martes, 12 de noviembre de 2013

La realidad de los exorcismo supera con creces a la ficción



Ojos en blanco, posiciones imposibles, crucifijos en llamas, niños con una fuerza sobrenatural… Todas ellas son imágenes que nos ha ofrecido la gran pantalla y que combinadas sólo pueden hablar de un tema: los exorcismos.

Este viernes llega a los cines la última cinta en tratar este asunto: El último exorcismo 2, dirigida por Ed Gass-Donnelly y protagonizada por Ashley Bell. El film viene acompañado de una curiosa campaña de marketing que ofrece incluso entradas gratis a los sacerdotes: “Cada vez son más los casos de personas poseídas por el demonio. Recientemente el máximo representante de la Iglesia en Madrid ha elegido a 8 sacerdotes para someterles a un período de formación acelerado en esta disciplina. Pero, ¿será suficiente con estos 8 elegidos?”, reza la web promocional de la película.

La semilla del diablo, Expediente Warren: The Conjuring, El exorcista... Son sólo algunos títulos míticos que recogen historias sobre “influencias demoníacas” y el trabajo que llevan a cabo los sacerdotes para acabar con ellas. Sin embargo, la Iglesia prefiere mantener el silencio en torno a estos temas. Pero...¿realmente se realizan exorcismos?

“Por desgracia, la realidad supera con creces a la ficción. Hay películas que reflejan con bastante fidelidad la realidad exorcística, como El rito o El exorcismo de Emily Rose”, asegura el periodista y escritor José María Zavala, autor del libro Así se vence al demonio. “Recuerdo que tuve la fortuna de ver ambas cintas en compañía del padre Salvador Hernández, exorcista de la diócesis de Cartagena, quien me confirmó que muchas escenas se correspondían con lo que él había vivido”.

“Una película que representa muy bien todo este mundo es la de El exorcista”, afirma José Luis Portela, un sacerdote del santuario de San Campio, en Tomiño (Vigo), que lleva décadas practicando exorcismos a personas y lugares para que se desprendan de “influencias satánicas”.

“Es tal y como aparece ahí. A veces un sacerdote joven no puede acabar con el demonio porque tiene la fuerza física pero le falta la espiritual y en el caso del anciano, nos encontramos en el lado contrario”, explica en una conversación telefónica a lainformacion.com.

En este sentido, el cura recuerda con aprensión el caso de una joven de 22 años que fue a visitarle al santuario junto a su pareja.“Era muy delgada, y sin embargo, tanto su marido como yo, que peso 108 kilos, tratábamos de sujetarla y era imposible, acabamos los dos por el suelo”.

A Zavala, un caso que le “dejó helado” fue el de Manuel, un empresario de 41 años “apuesto y simpático”, a quien según relata el periodista, “un aciago día, su vecina, que le doblaba la edad, se encaprichó con él y le hizo un amarre satánico. Manuel, que no estaba entonces en gracia de Dios, se vio envuelto en una horrible pesadilla real, rompió con su esposa y estuvo poseído por Satanás durante un año entero. Hasta que un día, tras someterse a numerosos exorcismos de manos del padre Salvador, quedó liberado en el santuario mariano de Fátima”.

¿Por qué hay mayor número de exorcistas en España?

En mayo saltaba la noticia de que el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, estaba en proceso de nombrar ocho sacerdotes para realizar exorcismos. Lainformacion.com ha tratado de conocer cómo se encontraba ese proceso pero desde la archidiocesis de la capital no han querido hacer declaraciones a este respecto.

Uno de los libros de cabecera utilizados para formar a esos sacerdotes es, precisamente, el escrito por Zavala. “La obra ofrece numerosos casos inéditos de posesiones diabólicas contadas por los propios afectados, quienes, tras la agonía de estar entre tinieblas, han visto finalmente la luz gracias a la Infinita Misericordia de Dios”, apunta el periodista.

“Todas las diócesis tienen obligación de tener un sacerdote exorcista”, señala Portela, que asegura que según un estudio realizado por el padre Gabriele Amorth, exorcista del Vaticano, el 80 por ciento de las diócesis españolas no contarían con esta figura. Para el sacerdote, ésta sería la razón principal de la decisión de Varela de formar a más sacerdotes en este ámbito.

