sábado, 11 de mayo de 2019

Leyenda: la joven monja que se mató por amor y cuyo fantasma deambula en un convento


Todo empezó en siglo XVI cuando México tenía calles empedradas y las familias acaudaladas eran propietarios de grandes haciendas con abundante ganado y vegetación.

En aquella época los matrimonios eran entre familias de igual posición social y María de Ávila no sería la excepción. Ella era la menor de tres hermanos, Gil y Alfonso Ávila eran sus hermanos mayores.

“María era una jovencita muy bonita e ingenua. Todavía no conocía las maldades del mundo y consideraba a todas las personas dignas de su confianza”, relata el sitio mexicano Zócalo.

Ella se enamoró de Arrutia, un joven mestizo que había llegado a la casa contratado por sus hermanos para hacer trabajos diversos. Él la enamoró, quería casarse con ella pero no por amor, sino por su dinero y posición social.

Arrutia era de una familia muy pobre, la riqueza de los hermanos Ávila lo sorprendieron y sabía que era muy difícil que algún día llegara a tener todas las propiedades, lujos y comodidades que los hermanos tenían, por ello se dedicó a enamorar a María. El trabajo no le fue difícil, pues la joven María le creyó todas sus mentiras y aceptó casarse con él.

Sin embargo, una noche Arrutia confesó en una cantina que pronto sería tan rico como los hermanos Ávila porque se casaría con María y era su fortuna lo único que le interesaba. Los rumores llegaron a oídos de Gil y Alfonso, entonces decidieron entregarle una gran cantidad de dinero para impedir que se casara con María. Cuando le entregaron el dinero le exigieron que se alejara del pueblo y de María. Él aceptó el trato, pues el dinero era suficiente para establecer algún negocio y vivir placenteramente el resto de su vida.

Arrutia se fue sin despedirse de María, ella lo esperó por dos años. Después de ese periodo Gil y Alfonso decidieron decirle que Arrutia había muerto. Ella destrozada por la noticia casi murió de depresión. La única solución que sus hermanos encontraron fue llevarla al Antiguo Convento de la Concepción, el único que existía en esa época.

Ella se entregó a Dios, rezaba y se mantenía ocupada, pero por las noches dedicaba horas de llantos y sollozos a su amado.

Un día se enteró que Arrutia no murió y que había regresado al pueblo, pero no para casarse con ella, sino para pedir más dinero a sus hermanos. La desilusión de la joven fue tan grande que terminó tomando una fatal decisión.

Según consignan varios portales mexicanos, una noche la joven salió al jardín del convento, amarró un lazo de la rama de un árbol de durazno y se colgó. Su cuerpo fue encontrado a la mañana siguiente y enterrado en el jardín del convento.

Después de ese día cuando las monjas salían a caminar por las noches por el convento solían encontrarse con la figura de María deambulando por los pasillos, a veces cuando las monjas se veían en el agua no veían su reflejo, sino el de la joven monja que se colgó del árbol de durazno.

La leyenda de María de Ávila es una de las más famosas de México. El convento donde se supone ocurrió la tragedia está en la calle Belisario Domínguez número 5 en el Centro Histórico, entre las calles Lázaro Cárdenas, Calle 57  y Allende.

(FUENTE: elsalvador.com)

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