Cada religión tiene diferentes métodos para guiar a los feligreses con el fin de que sus oraciones y peticiones sean escuchadas por la deidad en la que se crea y así lograr que se cumpla la solicitud por la cual se ha demandado.
En el cristianismo, especialmente en la corriente católica se cuentan con varias oraciones dedicadas para cada tipo de solicitud, desde rezar para obtener buenas calificaciones, para recibir buenas noticias en el médico, e incluso para encontrar empleo.
En los temas del amor, también la iglesia católica ha diseñado dos oraciones especiales para que cada persona encuentre a su ser querido ideal y así mejorar su calidad de vida, por lo menos de manera sentimental. Estas oraciones son:
“Siento en mí crecer un gran vacío que no colman ni la amistad ni el estudio. Ignoro qué llegará a llenarlo. ¿Será Dios, será una criatura? Si es una criatura, rezo porque no se presente hasta que yo sea digno de ella.
Rezo para que traiga consigo la cantidad adecuada de encanto exterior para que no deje lugar al arrepentimiento; pero rezo sobre todo porque venga con un alma excelente, que aporte una gran virtud, que valga mucho más que yo, que me atraiga a las alturas, que no me haga descender, que sea generosa porque a menudo soy pusilánime, que sea ferviente porque soy tibio en las cosas de Dios, que sea compasiva, en fin, para que no tenga que ruborizarme ante ella por mi inferioridad.
No me abandones, Señor, ayúdame a ser amado; bien lo sabes, no solo busco la dulzura en el Amor, sino el desprecio a toda bajeza, la fuerza de luchar por el Bien, por la Verdad. Amén.”
Esta oración fue elaborada por el beato Frédéric Ozanam, académico, profesor y político católico nacido en Francia el cual marcó un desarrollo importante en la bases para la defensa en la justicia laboral y relaciones humanas. También se considera como uno de los precursores de la democracia cristiana, quien también estaba preocupado porque los católicos eran indiferentes a la lucha política que vivía la nación francesa en el siglo XIX. Fue beatificado en 1997 por Juan Pablo II en la Catedral de Notre Dame por sus aportes a la educación católica.
La segunda oración para encontrar al ser amado está dirigida a San Valentín, un personaje muy conocido en los temas relacionados con el romance:
“Oh, San Valentín bendito, excelso protector del amor, haz que mi corazón no quede en tinieblas, presenta ante él la luz de Cristo y la llama del amor verdadero. Hazme sentir y emocionarme de nuevo, dame claridad y confianza, enséñame a olvidar los malos recuerdos, aleja amarguras, miedos y temores, y abre mis caminos al amor.
Haz que pronto aparezca en mi vida mi alma gemela, el ser maravilloso que ansío, la otra mitad de mi ser, mi gran amor, para gloria de Dios y felicidad de todos.
Haz mi amado San Valentín que pueda conseguir el amor que tanto ansío, que mi vida se llene y se complemente con alguien que me quiera, haz que encuentre la dicha de compartir, de sentir, de tener a mi lado un amor verdadero, un amor que me dé la felicidad, la amistad, el cariño y la estabilidad que tanto me hace falta.
Glorioso San Valentín, tú que a tantas parejas ayudaste, ayúdame a mí para que pueda encontrar y tener siempre a mi lado a mi alma gemela, haz que el amor llegue a mi corazón. Amén”.
La devoción, la fe y la paciencia son tres aspectos que la iglesia católica recomienda que los fieles que recitan estas oraciones tengan presentes para no desistir en este, y cualquier otro requerimiento o petición que se eleve a Dios.
(FUENTE: semana.com)