El mito de la Atlántida sigue generando interés, especialmente a raíz de la aparición de nuevos estudios que revelan que la enigmática civilización podría haberse hallado en tierras onubenses.
En esta ocasión, Huelva Buenas Noticias se acerca a los estudios realizados por Georgeos Díaz-Montexano, un investigador nacido en Cuba, aunque español de adopción, que ha dedicado su vida a indagar sobre el mito de la Atlántida.
Hijo de descendientes españoles, Díaz-Montexano estudió Arqueología y Antropología en la Academia de Ciencias de Cuba, desde donde se trasladó a España en 1994. Aquí, un año después, fundó la revista Arqueología y Enigmas de la Historia, a la que le siguieron Arqueología Sin Fronteras, ArqueoHistoria, Canaán: revista de Arqueología Bíblica y la primera revista de egiptología en castellano de distribución en kioscos y librerías de España y América llamada La Esfinge. Revista de Egiptología, además de fundar Osiris. Revista de Egiptología. A estas revistas también se une el hecho de que es el autor del primer curso para aprender a leer jeroglíficos egipcios en lengua castellana.
Pero, sin embargo, si existe un matiz que llame la atención de Georgeos Díaz-Montexano es que desde hace más de quince años está dedicado a investigar el mito de la Atlántida a través de las fuentes históricas, como sucede con antiguos códices, papiros y manuscritos escritos en griego, latín o árabe, sin olvidar los textos del Timeo y el Critias de Platón. “Mi gran pasión es pues el estudio del origen de las antiguas civilizaciones, la evolución del lenguaje, los mitos y la filosofía”, según apunta este investigador. Y, en este sentido, apunta que “mi principal logro es haber sido el primer investigador en hacer un estudio paleográfico y lexicológico de la historia de la Atlántida sobre las fuentes primarias escritas en griego, latín, egipcio, fenicio, árabe, asirio-babilónico y sánscrito, entre otras”.
El origen de su fascinación por la Atlántida surge a los 14 años de edad, es decir, hace 33 años. Entonces descubrió a Platón, que le introdujo en esta “civilización desaparecida, siempre envuelta en ese halo de misterio, entre leyenda y realidad”.
Es más, en un principio, este español de adopción asegura que se encontraba entre los escépticos que creían la versión de que la Atlántida no existió, sino que fue un mito inventado por Platón para justificar sus ideas político-filosóficas, pues “algunos detalles que leía en el Timeo y el Critias no hacían más que convencerme de ello, pues una Atlántida tan desarrollada como una gran civilización del Bronce y que se hundió bajo el mar nada menos que unos 9.000 años antes de la visita de Solón a Sais, o sea, hace casi unos 12.000 años, cuando la mayoría de los seres humanos se hallaban aún en la Edad de Piedra, me ofrecía muy poca credibilidad”, afirma Georgeos, “menos aún, que tan avanzada civilización -para esos tiempos- hubiera estado en el medio del Océano Atlántico en una gigantesca isla tan grande como un mega-continente y lejos del entorno del Mediterráneo, donde sabemos que mucho tiempo después florecieron las primeras grandes civilizaciones de la Antigüedad”.
Sin embargo, su percepción cambió un día cuando descubrió casi por casualidad, mientras investigaba otro tema de filología clásica, una copia de unos viejos códices del Timeo y el Critias de Platón en griego bizantino, donde pudo constatar que las traducciones realizadas del texto tenía “incongruencias”, con algunos errores “muy graves”.
Según Georgeos, fue en aquellos errores donde encontró la clave, ya que hasta entonces las traducciones presentaban “una Atlántida imposible” que venían a refrendar la tesis oficial o académica, que asegura que esta cultura fue un mito. Por este motivo, a partir de este descubrimiento “me dediqué de lleno –con el tiempo ya en cuerpo y alma- a la investigación de la Atlántida”.
