jueves, 10 de julio de 2014

OVNIs en la cuenca del Baker al sur de Aysén


Los cielos prístinos e inmaculados de la cuenca del Baker al sur de Aysén se prestan como pocos para observar, si somos pacientes podemos ver estrellas fugaces, meteoritos y satélites dando vuelta a la tierra, pero a veces si se tiene suerte podemos ver algo más y comprender algo más del gran enigma.

La mayoría de los avistamientos de OVNIS ocurridos en Aysén, quedan en el más absoluto hermetismo, la gente se los guarda para si, con miedo que al contarlos se burlen de ellos, solo contando estas experiencias cuando están en confianza y se sienten a gusto.

Hace unos meses a tras en Chile-Chico, localidad fronteriza con Argentina a orillas del gran lago General Carrera, confundieron una sonda meteorológica con un OVNI. Subieron fotografías a las redes sociales, pero días después encontraron la sonda caída. Lógicamente el que entregó la información tuvo que aguantar las bromas.

Hasta hace algunos años existía un grupo organizado en Coyhaique que se juntaba esporádicamente y recorrían algunos puntos de la región en busca de avistamientos, labor realizada con precaución y sigilo para que no hubieran malos entendidos. Organización que surgió más que nada porque en ese años estaba destinado al regimiento Las bandurrias el cabo Valdés; famoso al desaparecer una noche al interior de Putre, luego de tener contacto visual con una gran luz venida de los cielos. Quince minutos más tarde regreso con una barba muy crecida y su reloj digital indicaba que habían pasado cinco días. Años después el ejército emitió una declaración pública, informando que todo había sido un montaje para justificar faltas cometidas por el oficial a cargo de la patrulla, pero como siempre sucede en estos casos siempre es difícil precisar si lo que sucedió fue en verdad una abducción como se dio a entender o fue un simple montaje para esconder malos manejos del oficial.

En Aysén siempre han existido estos relatos, sucesos que han estado ocurriendo desde la misma colonización del territorio, si alguien se tomara el tiempo de investigarlas seriamente nos daríamos cuenta que existen muchos relatos a este respecto, pero nadie se ha dedicado a clasificarlos y constatar su veracidad. En los años en que me dedique a la ganadería y viví en el valle del león al sur de Aysén en la cuenca del Baker, me tocaba de tiempo en tiempo ir hacia el sur bordeando el río Baker juntando ganado. Era normal que en esas largas travesías de a caballo, se creará mucha camaradería y confianza al trabajar con animales que de otra forma hubiese sido difícil de lograr, sobre todo después de largas jornadas de trabajo a la orilla de un buen fuego y un buen mate, era natural que se contaran historias y de cuando en cuando aparecía una de estas y muchas podían ser dudosas, pero algunas por los detalles y especificaciones demostraban que eran verdaderas.

El relato que más me sorprendió fue el que me hizo Don Renato Poblete, un hijo de colonos de primera generación Q.E.P.D, del cual aprendí todo lo referente al trabajo de campo. Era un gran trampero, tropero, cuidador de ganado, con esa cadencia y tranquilidad que solo te da la vida en el campo. Hombre de pocas palabras a la vieja usanza aysenina, que podría resumirse en que para el un apretón de manos valía más que un documento firmado en una notaria.

Una noche placida de verano muy en confianza, sosegados por unos buenos mates y tomando todos los recaudos posibles para que no me burlara me contó lo siguiente. Cuando era apenas un niño y vivía con sus padres y hermanos, una noche de invierno sintieron un ruido muy extraño que llegaba desde lejos, muy diferente a cualquier otro ruido conocido por ellos hasta ese entonces. La casa que habitaban con su familia era de un agua, de apenas dos habitaciones y solo tenía una ventana de 30x30 cm en la cocina. El padre al sentir los ruidos extraños los despertó y junto a todos en la cocina, ordeno que se callaran, cuando se atrevieron a mirar por la ventanita, se dieron cuenta que se había posado al frente de la casa algo muy parecido y cito literal, una carretilla luminosa de color violeta que tintineaba de alrededor de unos 50 mts cuadrados. El padre de Don Renato saco su rifle Remington, lo cargo con las seis balas y dejo una bala pasada. Pasaron toda la noche juntos con sus tres hermanos, dos hermanas y sus padres en la cocina avivando el fuego, con la orden expresa que nadie se durmiera por ningún motivo por cualquier cosa y que nadie mirara por la ventana.

