Un reciente hallazgo arqueológico en El Salvador podría cambiar la comprensión sobre los rituales y representaciones en Mesoamérica durante el Período Preclásico Medio. Un equipo de investigadores, liderado por el arqueólogo Jan Szymański de la Universidad de Varsovia, descubrió cinco figuras de arcilla en la cima de una pirámide en el sitio arqueológico de San Isidro. Estas figuras, que presentan rasgos faciales llamativos con bocas abiertas y, en algunos casos, lenguas visibles, han despertado gran interés debido a su peculiar diseño: tres de ellas tienen cabezas desmontables con pequeños orificios en el cuello y en la parte superior de la cabeza.
Tras un análisis detallado, Szymański notó que, al pasar un hilo a través de estos orificios, las cabezas podían girar de lado a lado, lo que sugiere que las figuras pudieron haber sido utilizadas como marionetas animadas capaces de simular canto, discurso o rituales de invocación.
La historiadora del arte Julia Guernsey, de la Universidad de Texas en Austin, calificó esta teoría como sumamente provocadora. Según las dataciones por radiocarbono y el análisis de la cerámica, las figuras habrían sido enterradas en la cúpula de la pirámide alrededor del año 400 a.C.
Durante esta época, las civilizaciones mesoamericanas, incluyendo los mayas cercanos, estaban en una fase de transición, desarrollando sistemas de escritura y estructuras jerárquicas de gobierno. No obstante, San Isidro parece haber mantenido una organización más igualitaria, lo que plantea interrogantes sobre el papel de estas figuras en su contexto cultural.
Las figuras pertenecen a un estilo conocido como «figuras de Bolinas», las cuales han sido encontradas previamente en diferentes sitios arqueológicos, aunque en su mayoría fragmentadas o desechadas en basureros antiguos. Un hallazgo significativo de figuras intactas ocurrió en 2012 en Tak’alik Ab’aj, un sitio maya en Guatemala. En ese contexto, se encontraron figurillas con cabezas móviles como parte de una ofrenda funeraria, lo que sugiere que podrían haber formado parte de una representación simbólica de un viaje al inframundo.
El hallazgo de San Isidro podría arrojar luz sobre los rituales de estas sociedades prehispánicas. Las figuras, de entre 10 y 30 centímetros de altura, estaban dispuestas en una aparente configuración ritual. Aunque el tiempo y la acción de raíces de árboles podrían haber alterado su posición original, la arqueóloga Barbara Arroyo señala que la orientación de la mayoría de ellas hacia el oeste podría vincularlas con el simbolismo del ocaso y la muerte en la cosmovisión mesoamericana.
Otro aspecto fascinante del hallazgo es que estas figuras podrían haber sido utilizadas en múltiples contextos. Algunas figurillas de Tak’alik Ab’aj presentan detalles decorativos como faldas incisas en la arcilla, peinados tallados y hasta una orejera de jade desmontable.
Estos elementos hacen pensar a los investigadores que las figuras de San Isidro podrían haber estado adornadas con ropa de tela o paja, joyas en miniatura y pelucas, lo que reforzaría su uso en representaciones ceremoniales.
Szymański sugiere que el cambio de vestimenta podría haber permitido a estas figuras representar distintos personajes en diversas escenificaciones, lo que las convertiría en «actores de arcilla». Además, resalta el efecto visual de las expresiones de las figurillas, que parecen cobrar vida dependiendo del ángulo desde el cual se observan. A veces, cuando las sostienes en la mano, su expresión es tan vívida que parece que estuvieran a punto de moverse, comenta el arqueólogo.
(FUENTE: labrujulaverde.com)
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