martes, 6 de septiembre de 2016

El pacto oscuro que convirtió la brujería en un arma paramilitar


Un tribunal de Justicia y Paz buscó que los hombres que hicieron parte de los ejércitos paramilitares o de las autodefensas, contaran cómo la brujería se convirtió en un elemento circundante en el accionar violento de estas organizaciones.

Existe una amplia documentación que reconstruye los episodios sangrientos llevados a cabo por combatientes ‘cruzados’ (protegidos con magia), para burlar la muerte y provocar el peor daño a sus enemigos, destaca El Tiempo.

Era tal la intensidad de la guerra que incluso el enfrentamiento por el dominio territorial de los Llanos Orientales propició la mutua aniquilación de organizaciones paramilitares como la que libraron los ‘Buitragueños’ y ‘paras’ del bloque Centauros de las autodefensas.

"En la sentencia hay testimonios de ex-Auc que aseguran que antes de ir a los combates eran usuales las ceremonias en las que se ofrecía sangre de animales por protección”.

La redacción de justicia señaló:

Las versiones de los desmovilizados aseguran que, no obstante los rituales, los ‘paras’ del Centauros fueron derrotados por los ‘paras’ de Héctor Hernán Buitrago, ‘Martín Llanos’. Arroyave, quien sería asesinado un año después por sus propios hombres, ordenó que la bruja fuera desmembrada en frente de todos sus vecinos”

La guerra tuvo un matiz distinto, más oscuro y cruel, desde que el temor a ser ‘rezado’ para mal, termina por desterrar o asesinar a quien cayera la sospecha de ser brujo, rezandero y hasta botánico.

La lista de los poderosos jefes ‘cruzados’ es larga y cada uno de ellos encierra una historia de crueldad, persecución y muerte.

Pedro Oliverio Guerrero, alias ‘Cuchillo’, fue uno de ellos. Planeó y ejecutó la muerte de su jefe, Miguel Arroyave, comandante del Bloque Centauros, y fundador del Ejército Revolucionario Popular Antisubversivo de Colombia (Erpac). Murió ahogado tratando de escapar del asedio de la policía en diciembre de 2010.

El Tiempo lo describe así:

En su cuerpo encontraron seis collares y medallones que supuestamente le había regalado una pitonisa. Los que lo conocieron aseguran que estaba ‘rezado’ contra los disparos y que tenía conjuros para poder escapar de las autoridades. La borrachera del día del operativo (era Navidad) explica el ahogamiento y el fin de su mito criminal”.

“De alguna forma, es el reconocimiento de que el guerrero sabe que es igual de débil que cualquier persona. Independiente de que surja una animalidad, nos pone a todos en la vulnerabilidad de lo humano”, sostuvo el investigador Paulo Licona a El Espectador.

En el mismo texto, Carlos Alberto Uribe, director del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes, explica que la brujería es una “situación excepcional” de la dinámica de la guerra, que la repite en su contexto y fuera de él.

Al respecto, afirma lo siguiente:

 La brujería es el foro de lo que no se puede decir de otro modo. Representa también una forma de adquirir poder en un contexto de desorden social: “La brujería nace de la desmesura, de la no conformidad, del conflicto, del rechazo a aceptar las restricciones propias de lugar que uno ocupa en la sociedad”.

No obstante, el magistrado de Justicia y Paz de Bogotá, Eduardo Castellanos, cuestiona el empleo de la expresión “arma de guerra” para referirse a la brujería, porque esta afirmación desnaturaliza la complejidad del problema y la lleva a un plano superlativo que no es posible judicializar.

No se puede igualar a la brujería con graves conductas violatorias a los derechos humanos que sí han sido una verdadera arma de guerra, como, por ejemplo, la violencia sexual, la tortura, el desplazamiento forzado y el despojo de tierra”.

Afirmó el magistrado, quien aseguró, además, que “es literalmente imposible llamar a juicio y atribuir culpabilidades a espíritus o energías” a El Tiempo.

(FUENTE: pulzo.com)

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