La supuesta nave se pasó toda la noche con una luz violeta dando vueltas iluminando la casa y los alrededores. Los perros que estaban atados aullaron hasta que se cansaron. De amanecida el padre de Don Renato salió sigilosamente y escondido en unos matorrales vió como la supuesta nave se elevaba y partía, perdiéndose hacia el este por el lago leones hacia campos de hielo norte en dirección hacia el monte San Valentín. Al examinar el sitio donde se posó la nave, se percataron que había dejado un rastro quemado en todo el sector y estaba impregnado con un olor acre intenso que solo se fue una semana después y desde ese entonces nunca más volvió a crecer pasto en ese lugar.

En el año 1987 tuve mi propia experiencia en el valle del León junto a mi familia. Era pleno invierno en el mes de julio, había nevado mucho esa semana y estaba irritado porque no había podido salir al campo como debía a cuidar los animales, pero finalmente esa tarde noche vi algo de ese cielo azul tan diáfano en el horizonte cuando la atmosfera se limpia después de las grandes nevadas, presagiando que el próximo día seria de cielo azul. Había tenido que dejar un caballo atado en el sitio de la casa, por que a primera hora debía bajar a la costa de lago General Carrera a tres horas de cabalgata a una reunión con gente del Cuerpo Militar del Trabajo, por el inicio de las obras de la Carretera Austral Sur y querían que les arrendáramos el galpón de lana para instalar el campamento.

Esa noche nos acostamos temprano como de costumbre, a eso de las 4 de la mañana me despierta mi señora muy asustada con mi hijo de 2 años en sus brazos y sin que me diga nada me doy cuenta que el dormitorio esta completamente iluminado por una luz violeta intensa y que algo grande estaba arriba de la casa, sentíamos un ronroneo de motor suave y constante. El caballo que tenía atado se volvió loco y relinchaba con todas sus fuerzas; si no hubiese sido por el cerco de barones de madera que defendía la casa, el caballo se hubiera ido en contra de ella. La casa de adobe retumbara desde las profundidades por el corcoveo del caballo, que con sus 550 kilos de peso saltaba haciendo que todo el suelo retumbase. Tanta fue la desesperación del caballo que a pesar de haber estado atado con un lazo de varias brazadas, lo estiró tanto que finalmente lo corto y se fue directo contra el alambre malla que delimitaba con el sector de galpón y corrales y se enredo en él.

El miedo que sentimos en el instante mismo fue indescriptible, al pensar en fracciones de segundos qué querían o qué supuestamente nos habían hecho y que hubiese pasado, si no nos hubiésemos despertado. Luego de largos e intensos minutos en que ni siquiera parpadeamos, pero que se hicieron eternos, la luz desapareció, el ruido del motor se intensificó y llegó un silencio total muy abrumador. Apenas comenzó a aclarar fui en busca del caballo y lo encontré al lado de la tranquera que daba al campo, con el pecho desgarrado al haber encarado de frente el alambre de malla y con el resto del lazo atado al bozal.

Ese mañana igual fui a la reunión, pero llegué atrasado por que tuve que ir en busca de otro caballo al campo y demore un par de horas en bajar los caballos al corral y ensillar, así que llegué tarde a la reunión. Pero el comentario de mis vecinos con los del Cuerpo Militar del Trabajo era, si habían sentido el gran avión que había pasado de madrugada muy bajo por todo el valle y yo muy sorprendido conteste; la verdad es que duermo profundamente y no lo sentí.

(FUENTE: elparadiario14.cl)

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