver quién era: en grupo tratamos de rodearlo: NO HABÍA NADIE AHÍ. Pensamos que sería el hijo del cuidante,… pero no había ahí nadie con nosotros,…”


Pero no solo el asunto quedó en las fugaces y burlonas apariciones del “niño” ese; mientras estaban en el escenario, un pequeño carromato, creado para la ópera, se soltó inexplicablemente, rodando sin control por en medio de las butacas, para estrellarse contra el escenario. Aquella noche nadie durmió, ya que se escuchaban las burlonas risas por todo el teatro. Al día siguiente, la ópera fue un éxito rotundo, pero la historia del “duende” era de lo que todos en la Escuela de Artes hablábamos. La segunda noche, nadie quiso quedarse a dormir ahí de nuevo.


No fue esa la primera vez que oí testimonios acerca de duendes en los teatros: he recogido testimonios de casi todos los cines y teatros de nuestra ciudad, por parte de actores, e incluso público, y que estuvo ahí, para ver una simple película. ¿Duda usted?, pregúntele a los mayores: son famosos los duendes del cine Fénix –hoy convertido en templo religioso-, o la historia del duende del desaparecido cine La Victoria (que se ubicaba en la Calle Mercaderes), el cual aparecía con frecuencia, junto con, como atestiguan muchos “un tipo alto, que aparecía pegado a una pared, en el área de mezanine”. El otrora cine, pero ahora convertido en centro comercial, aún es un lugar de nuestra ciudad, donde se atestigua, que muchos comerciantes han visto y oído “cosas raras”.


¿Por qué los duendes gustan de habitar los cines y teatros?, a primera vista no habría una relación entre estas entidades y dichos recintos,… a menos que revisáramos la historia del teatro: casi desde el inicio de este arte escénico, los duendes han estado siempre presentes. Históricamente, los griegos desde que desarrollaron el teatro (del griego Theatrón, "lugar para contemplar"), el cuál tiene su origen en los ritos órficos y en los festivales celebrados para el Dios Dionisio, y donde se llevaban a cabo las escenificaciones de la vida de los dioses acompañadas de danzas y cantos (los “Ditirambos”), plasmaron en sus obras, como personajes, a los seres de su mitología. Entre ellos, los duendes. Actualmente, existen infinitas obras dedicadas a estos seres, e incluso, muchas compañías teatrales y teatros, alrededor del globo, se llaman precisamente, “El Duende”,... tal vez, complacidos por verse escenificados, estos seres elementales, iniciaron hace mucho, una relación de empatía, con los actores y sus teatros, convirtiéndolos en sus hogares; al convertirse éstos en cines, simplemente nunca los abandonaron.


¿Haz visto alguna vez un duende en un teatro?, le pregunté una vez a un actor: “Siii, claro,…” –me replicó con mucha naturalidad-, “están en todos los teatros viejos; siempre nos acompañan y les pedimos permiso, para hacer nuestro trabajo". Eso fue lo que me dijo, el famoso actor Marcelo Oxendorf.

2 comentarios:

  1. Que interesante historia, podría escribir sobre las personas que pueden ver o sentir duendes o hadas, puede que se dejen ver sólo cuando les atrae algo o alguien en concreto.

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    1. Definitivamente suelen manifestarse cuando nos ven entrar en lugares que consideran como suyos,...

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