martes, 13 de septiembre de 2016

La primera candidata a presidir los EEUU fue una joven espiritista


Victoria Woodhull nació en septiembre de 1838, en un cabaña de madera al pie de una colina cerca de Homer, Ohio. A su alrededor sólo había campo. Además de prados que no parecían tener fin, Victoria también vivía rodeada de hermanos. Fue la sexta de diez hijos. Era imposible prever que aquella niña flaca y despeinada, hija del clan de los Claflin, fuera a convertirse en la primera mujer candidata a la presidencia de Estados Unidos.

Los Claflin, precisamente, no tenían buena fama en Homer. Más bien eran considerados unos pendencieros. Su padre, conocido como Buck, era un delincuente de poca monta al que le faltaba un ojo, y su madre, Roxanna, una fanática religiosa que daba a luz cada dos años. Cuando Victoria empezó a crecer, las esposas de los granjeros de la zona empezaron a alabar la delicadeza de sus rasgos, su mirada decidida. La niña parecía un milagro, un diamante surgida entre un montón de maleza.

Sólo fue tres años a la escuela, entre los 8 y 11 años, durante los cuales los niños se burlaban de ella llamándola "pequeña reina", en alusión a la monarca británica, e ironizando sobre sus raíces pobres. Como escribió la periodista Mary Gabriel en su libro titulado Notorious Victoria, ese insulto era más bien una premonición: "Se tomaba su papel de líder en serio. Desde una edad muy temprana Victoria se creía destinada a grandes cosas. Ella no tenía nada y quería mucho".

Un bicho raro
Ya lo dijo Richard Brookisher en The New York Times hace poco menos de dos décadas: lo que nadie suele decir en estos casos es que los profetas que sentaron las bases de nuestra sociedad, fueron, en ocasiones, bichos raros .  Antes de allanar el camino para Hillary Clinton con su batalla sufragista, Victoria Woodhull fue médium, agente de bolsa, editora e incluso prostituta ocasional.

La madre de Victoria oía voces, notaba la presencia espíritus. La propia Victoria escribió más tarde que cuando era un bebé y aún mamaba de su madre, observaba cómo movía los labios y se agitaba. Pensó que su madre le estaba transfiriendo, a través de la leche, una capacidad sensitiva, un poder. Algo que también notó Tennessee, hermana de Victoria. 

Por aquellos tiempos, la invención del telégrafo y algunas corrientes culturales llegadas desde Europa, como el espiritismo, volvían plausibles fenómenos inexplicables: desde la comunicación de mensajes a kilómetros de distancia hasta mantener una charla fluida con un antepasado. Buck, el padre de las niñas, no tardó en vender sus poderes para curar enfermedades. Tampoco dudó en rentabilizar los cuerpos de sus hijas cuando iba escaso de dinero.

Después de que se incendiara el molino familiar, el clan se trasladó a Nueva York. Victoria y Tennessee, ya crecidas, empezaron a asesorar a magnates de la ciudad sobre sus negocios, y poco a poco ellas empezaron a construir el suyo propio. 

Las voces de otros mundos y épocas que Victoria decía escuchar eran algo atractivo para las clases de Nueva York. Una médium no solo era un pasatiempo de moda en fiestas y eventos, o una ayuda para tomar decisiones sobre negocios: era una forma de hablar sin tapujos, y de ser independiente. Se entendía que la médium estaba atravesada por una fuerza exterior, y por lo tanto, no podían ser censuradas. Además, solían estar rodeadas de un público muy atento que las respetaba.

No es casualidad que algunos de los primeros manifiestos feministas los escribieran estas mujeres —ya fuera en forma de poemario o de diario sobre las sesiones—, pues se las consideraba importantes y con una posición social. Las ansias de libertad e igualdad, las ideas políticas, fluían como visiones por los cuerpos místicos de estas mujeres, y se mezclaban con los fantasmas. 

Amor libre
Victoria lanzó su propia revista semanal, Woodhull & Claflin's Weekly, donde escribía sobre espiritismo e ideas radicales. De hecho, su publicación se convirtió en el primer medio estadounidense en publicar el Manifiesto Comunista de Karl Marx. 

Poco después, apoyada por su mentor el senador Benjamin Butler, Victoria defendió el sufragio femenino en un comité del Congreso. Era la segunda mujer a la que se le concedía esa tribuna. Allí dijo: "Las mujeres son iguales a los hombres ante la ley, y son iguales en todos sus derechos". Afirmó que si los hombres continuaban excluyendo a las mujeres del gobierno, ellas tendrían derecho a rebelarse y a gobernarse a sí mismas.

En 1872, cuando aún faltaba medio siglo para que las mujeres pudieran votar en las elecciones y cuando apenas tenía la edad mínima para poder postularse, Victoria anunció su candidatura a la presidencia de Estados Unidos. Se sabía con el apoyo de los espiritistas, la clase trabajadora y las mujeres.

"¡Progreso!, ¡Pensamiento libre!, ¡Vidas sin límites!
Su anuncio causó un enorme revuelo y ella pasó a ser una figura icoloclasta, magnética. Iba firmando autógrafos como futura presidenta. Seguramente no podía imaginar que su propia madre iba a hundir su reputación. Para su progenitora, el hecho de que su hija se hubiera casado dos veces antes de cumplir los 30 no era algo fácil de digerir: el primer marido de Victoria fue Canning Woodhull, un médico alcohólico. El segundo, el Coronel James Harvey Blood, un veterano de la Guerra Civil traumatizado por su experiencia.

La madre de Victoria denunció al Coronel Blood por, supuestamente, haber corrompido a sus hijas; declaró en el juicio que los tres se habían acostado. Entonces Victoria defendió el amor libre ante una sala abarrotada: "Soy una amante libre. Tengo el derecho constitucional, natural e inalienable de amar a quien me lo permite [...] de cambiar ese amor cada día si así lo deseo".

A pesar de sus palabras, el escándalo sembró las dudas alrededor de Victoria, y alimentó nuevos escándalos que no fue capaz de ignorar. De hecho entró en una guerra de acusaciones desde su revista. Aquello desvió la atención de sus seguidores: ahora se hablaba más de las relaciones amorosas de Victoria que de sus ideas. Las sufragistas dejaron de apoyarla. Su campaña política se desvaneció, y se dice que, al final, apenas consiguió más de un centenar de firmas a favor de su candidatura.

Permítanme advertirles que a partir de las cenizas de mi cuerpo, un millar de Victorias surgirán
El 2 de noviembre de 1872, tres días antes de las elecciones, Victoria y su hermana fueron arrestadas por la policía. La acusaron de enviar publicaciones obscenas por correo. Como prueba, los agentes habían requisado pilas de su revista, que llevaban el siguiente llamamiento en portada: "¡Progreso!, ¡Pensamiento libre!, ¡Vidas sin límites!". Victoria no se resistió. En una carta que mandó al periódico New York Herald, escribió:

"Puede que tengan éxito en mi aplastamiento, incluso en la pérdida de mi vida: pero permítanme advertirles que a partir de las cenizas de mi cuerpo, un millar de Victorias surgirán y vengarán mi muerte, apoderándose del trabajo hecho y llevándolo hacia la victoria".

Un mes después Victoria y Tennessee fueron liberadas. La carrera política de la primera candidata a la presidencia de EEUU había terminado, pero era el inicio de muchas cosas; en un futuro, quizá, de un legado que suene como su nombre.

(FUENTE: playgroundmag.net)

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