Este relato me lo contó el señor J.M.H.G. destacado ingeniero y difusor científico, que por razones obvias prefiere mantener el anonimato, pero que para el siguiente relato lo llamaré “Jose Antonio”.
Corría un 11 de agosto de 1956 y José Antonio, un niño de apenas ocho años de edad, vivía en el Cuartel “Cabo Pantoja” del Ejercito Peruano, departamento de Loreto, frontera con el Ecuador, un lugar sumamente ignoto, perdido en nuestra amazonia. Para que se ubiquen, es donde, de acuerdo al mapa, el Perú en su parte superior termina en “punta”. Allí vivía el pequeño José Antonio con su padre un médico asimilado como Comandante de la Sanidad del Ejército, su madre y hermanos.
A pesar de las precarias comodidades del cuartel era un niño feliz en medio de la selva. Sin embargo pronto se vería cara a cara con uno de los mas extraños misterios de la jungla peruana.
Diariamente el niño tenia que caminar, acompañado de otros compañeritos, a la única escuela de la zona, distante 8 kilómetros. Una tarde, debido a que lo habían desaprobado en un curso, lo castigaron mandándolo a dormir temprano. Serian las ocho de la noche.
Había estado sollozando José Antonio largo rato y tratando a la vez, de conciliar el sueño. De repente escuchó que fuera de su cabaña, alguien imitaba sus lloriqueos infantiles. El, disforzado, empezó a llorar con mas fuerza. Y con mas fuerza afuera lo remedaban.
De repente el niño escuchó que en el techo algo de gran peso se posaba, haciendo un poderoso estruendo. Al poco rato, un soldado apellidado Panduro, que estaba haciendo de retén, se acercó alarmado a la cabaña y José Antonio le escuchó preguntar si todo estaba bien, ante el cual sus padres le dijeron que si, que no había ningún problema. Al rato se escuchó un gran escándalo, y a un hombre que gritaba desesperado. Toda la gente salió de sus casas y justo por la casa del niño, otro soldado disparaba a una especie de gran pájaro oscuro que en medio de las sombras atacaba a Panduro, y lo mas sorprendente ¡aparentemente trataba de llevárselo…!, En medio del alboroto de la gente, el animal, arrastró al soldado por unos 30 o 40 metros. Con los disparos la cosa aquella alzó vuelo y en medio del griterío desapareció, perdiéndose en la noche.
Todos inmediatamente se acercaron al soldado maltrecho, que se había quedado mudo e inmóvil. Providencialmente no había sufrido mayores daños físicos, salvo unos profundos rasguños en el cuerpo y los brazos. Luego de un largo rato, Panduro recobró lentamente el ánimo. Allí es donde contó horrorizado que el animal no era un pájaro. Hasta ese entonces todos creían que había sido un cóndor o algo parecido, aunque dicha explicación era insuficiente, habida cuenta que nunca se había escuchado historia de cóndores roba-hombres y menos por aquellos rincones amazónicos. Pero no. Lo que contó el soldado Panduro, con gesto de terror, era que lo que momentos antes lo había atacado, no era humano. Era un inmenso pájaro con la cabeza… de una horrible mujer . Y que con sus garras, lo había sujetado fuertemente del cuello.
Era el Japiñuñu.Luego durante su estada por esos lares, se enteraría que éste no seria sino uno de muchos encuentros que muchos nativos en la zona contaban desde tiempos inmemoriales. Tantos relatos señalando al mismo ser fantástico, que ya incluso tenía un nombre. Era pues el Japiñuñu.
Es interesante recordar como este ser, de índole mítica, ha sido descrito y visto en otras partes del mundo. Incluso tanto en la mitología griega como en su literatura se ha hablado de estos seres, que como se recordará, asediaron al legendario héroe Jasón, en su búsqueda del vellocino de oro y son mencionados también en La Odisea de Homero. Pero allí tienen otro nombre. Se les conoce como ARPIAS.
Rememoremos incluso como son mencionados como personajes que formaron parte de la Historia de la fundación del Tahuantinsuyo. ¿O acaso no recordamos a uno de los Hermanos Ayar convertido en un inmenso pájaro con cabeza humana? Pero mas allá de mitos y leyendas, ¿Qué fue lo que atacó al soldado Panduro aquella aciaga noche del 11 de agosto de 1956?, ¿fue un ser real? ¿O las sombras del terror le hicieron ver al conscripto, aquello que su cosmovisión andina, llena de supays y saqras, solo le podía dar? Solo para quienes lo han visto, o han sobrevivido a su ataque, el Japiñuñu es tan real… como la mas auténtica de sus pesadillas.
Por Anthony Choy
muy interesante... no conocia sobre el japiñuñu... sera motivo para venir mas seguido por tu blog...
ResponderEliminarLa historia del Japiñuñu, que recién me entero que así se le suele llamar, me recuerda el relato de uno de mis tíos. En la actualidad él se encuentra en Chile, pero me contó que a mediados de la década de los años 80 estaba en el servicio militar de la FAP en las Palmas – Lima y le ocurrió algo muy extraño. En una noche cuando estaban realizando ejercicios nocturnos, la tropa observó el vuelo de lo que aparentaba un pájaro gigante del tamaño de un ser humano y se posó en uno de los pabellones, los soldados impresionados rastrillaron su armamento al ver el tamaño del ave que al posarse tenía forma humana. Posteriormente uno de sus compañeros desobedeciendo las órdenes disciplinarias, abandonó en la noche su pabellón de descanso saliendo a comer mangos en el almacén, al día siguiente se le encontró en estado de schok, al recuperarse comento que cuando comía los mangos encontró en el lugar a un enorme ave con cabeza humana que también estaba comiendo.
ResponderEliminarEl japuñuñu o Arpia,interesante relato,seria bueno entrevistar en forma discreta a los soldados que han prestado servicio en ese lugar y otros de la region y lugareños sobre este animal raro de creer pero que de ser cierto existe y en lugares hinospitos,estoy interesado en formar un grupo de x personas para ir a este y muchos lugares para investigar no por fama sino para encontrar la verdad,para salir de esta duda que mata y muchos no creen y se burlan de esto,saludos,Miguel,para contacto al michael.grau@yahoo.de
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