lunes, 26 de febrero de 2018

México: Exposición de arte sobre las hechiceras


“Tres elementos liminales coinciden en un mismo personaje: magia, nocturnidad y femineidad. Los tres definen a la bruja, los tres son parte de su esencia…” Ana María Vázquez Hoys

Las brujas y las envenenadoras, las que hacen “amarres” y rituales. Las que preparan brebajes y pócimas, las que controlan y asesinan… pero también las que curan, las que consuelan, salvan y rescatan, las dueñas de los amuletos, las que ocultan y protegen. Todas ellas son las hechiceras, todas mujeres, todas rodeadas de mitos y misterios; con el estigma primigenio de su feminidad: la griega Hécate, las romanas Canidia, Martina, Licinia, Publilla y sobre todo Locusta; las míticas Morgana o la dama de Shalott de la leyenda artúrica y hasta las brujas de los cuentos de hadas, hoy tan malogradas en descafeinadas versiones comerciales. Todas ellas hechas una, invocadas por un conjuro hoy todavía inexplicable; el misterio del arte, el hechizo de la creación, la magia de la invención.

Georgia llama a su exposición “The Sorceras” y en ese juego de palabras la hechicera es ella misma, que tan bien ha interpretado en su obra (en toda su obra) la sensibilidad femenina, el universo íntimo de la mujer, su brillo y sus pulsiones, su misterio y su gran poder, a pesar de todo y de todos.

Con la colección de cerca de cuarenta piezas realizadas en formato mediano, con técnica mixta y actualmente en exhibición en el Expo Foro del Museo Fernando García Ponce, Georgia Charuhas, experimentada artista visual nacida en Estados Unidos aunque vecina de Yucatán desde hace décadas, refrenda su estilo particular, figurativo y simbólico, en el que invoca leyendas y misterios y ejerce con libertad las técnicas que domina: el dibujo, la gráfica, la composición tradicional… Georgia reinventa el universo femenino del sueño prerrafaelista en un nuevo lenguaje de expresionismo y fantasía, y gracias a sus raíces griegas y anglosajonas escucha las voces de Pitia en el oráculo de Delfos y lleva sus ecos danzantes hasta el oloroso bosque celta.

Así, con títulos tan sugerentes como “La novia de la boda negra”, “En la luz de la luna”, “Las embrujadas” y “El caleidoscopio de los inocentes”, la pintora evoca actos mágicos, eventos nocturnos, apariciones lunares, sombras y cantos rituales, todos protagonizados por un ejército de figuras femeninas y seres del bestiario —aves sobre todo— que en sus superficies ya se agolpan con gran barroquismo y prolijidad, ya dejan espacios de aire y descanso, vacíos y plenos de libertad.

Las hechiceras de Georgia son una suma de rostros y perfiles en procesión, cientos de ojos de una pléyade de personajes vestidos de túnicas desde las que nos miran en ancestral cascada más rostros y más ojos —que algo tienen de mezcla de animal y de humano—. Ojos algunos entornados, otros oscuros, profundos y temibles, otros abiertos y absortos, otros furtivos, ocultos por rizos y pestañas, ojos expertos en el “mal de ojo” y en las miradas que salvan y que curan.

En su propio texto en la hoja de sala, la maestra Georgia escribe sobre su trabajo y sus personajes como un alambique de instintos primitivos, esencias perfumadas y vestigios ancestrales que hereda la mujer y lleva debajo de la piel desde el comienzo de la humanidad, en una especie de tóxica mezcla de seda y fuego, al punto que “… con una sola mirada enredan el cuerpo y el alma de otros seres, brujas y ángeles…”.

Si por un lado, a lo largo de la historia la mirada masculina ha temido/deseado a la figura femenina de la “bruja” como fuente de todos los males pero también de los más deseados placeres, por el otro la mujer sobrenatural es en las viejas leyendas la destinada a ser amante y protectora de los héroes míticos y es también un hada y una hechicera, a veces elegida como la demoniaca portadora de maldiciones eternas y otras unida irremediablemente al destino de un mortal.

Todas estas mujeres, desprendidas de la condena, reconocidas en su belleza y su gran poder son las que en “The Sorceras” recoge Georgia Charuhas: compendio femenino, elenco simbólico, trasfondo mágico, misterioso arcano…— María Teresa Mézquita Méndez para “El Macay en la cultura”.

(FUENTE: yucatan.com.mx)

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