Sus estudios, además, los ha llevado a cabo desde una perspectiva novedosa, nunca realizada por ningún otro atlantólogo, basada en la tradición manuscrita de los textos del Timeo y el Critias de Platón (papiros, códices y manuscritos escritos en griego, latín y árabe) conservada desde la antigüedad tardía hasta la Edad Media. Es decir, no sólo utilizando las fuentes primarias de tradición platónica, sino también estudios de otros autores posteriores.
Una de las principales conclusiones de sus fuentes es que el enorme tamaño de la Atlántida, el hallarse en medio del Océano y el haberse hundido hace casi 12000 años no eran más que errores de interpretación o traducción. Al leer directamente los códices y manuscritos, “la Atlántida como una verdadera civilización histórica comenzó a ser ya cada vez más creíble”, explica este investigador. Por el momento, Georgeos Díaz-Montexano ha publicado diez libros sobre el tema, siete impresos y tres en formato Kindle de Amazon.
Tras todas estas publicaciones, dos de investigaciones paleográficas y lexicológicas, Georgeos asegura que no está en condiciones de poder afirmar, desde el punto de vista arqueológico, que la Atlántida exista, si bien “la mayoría de los antiguos autores, tanto griegos, romanos, egipcios y árabes, aseguran que sí existió”.
Su teoría es que, en caso de haber existido, sería una isla con una ciudad concéntrica circular situada en el Atlántico, ante la boca del estrecho de las Columnas de Hércules (Gibraltar) y próxima a Gadeira (Gades o Cádiz), entre Iberia, Marruecos y las islas Madeira. Por ello, su ubicación no sería exactamente la actual Huelva, pero se hallaría muy cerca, pero bajo el mar.
Así, la civilización Atlántida tiene mucha relación con Huelva. Según Georgeos Díaz-Montexano, es mejor hablar “de Atlantes o pueblos Atlánticos como poblaciones generacionales, cronológicamente situadas entre los algarvio-onubenses del Neolítico y los tartessios del Bronce”. Estas aportaciones fueron presentadas por este autor en el verano de 2003 en la Unesco, después de posibles hallazgos arqueológicos realizados de manera casual por buzos y pescadores en aguas cercanas a Huelva y Cádiz, que fueron ratificados por expertos a nivel internacional en arqueología subacuática o submarina, como son los doctores Cemal Pulak y George F. Bass, que “no pudieron determinar a qué civilización pertenecían, pero sí expresaron su conformidad con nosotros en que no eran meras rocas naturales o formaciones geológicas, sino auténticos sillares construidos artificialmente por el hombre, así como monolitos en forma de columnas”.
“La cuestión es que no basta con hallar posibles evidencias arqueológicas, hay que conseguir algo que es mucho más difícil: convencer a la comunidad científica internacional de que lo que ha sido descubierto puede ser interpretado como la Atlántida“, explica.
Este investigador considera que en el reciente documental de National Geographic presentado por el Dr. Richard Freund, los doctores Claudio Lozano y Juan Antonio Morales de la Universidad de Huelva intentaron hallar evidencias de su informe, “aunque dieron con unas formaciones que no parecen corresponderse con las de nuestro informe”.
En el informe de este investigador basado en los análisis de varios geólogos y arqueólogos, algunos de los sillares o losas de piedra bien talladas llevan en su centro una especie de gran Tau o abertura en forma de T, que podría ser la inicial de Tartesso, si bien es una teoría que no se ha podido confirmar.
Aún así, son anclas de piedras muy atípicas y no conocidas hasta la fecha, al tiempo que se hallaron monolitos en forma de columnas y menhires, restos de posibles muros de edificación, objetos de cobre y grandes ruedas en profundidades que oscilan los 17 a 40 metros, lo que descarta cualquier asentamiento romano o de la Edad del Hierro. Es decir, los restos son anteriores, como mínimo, de finales de la Edad del Bronce.
