domingo, 22 de febrero de 2009

Las pirámides sumergidas de Yonaguni


Descubiertas por casualidad en 1985, lo que comenzó siendo una curiosidad geológica puede convertirse en el descubrimiento arqueológico más importante del siglo, si lo que parece evidente para muchos investigadores -que se trata de una estructura artificial-, acaba por confirmarse.


A unos treinta metros de profundidad, cerca de la costa de la isla japonesa de Yonaguni, la más meridional del archipiélago, se encontró una estructura piramidal escalonada, de veinte metros de altura, que podría ser el recuerdo de un continente que ya no existe o, en todo caso, la prueba de una civilización desconocida, contemporánea de las primeras culturas mesopotámicas y anterior al Egipto de los faraones. La construcción tiene un aspecto que ha sido comparado con el de una pirámide escalonada sudamericana o con un zigurat mesopotámico, pero no se encuentra aislada: junto a ella, como formando parte de un complejo de tipo ceremonial, aparecen los restos de anchos paseos y avenidas flanqueadas por pilones, columnas hexagonales, escaleras, arcadas y diferentes edificaciones, todas construidas con enormes bloques pétreos perfectamente alineados. Todavía más sorprendente resulta que los inexplicables restos submarinos no estén limitados a una única área de la isla.


Los investigadores Kihachiro Aratake, el primero en descubrir los restos en Yonaguni, y Masaaki Kimura, geólogo marino de la Universidad de Ryukyu en Okinawa, han hallado ocho lugares con formaciones en apariencia artificiales. Entre éstos, los más interesantes, además de los de Yonaguni, son los encontrados cerca de la ciudad de Naha, en la isla de Okinawa, donde existe una pared formada también con grandes piedras talladas. Durante el verano de 1996, un veraneante que practicaba el submarinismo en la isla de Okinawa -uno de los destinos preferidos por los japoneses para las vacaciones debido a su clima templado- descubrió, a unos doce metros de profundidad, una enorme plataforma, aparentemente tallada por la mano del hombre, formada por bloques cortados y unidos entre sí casi a la perfección. La claridad de las aguas de esta zona del Pacífico, que permite ver hasta 60 metros bajo el agua, ha sido determinante a la hora de encontrar nuevos enclaves de restos ciclópeos.


¿Se trata de construcciones artificiales?

Para Masaki Kimura no cabe duda. Para este geólogo, que lleva 13 años estudiando el enigma, se trata de monumentos construidos por la mano del hombre, dejados por alguna civilización desconocida de Asia. También opina que la construcción de esos monumentos habría requerido un alto grado de desarrollo técnico, así como algún tipo de maquinaria. La antigüedad de los restos no está determinada de forma definitiva, aunque existen una serie de hipótesis. Por un lado, se especula con que las edificaciones podrían haber sido erigidas antes del final de la última era glacial, cuando el nivel de los mares era notablemente inferior al actual.


También podrían estar bajo el agua a causa de algún movimiento tectónico producido en tiempos más modernos; no hay que olvidar que todo el archipiélago japonés se encuentra en una de las zonas del planeta de mayor actividad sísmica. Una combinación de estos dos factores también sería plausible. Para Teruaki Oshii, profesor de geología de la Universidad de Tokio, las estructuras son, al menos parte, obra del ser humano, que podría haber aprovechado algunas formaciones geológicas preexistentes para realizar los monumentos. Han señalado, que su origen se remontaría, según el geólogo, al 8.000 a.C., la misma época en que comenzaron su andadura las primeras civilizaciones del valle del Indo o de Mesopotamia.


Robert Schoch, profesor de geología de la Universidad de Boston y uno de los investigadores que sostienen una antigüedad muy superior a la aceptada por los arqueólogos para la Esfinge de Giza, ha sido uno de los primeros científicos occidentales que han estudiado las curiosas formaciones. El geólogo se muestra convencido de que tienen una antigüedad de unos 10.000 años si, como él cree, se confirma que, al menos en parte, son artificiales. Sin embargo, este geólogo y el egiptólogo heterodoxo John Anthony West, quién también ha estudiado las formaciones, han hallado, hasta el momento, más interrogantes que respuestas. Encontrar una solución al enigma es lo que pretende la expedición Yonaguni-98, dirigida por Michael Arbuthnot, aventurero aficionado a la arqueología y al submarinismo, que se ha rodeado de un equipo de reconocidos investigadores para intentar saber qué se esconde tras esas formaciones.


Para empezar, han hallados dos tipos de construcciones claramente diferentes: las que se encuentran en la isla de Yonaguni, que podrían ser plataformas para usos ceremoniales, y las próximas a la costa de Okinawa, con aspecto de ser el muro de una construcción fortificada, como un castillo, y que además tiene un estilo arquitectónico muy similar al de otras edificaciones parecidas que se encuentran en la isla. También le ha llamado la atención a Arbuthnot descubrir unos agujeros en las plataformas que podrían haber sido destinados a soportar una estructura de madera, que por supuesto habría desaparecido bajo el agua. De esta forma se reforzaría la idea de que se trataría de un centro ceremonial en el que una base pétrea soportaría las paredes y el techo de madera.


Tal vez, como propone Kimura, sea un templo dedicado a Narai-Kanai, una deidad de milenaria tradición en Okinawa, o puede que sea un centro religioso destinado a una divinidad desconocida. En todo caso, si se confirma el origen artificial de las construcciones submarinas japonesas habrá que reescribir la historia del nacimiento de las primeras civilizaciones. Una cultura desconocida floreció en las orillas del Pacífico antes del fin de la era glacial y dejó para la posteridad sus construcciones ciclópeas, curiosamente parecidas a otras de Sudamérica. ¿Existió alguna conexión entre las civilizaciones precolombinas y esa desconocida cultura de Japón? ¿Pudieron llegar hasta América esos antiguos japoneses? Incluso se plantea la posibilidad de que restos encontrados sean parte del continente Mu, desaparecido bajo el mar como la Atlántida, según diversas leyendas; un continente que podría ahora comenzar a desvelarnos parte de sus misterios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario