sábado, 28 de octubre de 2017

El origen del Día de Muertos en México


Desde este tiempo la forma en que se rendía culto a los muertos era con diversas celebraciones, pues gran parte de las culturas de Mesoamérica no veían la muerte como el fin de algo, sino como la continuidad de la vida, mientras que la finalidad última de ésta era el mantenimiento del orden vital. 

Esta celebración conmemora a los muertos cada año el 1 y 2 de noviembre. Y sí, es una celebración, porque los mexicanos recuerdan a sus familiares o personas cercanas que ya fallecieron, ofrendándoles lo que más les gustaba comer y beber en vida. Esta tradición tiene origen en los antepasados prehispánicos.

Rituales en el México prehispánico

Desde este tiempo la formas en que se rendían culto a los muertos eran celebraciones, pues
gran parte de las culturas de Mesoamérica no veían la muerte como el fin de algo, sino como la continuidad de la vida, mientras que la finalidad última de ésta era el mantenimiento del orden vital.

Los ritos funerarios variaban, dependiendo de la manera que había ocurrido la muerte y del
estrato social del difunto. Así que el culto que se rendía al muerto no siempre era el mismo,
pero entre algunos ritos están:

- Al igual que en el nacimiento, se cortaba un mechón de cabello, mismo que contenía el
tonalli. Estos dos mechones se colocaban en una urna de cenizas o en la tumba.

- Se lavaba y amortajaba el cuerpo con petate y mantas o con atavíos de los dioses, según su clase social.

- Posteriormente se le colocaba en la boca una piedra de jade u obsidiana que serviría como forma de pago en al otro mundo. Además, metían granos de maíz y hierbas para que se alimentaran en el viaje.

- Los amigos y parientes acudían a despedirse y se realizaban los cantos de lamentación. Si
la muerte era en la guerra, las viudas bailaban vestidas con las insignias de sus esposos y en ausencia del cuerpo hacían un bulto con palos de ocote que finalmente se cubría con las insignias.

- Después de cuatro días de bailes y cantos, el difunto era llevado al lugar donde sería
incinerado o al sitio de entierro, donde sería depositado junto con algunas de sus
pertenecías y objetos de carácter ritual.

¿A dónde iban los muertos?
El sitio al que iban también dependía de la forma en que habían muerto y eran:

- Mictlán. Era para quienes tenían una muerte relacionada con el agua, los que tenían una muerte natural o de enfermedades que no se consideraban de carácter sagrado.
- La casa del sol o Tonatiuhichan. Destinado a los guerreros muertos en combate o
capturados para sacrificio y las mujeres que fallecían en el primer parto.
- Tlalocan. Era para quienes morían ahogados, por rayos, lepra, hidropesía, sarna o alguna
enfermedad relacionada con los dioses del agua.
- Cincalco o Chichihuacuauhco. Llegaban los niños y se creía que un árbol nodriza los
amamantaba hasta que eran destinados a volver a nacer. También llegaban quienes ofrecían
su vida para ayudar al crecimiento del maíz.
Posteriormente, esta celebración se fue transformando tras la colonización, pues se
combinaron tradiciones europeas con las de los nativos de México. Esto dio lugar a que cada
año se le dediquen distintos días, dependiendo la región:

- 28 de octubre: se reciben a los que tuvieron una muerte repentina y violenta o en un
accidente.
- 29 de octubre: a los ahogados.
- 30 de octubre: a los que no tienen a nadie que les recuerde.
- 31 de octubre: a los que nunca nacieron o fueron bautizados.
- 1 de noviembre: a los niños.
- 2 de noviembre: a los adultos.
Cabe mencionar que la Iglesia católica fue quien instauró las dos últimas fechas.

 Fuentes:

Reyes, Bello Mariana. 2009. “Culto a la muerte en la Nueva España”, en Bien Común,
Fundación Rafael Preciado H., México.

Durán, Fray Diego. 1995. Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra firme,
estudio preliminar de Rosa Camelo y José Rubén Romero, Cien de México, CONACUlLTA,
México.

(FUENTE: muyinteresante.com.mx)

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