martes, 12 de julio de 2016

Científicos demuestran que el alma no muere, sino que vuelve al Universo


La consciencia es el conocimiento inmediato que tenemos de nosotros mismos, de nuestros actos y reflexiones, pero también la capacidad de los seres humanos de verse y reconocerse a sí mismos y de juzgar sobre esa visión y reconocimiento. Su naturaleza es profundamente misteriosa y posee implicaciones existenciales, médicas y espirituales. 

El doctor Stuart  Hameroff, que es emérito en el Departamento de Anestesiología y Psicología así como Directivo del Centro de los Estudios de Conciencia de la Universidad de Arizona, en la ciudad de Tucson, Estados Unidos, y su colega, Sir Roger Penrose, físico matemático en la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, han estado trabajando desde 1996 en una teoría cuántica de la conciencia, que establece que nuestras almas están contenidas en estructuras llamadas microtúbulos, que viven en nuestras células cerebrales.

"La idea nace de que el cerebro es una computadora biológica, con cien billones de neuronas cuyas conexiones sinápticas actúan como redes de información".

Sus conclusiones apuntan a que nuestras experiencias de conciencia son el resultado de los efectos de la gravedad cuántica en los microtúbulos, un proceso que llaman reducción objetiva orquestada (Orch-­OR).


La comunicación entre neuronas mediante la secreción de neurotransmisores se realiza a través de vesículas sinápticas distribuidas a lo largo de sus axones. El citoesqueleto de las neuronas juega un papel clave en la dinámica de estas vesículas. Hameroff y Penrose proponen que los microtúbulos, las unidades más pequeñas del citoesqueleto, actuan como canales para la transferencia de información cuántica responsable de la consciencia.

Hasta ahora había un cierto consenso científico en considerar que la consciencia emergió como una propiedad de los organismos biológicos durante la evolución. Sería, por tanto, una adaptación beneficiosa que confiere una ventaja evolutiva a las especies conscientes. En cambio, la teoría Orch OR afirma que la consciencia es una característica intrínseca de la acción de un universo no computable.

"Según un reportaje publicado por el Daily Mail, en una experiencia cercana a la muerte, por ejemplo, los microtúbulos pierden su estado cuántico, pero la información dentro de ellos no se destruye. Es decir, que en términos comprensibles, el alma no muere, sino que vuelve al universo".

El Dr. Hameroff explicó ampliamente su teoría en un documental narrado por Morgan Freeman, llamado “Through the wormhole” (A través del agujero de gusano), que fue emitido por el canal Science de Estados Unidos. En este documental el doctor Hameroff declaró que cuando “el corazón deja de latir, la sangre deja de fluir, los microtúbulos pierden su estado cuántico. La información cuántica en los microtúbulos no se destruye; no puede ser destruida; simplemente se distribuye y se disipa por el universo“.

Y añadió que “si el paciente es resucitado, esta información cuántica puede volver a los microtúbulos y el paciente dice “Tuve una experiencia cercana a la muerte”. Si el paciente muere, “sería posible que esta información cuántica exista fuera del cuerpo indefinidamente, como un alma”.

El Dr. Hamerof cree que las nuevas ideas sobre el papel de la física cuántica en los procesos biológicos como la navegación en pájaros, ayudan a confirmar la teoría.

Ambos científicos, de renombre internacional, se suman pues a la idea de la existencia del alma, como el Dr. Rick Strassman  que cree que la entrada del alma en el cuerpo humano se produce a través de la glándula pineal.

(FUENTE: revistaañocero.com)

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