jueves, 19 de mayo de 2016

¿“The Witch” mató el cine de terror?


Así como hay quienes han sentenciando la muerte de la pintura en el arte desde hace ya muchos años – cuando se inventa la fotografía fue su primer gran crisis – y se le ha “matado” con nuevos medios artísticos cada cierto tiempo, el cine tuvo su gran nacimiento y también ha sufrido intentos de homicidio, al menos en la cabeza de algunos creadores y en la opinión de algunos críticos, quienes han visto caducos algunos géneros o técnicas narrativas.

Una de las más polémicas películas de terror de este año ha sido “The Witch” (Robert Eggers). Hay quienes vieron en ella un drama familiar en una preciosista pintura en movimiento, con escenas bellamente fotografiadas entre claroscuros y penumbras de vela. Una narración clásica, actuaciones inmejorables. Cuadros dantescos, sangre hermosamente derramada y un villano en forma de cabra. Una pieza de arte para festivales “serios” y para asustar intelectuales. Pero ¿da miedo? ¿Es una película de terror? Debido a quienes vieron en ella TODO menos una película de terror, surgió de nuevo la discusión ¿El cine de terror ha muerto?

¿Qué le da miedo y cómo codifica el terror el espectador del 2016? ¿Cómo quiere ser asustado el espectador en el 2016?

“The Witch” comparte buena reputación con otras películas a las que se le ha recriminado, de la misma manera, estar matando el género, a la vez que hay un grupo de personas – críticos o no – que enarbolan que el terror esté tratándose – visual y conceptualmente – de una manera refrescante e inteligente. Entre ellas están: “Let the right one in”, “The Babadook”, “It Folllows”, “Goodnight mommy”, “A girl walks home alone at night”.

Del otro lado del espectro se encuentran grandes éxitos comerciales, que llegan a considerarse más accesibles y de genuino terror por gran parte del público, como “The Conjuring” o “Anabelle”.

Como ya sabemos, el terror es una bestia mutante que se transforma de acuerdo a las necesidades de la época. Es así como “Godzilla” nace del miedo a la guerra nuclear, “El bebé de Rosemary” coincide con el miedo a malformaciones reproductivas en los 60’s, o “El proyecto de la Bruja de Blair”, donde su efectiva y mañosa estrategia publicitaria, dejaban interpretar que podía ser una filmación real, en una época previa al YouTube y la euforia del video en redes. Hubo muchos que fueron a las salas – y salieron de ellas – creyendo que era un documento fidedigno.

Hay quienes adjudican la decadencia del terror a la atrofia de nuestra receptividad a la sorpresa. En un mundo de consumo visual cada vez más rápido, con un menú de información extralimitado, pocas cosas nos causarán verdadero interés, ya no se diga asombro, menos miedo.

Es un hecho que lo que nos impactaba en los inicios del cine, no lo hace ahora. Cuando se estrenó “Freaks” en 1932, fue considerada tan perturbadora y horrible por el público y los censores que fue enlata por casi 30 años, hasta que fue re-descubierta en los 60’s (inclusive, la leyenda cuenta que el negativo original fue tirado cual basura en la Bahía de San Francisco). “El Exorcista”, que cuenta aún, pese a todo, con la insignia de “La mejor película de terror de la historia” no ha conservado, de igual manera y a decir de muchos, su efecto terrorífico -. En ese momento, hubo llantos, histeria y convulsiones en las salas de cine y se le advertía al público de su potencial traumatizante. Ahora muchos ven en ella una risible comedia con vómito de chícharos.

Recién la pude ver nuevamente. Y es un hecho – como también natural- que pese a que reconozco en ella todos sus valores técnicos visuales y narrativos, no me generó miedo alguno. Digo que es natural porque no puedes juzgar una obra – de cualquier índole o corriente – como si fuera una pieza inamovible de significado. Así como no te genera lo mismo una pintura o una canción, a los 20 o los 40 años.

Lo que vi en ella, y que no pude ver cuando era niño porque me faltaba vida para entenderlo, es, ante todo, una historia sobre la fe. Recuperar la fe en ti mismo para volver a encontrar sentido en lo que creías perdido, en la vacuidad, horror e injusticia de la realidad. Mucho influyó que la viera justo después de reencontrarme con Rocky de Sylvester Stallone. ¿No es “El Exorcista”, al final, la misma historia, pero con un sacerdote luchando por una última oportunidad?

La gente parece no decidirse. O mejor dicho, no nos decidimos.

¿Qué es lo que hace de terror a una película? ¿Es la cantidad de sangre, la cantidad de muertes, la cantidad 
de sustos impredecibles; el que haya un monstruo, el que haya una scream queen, el que sea sobrenatural o el que te conecte con la maldad del mundo real?

Justo ahora donde los tiempos parecen abrirse a nuevas posibilidades en todos los ámbitos y todos los aspectos de la vida cotidiana, se siguen atrincherando grupos de personas que tienen un concepto fundamentalista y fanático sobre algún tema y deciden que no debe ser cambiado ni alterado nunca.

¿Por qué queremos homogeneizar el terror en la sensación del espectador? ¿Por qué necesitamos homogeneizar lo que nos da miedo?

Decidir a como de lugar si “The Witch” es o no una película de terror, a estas alturas, me parece ocioso. Al igual que “El Exorcista”, y como lo hacen las mejores películas – llámese o no de terror – a mi parecer, “The Witch” desdobla un crisol de temas que dotan al filme de una experiencia más global perfectamente orquestada: es una historia sobre el fanatismo y el miedo como herramienta de control; un análisis crudo sobre el comportamiento y la psique de una familia y la histeria colectiva; el temor al otro, lo siniestro de tenerle temor a tu propia madre – ¿recuerdan “Carrie”? -, pero también es un acercamiento a la construcción clásica de la figura de la bruja y recoge imágenes que han estado en el imaginario colectivo de la humanidad desde hace siglos, pero dándoles un nuevo tratamiento, ofreciéndonos algo que, estéticamente convierte nuestras pesadillas brumosas en visiones sólidas y potentes en una sala de cine.

Eso hace a “The Witch” una buena película. Sin más. Lo demás sale sobrando.

(FUENTE: morbidofest.com)

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