Estas evidencias submarinas han sido halladas en varios puntos cercanos a las costas de Cádiz y Huelva, o sea, el mismo área descrito por Platón como el comienzo la Atlántida, delante de la boca de las Columnas de Hércules. A este respecto, según Georgeos, “a veces aparece un revelador texto donde se nombra a un río o como el río o canal de la Plata ‘La Brillante’, donde no existen peces de ningún tipo ni siquiera culebras o serpientes”. Tal lugar podría ser el mismo río Tinto, que ya entonces estaría afectado por la extracción de minerales, tal y como revelan sus estudios.
En este sentido, Díaz-Montexano considera que también se han hallado evidencias claras de varios eventos catastróficos que combinaron terremotos y tsunamis sucedidos en distintas fechas y que encajan con el margen de tiempo establecido para el fin de Atlantis. En concreto, sobre la cronología de la civilización atlántica, este investigador explica que aunque sus orígenes podrían remontarse hasta hace unos 12.580 años, “su final catastrófico parece suceder en una fecha más reciente, ya en la Edad del Bronce, entre 1550 y 1530 a. C.”.
También se han hallado evidencias sobre la representación del símbolo circular concéntrico de la metrópolis de Atlantis en las cerámicas, en el arte rupestre y estelas funerarias desde el Calcolítico hasta finales de la Edad del Bronce y principios del Hierro por casi toda Iberia.
En este aspecto, para Georgeos Díaz-Montexano, “el caso más espectacular ha sido el descubrimiento reciente que hice de lo que considero una escena de la Atlántida representada en roca, al aire libre, en un lugar del territorio de influencia de Tartessos, no muy lejos de Cancho Roano, donde vemos no sólo la ciudad de Atlantis con sus anillos concéntricos y barcos entrando en ella, sino también caballos y toros, los dos animales más emblemáticos y tributos del dios de los Atlantes, Poseidón”. Al parecer, este mural puede ser de 1300 a. C. “a juzgar por algunos de los tipos de barcos con akroterión en forma de ánade, idénticos a los barcos de los ‘Pueblos del Mar’”.
Con esta base, este investigador está pendiente de realizar una expedición con un equipo de tipo histórico-arqueológico en aguas marinas para buscar las posibles ruinas de una ciudad sumergida que podría ser Atlantis. A pesar de ello, considera que es “quizá la tarea más difícil de todas” ante la abundancia de literatura pseudocientífica existente al respecto que ha contaminado la cuestión de la Atlántida con una muy mala imagen. “Así pues, el problema principal no será en este caso la financiación, sino el poder reunir un equipo de expertos titulados como los que exige la ley de Patrimonio y la convención de la Unesco”.
Junto a este proyecto, Georgeos trabaja en otros trabajos editoriales y de investigación, en su mayoría de la tradición histórica manuscrita relativa a la Atlántida, al tiempo que prepara la primera gran edición de textos antiguos sobre la historia de la Atlántida, ilustrada por la restauradora y artista visual argentina Ivana Quinteros, “un proyecto especialmente pensado para un público infantil y juvenil, pero apto para todas las edades”.
Estos libros se unirán a otros dos tomos publicados desde agosto de 2012 de un epítome que resume seis volúmenes de la serie de Atlantología Histórico-Científica, todos con una extensión media de unas 600 páginas e ilustrados por la premiada artista visual bonarense Monik Perz, que pretende ser como una pequeña enciclopedia sobre la Atlántida. “Recomiendo al lector estos dos libros donde se expone muchos de estos descubrimientos y teorías, con casi medio centenar de nuevas evidencias, con mapas antiguos y medievales donde se aprecia una isla de considerable tamaño situada justo delante de la boca atlántica de Gibraltar, rozando las costas de Huelva y Cádiz y ocupando todo el espacio del golfo y/o mar entre Iberia y Marruecos, tal y como describe Platón”, concluye Georgeos. Sus principales aportaciones, asegura, son “seguir el rastro de la historia de la Atlántida y hasta de Tartessos misma a través de las fuentes primarias egipcias”.
En definitiva, Georgeos Díaz-Montexano es todo un experto en este tema, por lo que agradece esta oportunidad para difundir sus estudios, que espera que despierten el interés de la sociedad onubense.
(FUENTE: huelvabuenasnoticias.com)
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