sábado, 7 de septiembre de 2013

La brujería acaba con los buitres en África


La devastadora caza ilegal que sufren los animales salvajes en los parques africanos tiene un nuevo objetivo: los buitres. Los pájaros carroñeros están siendo masacrados por dos motivos: para ser usados para rituales mágicos y para evitar que su sobrevuelo delate a los cazadores ilegales. Allí donde hay buitres volando hay un animal muerto, una pista para los agentes. Nadie los ve antes que ellos, son guardianes del parque y los mejores «denunciadores» de la caza furtiva.

Las cifras de muertes de estos animales se han disparado en los últimos meses. El director del Centro de Información de Envenenamientos de Griffon, Gerhard Verdoom, alertaba esta semana en el periódico 'Times Live' de que "el número de buitres envenenados ha aumentado dramáticamente".

Según el investigador, "antiguamente el curandero tenía que matar al buitre para hacer su muti (brebaje mágico que hacen las sangomas y curanderos), pero ahora hay ya una industria". Este es el gran problema de la caza furtiva, el millonario negocio que genera una industria paralela que supera los 10.000 millones de dólares.

Para los curanderos, dormir con una cabeza de buitre da a las personas el don de la clarividencia y les permite acertar en las apuestas deportivas o la lotería. "Cada buitre se vende a 600 rands (50 euros)", explica Verdoom y añade un dato para ejemplificar la magnitud del problema. "Mientras que hay más de 20.000 rinocerontes blancos, el número de buitres Cape Griffon (buitre del cabo) que quedan es de tan sólo de 10.000".

De hecho, algunos estudios científicos pronostican que en cuatro o cinco décadas esta especie animal, ya catalogada por la Unión Mundial de Conservación de las Especies como muy vulnerable, estará extinta si continúan las cifras actuales de muertes.

Envenenados por delatar a los cazadores
No sólo la brujería está acabando con los buitres. En Namibia, a finales de julio, aparecieron muertos 600 ejemplares que habían sido envenenados por cazadores furtivos ya que estos alertan a los agentes cuando cazan elefantes. Los buitres comienzan a volar sobre el cuerpo del animal muerto y en ocasiones esto da la señal de alarma de los ranger que siguen la pista de muerte que dan los carroñeros. Los cazadores envenenaron la piel del elefante y los pájaros murieron en masa.

A esta situación desfavorable para los buitres, se suman las muertes por cruzarse con el cableado eléctrico y por la falta de comida, ya que ha incrementado la costumbre de enterrar a los animales domésticos que mueren. El resultado es un problema para todo el ecosistema, ya que los buitres se comen las toxinas de los animales fallecidos, que soportan por su carga inmunológica. Su desaparición conllevaría también, por lo tanto, a un dispersión de enfermedades que afectarían gravemente a otras especies.

(FUENTE: elmundo.es)

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