“Ahora, los obispos se están dando cuenta de que hay más problemas de posesión diabólica que antes porque se está perdiendo la religiosidad, hay falta de fe, se está paganizando todo”, afirma. “Muchas veces cuando acudo a realizar un exorcismo a una casa, me doy cuenta de que no hay un símbolo religioso, un crucifijo o una imagen de la Virgen… Hemos desterrado a Dios de nuestros hogares, no tenemos ninguna protección, no tenemos a nadie que nos ayude”.

Zavala comparte la opinión del párroco. “Esta sociedad ha renegado de Jesucristo. O se está con Él, o se está con el demonio. No hay término medio”, afirma. “Hoy día, en plena crisis económica, la gente acude al tarot o a que le lean las manos en lugar de agarrarse al único que puede solucionar sus problemas: Nuestro Señor Jesucristo, el primer exorcista de la Historia”.

Con el fin de no caer en manos de curanderos o brujos, Portela opina que “no es correcto negar que existen casos de posesión”, aunque admite que la Iglesia en estos temas va con “pies de plomo” porque no quiere que se den confusiones entre problemas que pueden ser de orden psiquiátrico o psicológico con este tipo de manifestaciones.

Bendiciones y medicina

De hecho, una de las críticas más recurrentes a la práctica de los exorcismos es la de aquellos que aseguran que se tratan de “dolencias psiquiátricas”. Según los exorcistas, a la hora de saber si una persona está poseída o no el proceso pasa por que un representante eclesiásticos autorizado mantenga una conversación en la que perciba si existe en la persona una "influencia diabólica". En caso de que se determine que no hay presencia de Satán "se aplica una bendición" y se le remite a profesionales de la medicina.

Sin embargo, aseguran, hay señales que pueden determinar que el origen del malestar es 'demoníaco'. “Como signos de posesión podemos decir que está el entrar en trance con los ojos en blanco, la aversión repentina e irracional (por su intensidad) a todo lo sagrado: crucifijos, misa, etc. Aunque este signo no se da en todos los posesos, lo que sí que se da siempre es la pérdida de conciencia mientras emerge una segunda personalidad maligna”, apunta el Padre José Antonio Fortea, sacerdote católico y teólogo especializado en demonología, en su página web.

A este respecto Portela remacha: "una persona poseída no quiere entrar en el templo, rechaza y reacciona violentamente contra el sacerdote, el agua bendita le quema, a veces habla en otras lenguas...”.

Maleficios, pactos, consagraciones al demonio...

Según el sacerdote gallego, las causas más comunes de un posesión se deben a un "maleficio". "Una persona hace un rito para hacer mal a otra", explica, "de alguna manera, el receptor queda bajo un influjo satánico". Asimismo, reconoce que hay "modas" como "practicar la güija, un rito satánico, magia negra, budú... en el que la persona también queda unida con el demonio".

"Hace poco encontré en una finca un muñeco colmado de alfileres, es un ejemplo de un rito satánico que se ha hecho para hacer mal a alguien. También es frecuente que se ofrezca en sacrificio al demonio un animal, echando la cabeza o su sangre en el portal de la casa donde se quiere hacer daño", relata el padre.

“Conozco a varias personas que fueron poseídas por Satanás a la güija como si fuera un tablero de parchís, frecuentaron a tarotistas y brujas, asistieron a macro-conciertos de rock satánico… En definitiva, dejaron abiertas rendijas por las que se coló el diablo”, apunta Zavala.

Asimismo, según Portea, otro de los motivos que pueden llevar a una posesión es la "consagración de un niño al demonio por parte de sus padres que realizan prácticas satánicas". Por último, se encuentra la de realizar un "pacto con el demonio". En estos casos "se pacta rendir culto al demonio a cambio de que eche abajo un negocio, se lleve una empresa al éxito, arruine a una familia...".

Pese a estos “peligros”, ambos coinciden en que hay un modo de protegerse de ellos: “Si uno está en gracia de Dios, si frecuenta los Sacramentos”, afirma el escritor, “no tiene absolutamente nada que temer. Las maldiciones rebotan entonces contra su “chaleco antibalas” espiritual. No olvidemos que Dios es infinitamente más poderoso que el demonio”.

(FUENTE: teinteresa.es)

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