De vez en cuando, Netflix nos sorprende incluyendo en su catálogo proyectos tan extraños e interesantes como el documental 'Hostage to the Devil', cuyo título se ha tomado de un libro de 1976. El texto fue una reacción para tratar de corregir la inexacta representación de los exorcismos de William Friedkin y el recientemente fallecido William Peter Blatty. Su autor fue Malachi Martin, un irlandés que se había formado como sacerdote jesuita en los años 60, antes de dejar la orden y trasladarse a los Estados Unidos.
El libro del supuesto exorcista vendió más de un millón de copias y a día de hoy, aún tiene ventas. El director, Marty Stalker, intenta ofrecer algo de luz sobre la figura del padre Malachi gracias a una mezcla de material de archivo, audios, y testimonios de amigos y enemigos, creyentes y detractores, que acaban haciendo un retrato de un hombre muy apreciado por sus contemporáneos y, a la vez, echa un vistazo a una religión desgarrada por su incapacidad para adaptarse a la modernización de los tiempos.
Un personaje singular
En los 50, el Vaticano estaba perdiendo fieles. Necesitaba modernizarse y para ello, promocionar a un buen número de sacerdotes jóvenes y con visión de futuro. Entre ellos estaba el padre Malachi Martin, que tuvo un ascenso meteórico entre las filas del Vaticano, hasta que recibió una dispensación especial del Papa Pablo VI para trabajar fuera de la iglesia. Siendo todavía sacerdote, se le permitiría practicar en privado, sin un ministerio oficial. O esa fue la explicación de Martin. Sus críticos dicen que cuando dejó los jesuitas ya no podía ser un sacerdote.
Eso no lo ralentizó. En 1965 comenzó a construir su rebaño en Nueva York. Era un orador carismático, muy elocuente, y rápidamente llamó la atención de los medios de comunicación. Pronto empezaría a dar pistas sobre lo que hasta ese momento, había sido un procedimiento de la iglesia poco conocido. La especialidad del padre Malachi era la práctica del exorcismo. A Blatty, por cierto, no le hacía mucha gracia la constante presencia de este sacerdote en la televisión y la radio para desvelar “la verdad” sobre el rito romano.
Otro de sus detractores fue el ex periodista de Time Magazine y sacerdote jesuita Robert Blair Kaiser, los hechos revelados durante el documental explican un turbio asunto personal, que desacredita, en parte la historia de Martin. El detective Ralph Sarchie, el autor del libro que inspiró ‘Líbranos del Mal’ ( Deliver Us From Evil, 2014), su biopic protagonizado por Eric Bana, y el ex agente de la CIA, Robert Marro, sin embargo, son fuertes defensores de la lucha desinteresada del padre Malachi por librar al mundo del mal. De hecho, Sarchie fue su discípulo y ayudante.
‘Hostage to the Devil’: ¿exorcista o farsante?
La película también trata de entender las motivaciones personales del sacerdote, pero salvo algunos enemigos, los participantes partidarios de Martin parecen creerse de verdad sus aseveraciones sobre las posesiones satánicas y el fin de buscar el bienestar de sus víctimas. La teoría que roza un episodio de cuarto milenio es la convicción de alguno de ellos de que el Padre Malachi se convirtió en un gran inconveniente del diablo y este trató de atraparle en los últimos momentos de su vida.
El exorcismo final de Martin, un ritual a una niña de cuatro años aparentemente poseída por el diablo, vino seguida por su muerte en 1999. Solo en su casa, se había caído y golpeado la cabeza. Según uno de sus amigos, antes de entrar en coma logró decirle por teléfono que el diablo lo había empujado. Sin dejar de presentar la afirmación de forma tan dudosa e improbable como el propio exorcismo, la película ofrece imágenes de este que, de alguna manera, son capaces de poner los pelos de punta.
Entretanto, Stalker abarca la historia del catolicismo, el paisaje socio-político de la época y la vida y declaraciones del propio Martin. La narración se entreteje alrededor de la historia de su final logrando una palpable sensación de temor inminente, a través de una televisión defectuosa que muestra estática, o material de archivo de exorcismos reales, con las caras borradas de las víctimas poseídas pero una escalofriante banda de sonido. Un material que ficticio o no, logra crear ese absurdo contacto con lo desconocido que logra inquietar.
Es sencillo cuestionar si son reales cuando una voz tan importante como la de las víctimas falta en la película. Algún relato de primera mano sobre la experiencia de ser poseído y purificado legitimaría algo más la historia que, teniendo alrededor a gente como Lorraine Warren dan a impresión de ser material para una película de James Wan. Aunque, visto desde la fascinación que nos produce la posibilidad de que todo es real, o incluso como muy bien documentado mockumentary, es perfectamente disfrutable.
(FUENTE: blogdecine.com)
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