jueves, 25 de junio de 2015

El libro sagrado de los Andes


El Manuscrito de Huarochirí, un conjunto de relatos en quechua sobre los mitos y personajes sagrados del mundo prehispánico peruano, “merece ser un monumento mundial porque muestra el valor de la tradición andina en lo mítico, histórico y filosófico”, comentó el historiador francés Pierre Duviols al recordar en Lima el trabajo en el que acompañó al antropólogo peruano José María Arguedas, autor en 1966 de la primera traducción completa al castellano.

Durante el seminario Ecos de Huarochirí: tras las huellas de lo indígena en las Américas, Duviols citó al escritor uruguayo Ángel Rama quien calificó la obra como “el Popol Vuh [recopilación de leyendas del pueblo maya] de la antigüedad peruana”. El historiador francés explicó que el sacerdote español Francisco de Ávila encargó a un peruano quechuahablante recoger los mitos indígenas que se iban a perder debido a la falta de escritura, antes de dedicarse, a partir de 1608, a la extirpación de idolatrías en la sierra de Lima (Huarochirí). “El original, de 31 capítulos y dos suplementos está en la Biblioteca Nacional de España”, afirma Duviols.

El investigador comparó la importancia de los mitos peruanos recogidos en el manuscrito con historias del Antiguo Testamento. Puso como ejemplo el segundo capítulo, en el que Cuniraya Huiracocha, el dios creador, procrea disfrazado con andrajos un hijo con la diosa Cavillaca sin necesidad de tener contacto físico: coloca su semen en un árbol, del cual ella come un fruto. Al nacer el bebé, todos los huacas (dioses) se reúnen para que la wawa (niño o niña en quechua) reconozca al padre. “El episodio es similar a los juicios del rey Salomón en la Biblia”, comparó Duviols.

De leyendas y realidades
Sobre el mismo mito, el sociólogo peruano Gonzalo Portocarrero destacó las relaciones entre hombres y mujeres. “Cavillaca descubre con horror que ese huaca piojoso es el progenitor de su hijo, y corre desesperadamente hacia el mar. Cuniraya se transforma en un huaca espléndido y poderoso, le grita que voltee, pero ya es tarde. Él encarna a una masculinidad acostumbrada a que respondan a sus deseos, quiere ser aceptado de la manera en que le viene en gana y pensó que Cavillaca lo aceptaría, pero no contaba con el orgullo de ella”.

“En el tercer capítulo, una llama avisa a un señor de que en cinco días el agua va a subir y matará a todos, y de que por eso debe irse con su familia y animales de varias especies. El valor intrínseco cultural de este mito es el mismo que el del diluvio en la Biblia”, añadió Duviols.

El valor del agua también se ve representado en un relato en el que la diosa Chuquisuso acepta tener relaciones con el dios Pariacaca a cambio de que el consiguiera agua para la tierra en época de sequía.

En la defensa actual de este recurso en el país, también son las mujeres las primeras —antes que los hombres— en esta lucha. Especialmente, en la defensa del agua mineral”, anotó Ortiz. “El agua era fundamental (en la época del manuscrito) y lo sigue siendo hoy”, apuntó el historiador.

(FUENTE: internacional.elpais.com)

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