miércoles, 12 de enero de 2011

El Yoga, ideal para niños hiperactivos o con problemas de atención



Expertos aseguran que meditar los convierte en seres que "estarán en paz consigo mismos".

Tener una buena salud emocional, un cuerpo capaz de responder a las exigencias diarias y una mente tranquila es la combinación perfecta para mantenerse en equilibrio.

Una alternativa para encaminarse en este propósito, desde la infancia, es aprovechar las bondades del yoga y la meditación, dos disciplinas milenarias que ayudan a encontrarse con el ser interior.

La propuesta de esta práctica es realizar una serie de posturas físicas acompañadas de una respiración dirigida, sonidos sagrados y una dosis de relajación.

"En las clases para niños, ellos llegan es a jugar, aunque están cumpliendo con todos los requerimientos del yoga", explica Lisa Olea, instructora de yoga y directora de Yogis, centro de bienestar.

¿Y, cómo se logra? A través de sesiones de entre 45 minutos a una hora, en las que los pequeños se memorizan canciones a las cuales les ponen movimiento; realizan juegos de coordinación y de estiramiento y se aprenden diferentes posturas atraídos por un juego de palabras para que el mensaje llegue claro teniendo en cuenta la edad de los participantes.

"En yoga hay una secuencia muy importante que sirve para fortalecer piernas, abdomen y piso pélvico, y para estirar la espalda denominada la postura del guerrero. A los niños les digo que la colchoneta sobre la que están ubicados es el mar y les pido que se paren sobre ella como surfistas", aclara Olea.

Adicionalmente, en la práctica se refuerzan conceptos como dar y recibir, el respeto hacia los demás, la paciencia, la bondad, la calma, la perseverancia, la disciplina y el valor del silencio, por medio de las posturas y otros ejercicios guiados.

Por esta razón, el yoga es ideal para los pequeños que son hiperactivos o tienen problemas de atención. "Se les explica que es importante agradecer por todo lo que tienen y tener paciencia cuando, por ejemplo, les cuesta trabajo hacer una postura. Así mismo, se les expresa que aunque cada uno es especial todos son iguales y merecen la misma atención", afirma Lisa Olea.

Elementos del yoga
Un componente importante de cualquier sesión son los sonidos o mantras. En yoga, estos se definen como sílabas, palabras o frases que, al ser repetidos en voz alta, llevan a quien los recita a un estado de profunda concentración. Para ayudarlos a alcanzar tal estado, la instructora les pide que le manden todo su amor a la persona que más quieren, al tiempo que emiten un sonido particular.

El último segmento de la clase es para relajarse. En ese momento, los niños se recuestan en el piso, cierran los ojos y se dedican a disminuir la intensidad de cada músculo del cuerpo con una música suave de fondo.

De esta manera, si practican yoga 3 veces a la semana, la intensidad promedio recomendada por los especialistas, suben la energía, fortalecen los músculos, aprenden a descansar la mente y el cuerpo, se vuelven más flexibles y se concentran mejor.

"Se les enseña principalmente a estar en tiempo presente, es decir, a vivir el momento actual al estar concentrados en una postura. Todo en un ambiente divertido y libre, en el que muchas veces la pauta la ponen ellos", agrega Lisa Olea.

Beneficios a largo plazo
El yoga es una herramienta que se puede aplicar de por vida, pues quien lo practica de manera regular, con el tiempo empieza a concentrarse más en el momento y a dejar el pasado atrás y aprende a tomar conciencia de su respiración, la cual es clave para eliminar el estrés y sortear las dificultades.

Un niño que incursiona en esta disciplina será un adolescente más calmado, centrado y pacífico. En resumen, ante un momento de estrés optará por sentarse, respirar y tomarse un momento para elegir no reaccionar de manera violenta o agresiva.

Es por eso que algunos pequeños comienzan a mostrar cambios favorables después de un tiempo de práctica. Luciana, una niña de 2 años y medio que se caracteriza por ser difícil y muy consentida, ahora cuando su mamá la reprende, en lugar de ponerse de mal genio, pelear o llorar, se sienta en posición de loto y comienza a pronunciar la sílaba: 'om' (este es uno de los mantras principales del yoga).

Otro caso es el de Martín, un niño de 4 años que comenzó a hacer yoga porque tenía un problema de hiperactividad. Al comienzo se le dificultaba seguir indicaciones. Ahora, los profesores del colegio dicen que pone más atención en clase.

"Siempre tenemos la opción de calmarnos en todas las situaciones. Esa es la enseñanza del yoga. A través de esta disciplina también aprendemos que si tenemos músculos fuertes podremos hacer lo que queramos en la vida, pues si nuestro cuerpo está activo la mente también lo estará", comenta Lisa.

Además, las posturas acompañadas de una respiración adecuada ayudan a los pulmones a mejorar su capacidad respiratoria. Es por eso que el yoga es un buen complemento para quien practica un deporte que estimule el sistema cardiovascular.

Meditar para calmar la mente
Además del yoga, los niños pueden instruirse sobre una práctica que puede llevarse a cabo independientemente o como complemento de una secuencia de posturas físicas. Se trata de llevar la mente a un estado de concentración en la que ésta se centre en el momento presente.

Con los pequeños, el objetivo de involucrarlos en este ejercicio es ayudarles a empezar el día con tranquilidad, activos y enfocados en lo que les ofrece cada momento.

De acuerdo con María Fernanda Trujillo, coordinadora del Programa Educación para un Mundo en Paz de la Academia Darshan, entidad que promueve este tipo de prácticas con el objetivo de formar seres más pacíficos, "los niños, por su pureza, están siempre conectados con la esencia misma del amor".

Por eso, si desde los 3 años se acostumbran cotidianamente a meditar, se convertirán en seres que estarán en paz consigo mismos, serán más alegres y se podrán desarrollar espiritualmente con mayor éxito.

"Son niños que saben manejar mejor sus emociones, se concentran con facilidad y pueden permanecer sentados por mucho más tiempo", agrega María Fernanda.

Para Sandra Jimena Beltrán, directora del jardín maternal Explorando Aprendemos, en donde, desde abril del año pasado, tanto niños como adultos meditan todos los días, la meditación les ha enseñado a los pequeños a compartir, respetar turnos en los juegos, ser más amables y solidarios.

"Cuando llega un niño nuevo, los demás lo introducen en el tema. Si se muestra agresivo, algunos, con mucho amor, se le acercan a decirle que aquí no se pelea y que todo ser armónico", agrega Beltrán.

Metodología
Cuando un infante se inicia en la meditación, primero hay que explicarle de qué se trata esta disciplina en un lenguaje que sea digerible para él. "Inicialmente no se le pide que cierre los ojos, porque los niños son muy inquietos. En cambio, se ubica una vela en el piso y se le indica que mire su luz fijamente durante unos segundos mientras piensa en algo agradable", explica Beltrán. Luego, se le motiva a sentarse en posición de loto y a descansar sus manos sobre las rodillas, al tiempo que se le pide que piense en el ser supremo que conoce, según la religión que profese su familia.

"Al meditar se concentran más fácilmente con la luz y el amor que hay en su interior. Cada experiencia es única, Sin embargo, lo que no varía es el júbilo que sienten el resto del día", dice Trujillo. La mayoría de niños llega a ver diferentes luces y experimentan una gran paz interior que crece conforme pasa el tiempo.

DIANA BELLO ARISTIZÁBAL-REDACTORA ABC DEL BEBÉ

(FUENTE: eltiempo.com)

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