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martes, 20 de enero de 2009

El Chullachaqui



¿Duende benefactor o demonio? En general es difícil hacer la distinción cuando hablamos de la mitología amazónica. Sus personajes se parecen más a la realidad que los espantos de otros lados: combinan la protección con la travesura, la maldad del demonio con la bondad de los duendes benefactores. Casi nadie en la amazonía duda de su existencia, y si es considerado a veces como un ser demoníaco es debido a la calificación que así les han definido los misioneros (antes católicos, y más recientemente, protestantes)


El Chullachaqui toma su nombre del quechua: “chulla”, que significa pie y “chaqui”, que significa desigual, de un solo lado. Efectivamente, uno de sus pies es humano, el otro es de animal: venado, cabra u algún otro. Este ente es el espíritu protector de los animales y plantas. Castiga a quien caza demasiadas presas, pero se hace amigo de quienes hacen una dieta especial; también protege a los curanderos.


Le gusta reírse y burlarse de la gente y hace que se pierdan en la selva pero ni les hace daño como muchos otros seres del mundo espiritual amazónico. Es pues, inofensivo, pero personifica los peligros que hay en la selva. Es el espíritu del monte y representa todo lo que es la antítesis de la sociedad. Habita en sitios despoblados y no tiene padres: de eso se debe –según la tradición-, de que otra de sus características físicas, es carecer de ombligo.


Se nota la presencia del Chullachaqui (sobre todo por personas que no han tenido contacto anterior con ellos), con una indescriptible sensación de miedo. Espantarlos resulta muy fácil: basta hacer la señal de la cruz o soplar humo de tabaco: el tabaco (Tsáag en aguaruna), funciona en el mundo amazónico como un alucinógeno leve, y usado para la comunicación con el mundo de los seres espirituales (denominado en el bosque amazónico, como “trasmundo”)

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