domingo, 25 de junio de 2023

Así es Arrokoth, el mundo más lejano jamás visitado por una nave humana

Nuestro perpetuo interés por otros mundos en el universo (planetas, lunas, asteroides, etc.) nos ha llevado a crear tecnología capaz de explorarlos para saber más de ellos y, con esto, quizás también de la Tierra, el lugar que habitamos.

Así, en poco más de seis décadas de exploración espacial, la tecnología humana ha llegado a lugares muy lejanos en el sistema solar, pero ninguno a uno tan recóndito como Arrokoth, también llamado (486958) 2014 MU69.

Arrokoth (que significa “cielo” en un idioma nativo americano) vaga en el Cinturón de Kuiper, una extensa región situada más allá de Neptuno que está repleta de miles de pequeños mundos helados que se preservan casi intactos desde la génesis del sistema solar, hace 4.500 millones de años.

En ese sentido, este lejano y primitivo mundo guarda evidencias sobre cómo se formaron los planetesimales, los cimientos que preceden a los planetas y que son abundantes en dicha región.

Un intrigante objeto en el sistema solar

Si bien Arrokoth fue identificado por primera vez en 2014 por el telescopio espacial Hubble de la NASA, no fue hasta enero de 2019 que la misión New Horizons de la agencia espacial estadounidense pudo estudiarlo de cerca tras realizar un sobrevuelo a 3.500 kilómetros de su superficie.

Descubrieron que la roca primitiva tenía un diámetro de 35 kilómetros y poseía un característico color rojo, posiblemente por la presencia de moléculas orgánicas complejas no identificadas.

Sin embargo, su extraña forma fue lo que más sorprendió a los astrónomos.

Mientras muchos esperaban una roca primitiva común y corriente, las imágenes revelaron uno compuesto por dos lóbulos que estaban fusionados, como si se fuese una especie de muñeco de nieve en el espacio.

¿Cómo fue esto posible?

Otra teoría para la formación de planetas

Hasta antes de las primeras imágenes de Arrokoth, la teoría más aceptada sobre la formación de planetas era la acreción jerárquica, que dicta que los objetos de una nebulosa solar (la estructura que dio forma al sistema solar) se fueron juntando de forma más o menos violenta, eventos que dejaban gigantescos cráteres sobre sus superficies.

Sin embargo, Arrokoth no posee estas características. Su superficie es casi lisa y los únicos cráteres que poseen son pequeños (hasta 700 metros de diámetro), indica la NASA.

A raíz de ese hallazgo, en 2020, un equipo de expertos, liderado por el científico planetario Alan Stern, sostuvo otra teoría para la formación de Arrokoth: una acumulación paulatina y suave de la materia de la nebulosa.

En ese sentido, los lóbulos primeros orbitaron mutuamente, fueron acercándose a una velocidad muy lente y se juntaron hasta quedar fusionados por un estrecho cuello.

“Antes estaba la teoría predominante de finales de los años sesenta de colisiones violentas y una teoría más reciente de acumulación suave. Ahora la primera se hizo polvo y la otra es la única que sigue en pie. Esto rara vez sucede en la ciencia planetaria, pero hoy hemos resuelto el asunto”, sostuvo Stern a la BBC ese año.

Pese a que muchos expertos sostienen que la interpretación de Stern “tiene mucho sentido”, otros prefieren ser cautelosos al respaldar por completo la nueva teoría a partir de la observación de un único objeto y seguir indagando en nuestro vecindario estelar.

(FUENTE: larepublica.pe)

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