Si tiene alguna duda sobre platillos volantes, este es su hombre. Posiblemente no haya nadie en el mundo que sepa más sobre ovnis que Juan José Benítez (Pamplona, 1946). Autor de veinte libros sobre ese fenómeno, ha dado la vuelta al mundo un centenar de veces, ha interrogado a 26.000 testigos y sus archivos contienen más de 10.000 imágenes. En su 70.º aniversario lanza Sólo para tus ojos (Planeta), un compendio con los 300 casos investigados más impactantes.
¿Esto es una despedida?
No, no. Sigo investigando, contra mi voluntad casi, porque ya llevo mucho tiempo y un poco de descanso no vendría mal. Pero es imposible. No dejan de surgir casos. En unos días me voy a Bolivia.
En este libro recoge 300 casos pero usted conoce decenas de miles. ¿Realmente aún le queda algo por investigar?
Ya lo creo. Todos los casos de ovnis, si son auténticos, son interesantísimos y en todos hay siempre algo diferente que te permite aprender algo.
Sólo para tus ojos se inicia con un relato en primera persona. ¿Me da su palabra de que el niño que desaparece durante seis horas en la sierra navarra de Urdax era usted?
Así lo dicen mis recuerdos: salí a jugar cerca de un río, a las afueras del cuartel de la Guardia Civil. Serían las tres de la tarde. Hay un lapso en el que no sé que ocurre y horas después me encuentro en una casa del pueblo, rodeado de gente muy alterada que me había estado buscando. 40 años después me sometieron a una regresión hipnótica y reconstruí lo que creo que ocurrió en aquellas horas: fui examinado por unos seres altos, cuyos trajes revestían apariencia metálica.
¿Cree que la tecnología usada por estos visitantes sería capaz de resolver el problema de la descomunal distancia entre una estrella y otra?
Se trata de una tecnología que no podemos ni intuir. Esas civilizaciones evidentemente disponen de un nivel de desarrollo tecnológico a tal escala que los argumentos de la ciencia se quedan obsoletos. ¿No pueden venir porque es físicamente imposible superar la velocidad de la luz? La ciencia del siglo XXI dice eso pero ignoramos qué dirá la del siglo XXXI, desde el uso de la teletransportación a que provengan de dimensiones a las que no podemos acceder técnicamente.
Si no hay un solo tipo de ovni es lógico pensar, incluso para los no informados, que tampoco hay un solo tipo de tripulante. ¿Vienen, pues, de todas partes?
En mis archivos tengo recogidos más de 2.000 tipos de seres. Su morfología no es una sino diversa. Y yo tengo una mínima parte. No hay una civilización sino miles.
Si hay incontables estrellas y miles de galaxias, ¿qué tiene la Tierra de especial para atraer a tanto visitante intergaláctico?
Me imagino que somos muy primitivos. Lo decía Gabriel García Márquez, que somos el planeta más provinciano de la galaxia (risas). Somos violentos pero vivimos en un planeta bellísimo. Imagino que eso nos hace interesantes para visitas científicas, de exploración o de aventura.
¿Por qué son tan esquivos?
Supongo que debe de haber algún tipo de norma universal para no interferir en planetas digamos inferiores desde el punto de vista del desarrollo. Cuando nosotros lo hemos hecho, por ejemplocon las colonizaciones, el resultado ha sido un desastre. Siempre acabaron mal. Apuesto a que esta gente lo sabe y lo tiene prohibido: no puedes intervenir en un mundo en que siguen guerreando.
En una ocasión leí una comparación que es ilustrativa: ¿Acaso hablan los científicos con las ratas de laboratorio? ¿Estamos en un caso similar?
Vendría a ser algo así. Cuando los humanos han ido a la selva de exploración y se han encontrado con monos, tampoco preguntan quién es el jefe de los monos. Estudian, investigan o vigilan, no sabemos cuál es su objetivo. Y los humanos tratamos de entender qué hacen aquí, los militares de derribarlos con sus misiles y... En fin. Bueno, ya lo han conseguido.
¿Hablamos del incidente de Roswell (el accidente de un ovni en Nuevo México en 1947, que dio origen a la ufología) o de casos más recientes?
De ambos. Yo he tenido la fortuna de investigar a fondo el caso Roswell y de contactar con uno de los ingenieros a quien encargaron probar algunas de las piezas extraídas de aquella nave sobre aviones militares. De las cinco piezas funcionó una. Lo que hacía era deformar el fuselaje del avión sin necesidad de cables.
¿Por qué un testigo o un investigador como usted no acude hoy a televisión con fotos, filmaciones u otras evidencias? ¿No existen?
A decenas. Pero están en poder de los militares, desde los vehículos estrellados hasta las criaturas capturadas, pruebas de radar, fotografías, etcétera. Los investigadores también tenemos algunas sin el valor probatorio que tendrían si las mostrase una autoridad. Y eso no les interesa.
¿Por qué? ¿Qué se vendría abajo?
El negocio. Los militares, de cualquier país, se sostienen por los impuestos. Si yo soy el ejército y le digo al contribuyente que ahí arriba hay unas civilizaciones que nos llevan cincuenta mil años de adelanto y contra las que no podemos hacer nada, el contribuyente, con toda la razón, me puede decir que para qué me está pagando un sueldo.
Recientemente se ha descubierto un planeta muy similar a la Tierra en Proxima Centauri, a 4,5 años luz, pero también una señal de radio procedente de la estrella HD 164595, a 95 años luz. ¿Se atrevería a darme un vaticinio, cree que podemos estar ante un intento de comunicación de otra civilización?
Quizá sí pero a mí me entra la risa. Me parece fantástico que estén tratando de contactar con otras civilizaciones mediante los sistemas de radiotelescopio pero, caramba, ¡es que están aquí! Dedique usted la mitad del presupuesto que está dedicando a la investigación de radiofrecuencias al fenómeno ovni. Están aquí. Es de sentido común: si hay cientos de miles de casos en la Tierra, ¿por qué dedica usted recursos públicos a investigar en el espacio exterior?
¿Cuántas personas le escribieron tras publicar la revolucionaria Caballo de Troya, todo un superventas que dibuja a un Jesucristo distinto, próximo y accesible, pero también de probable origen extraterrestre?
Aún sigo recibiendo cartas y correos de gente asombrada, que me dice que les ha cambiado la vida. Pero generaciones enteras, porque han pasado 32 años del primer volumen. La clave de ese libro es la imagen de Jesús de Nazaret, que no tiene nada que ver con lo que nos han vendido.
¿Cómo se conecta Pactos y señales, su libro anterior y dedicado a las experiencias conel más allá, con el fenómeno ovni?
Hace un tiempo que detecté una conexión entre ambos enigmas. Tenemos tan pocas certezas que cabe la posibilidad de que alguna de estas civilizaciones trabaje para el más allá. Naturalmente, no lo digo por decir. Le pongo un caso real, ocurrido en Catalunya: a una persona que paseaba en el campo se le apareció su madre fallecida, caminaron juntas hasta una pequeña colina, apareció un objeto sobre ellas, bajó un cono de luz, la persona fallecida entró en ese cono y la nave se fue. Como este, hay una serie de casos que te llevan necesariamente a pensar qué relación existe entre estas civilizaciones y la vida más allá de la muerte.
¿Dispone de otros indicios que no sean testimonios?
Los investigadores sabemos que cuando se produce un terremoto, horas o incluso días antes, aparecen infinidad de objetos sobre la zona. ¿Por qué? Entiendo que tendrán medios técnicos para saber que va a ocurrir un seísmo, pero también que puedan ser recogedores de almas. Y sí, soy consciente de que esto suena a fantasía total.
(FUENTE: lavanguardia,com)