Que las relaciones humanas, y las amorosas van en este saco, están cada vez más mediatizadas por la tecnología, es un hecho cotidiano y totalmente empírico.
Es más, pocos mortales, sobre todo en los mundos más opulentos, escapan ya a las pautas y modos que impone el amor en clave 2.0.
¿Se entiende hoy un amor que no se comunique o se viva por internet? Ya sea por e-mail, por aplicaciones móviles como el Whatsapp, a través de software como Skype, o a través de las redes sociales, especialmente Facebook - aunque evidentemente no la única -, las relaciones amorosas fluyen como el más floreciente de los negocios.
No hay amor que se precie que no esté tecnologizado, hasta tal punto que, sin canales de este tipo, resulta casi imposible enamorarse o por lo menos alimentar una relación…
¿Qué hay de las llamadas para quedar o para ver cómo estás? En muchos casos, esta fórmula está demodé o es misión imposible.
Las situaciones de personas que viven a pocos metros o a pocos kilómetros y se relacionan virtualmente, mucho más que en persona, no son casos atípicos, sino lo más normal del mundo.
¿Y cuando alguien está en línea en el whatsapp y lo llamas a ese mismo teléfono y no responde? ¿O te responde por whatsapp?
Decenas de situaciones y circunstancias, a veces graciosas, a veces mosqueantes, pero ya frecuentes, que, al menos a mí, me llevan a pensar que el amor 2.0 está entre nosotros y ha venido para quedarse, con lo cual, adaptarse o morir…¡de amor o sin amor!
Además, me pregunto, ¿si una de las esencias del amor es la conexión sensorial, dónde queda ésta en el universo 2.0? ¿terminará por extinguirse el “cuerpo a cuerpo”? ¿o el juego de las miradas? ¿Y los besos y abrazos o la caricia de una voz amiga?
¿Cómo se adapta la química de nuestro organismo a esta nueva realidad? ¿Y la mente?
No sé si os ocurre, pero a veces pienso en cómo se relacionará la Humanidad dentro de 50 años, o sea, a la vuelta de la esquina…¿Llegará a desaparecer en gran parte el contacto físico? ¿Cómo se modelarán las emociones y la conducta? ¿Cómo afectará todo eso a la convivencia global? Me parece un gran misterio, y un reto fascinante.
Cuando vuelvo al presente, me asaltan las dudas, y pienso si este amor 2.0 que nos invade inexorablemente, es real, o tiene un punto de ficción, de evasión, de falta de compromiso…¡No tengo ni idea!.
Sea como fuere, realidad o ficción, el 2.0 es lo que hay, y lo que viene por ahí es el 3.0, así que, como me decía mi padre, “espera un poco Estherina, a ver en qué para esto…”.
(FUENTE: asturias24.es)
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