lunes, 14 de enero de 2013

Un búnker antizombis en Cataluña


El día del holocausto zombi, cuando un extraño virus se haya multiplicado por las ciudades y miles de seres autómatas busquen desesperadamente carne humana, él seguramente estará a salvo en su búnker.

En Cánoves y Samalús, un pueblo de la provincia de Barcelona, Dani Baró construyó un refugio antizombis con paredes de tres metros de grosor, puertas de 300 kilos, zonas de cuarentena para los que hayan sido mordidos y un perimetro de varillas afiladas para ensartar los cráneos de los zombis que intenten entrar, entre otras medidas de seguridad.

El búnker, para muchos el primero de su estilo, no sólo ha provocado sorpresa entre sus vecinos, sino también una cascada de seguidores en el blog donde su creador comenta los pasos constructivos (más de 100.000 en sus primeros días).

"Entre seis y 12 personas podrían vivir durante un año en el búnker si se produjera un ataque zombi. El búnker cuenta con alimentos, baños, primeros auxilios y puede funcionar sin electricidad", le explica Baró a BBC Mundo.

"Pero la idea no es sólo quedarse allí y esperar la muerte. Hay cámaras para monitorear el exterior. Tenemos un vehículo antizombi para hacer expediciones".

"Devorador"

La posibilidad de una pandemia viral ha saltado de las películas de terror a detallados tratados como la "Guía de Supervivencia Zombi" -donde se explican los pasos a seguir- o la novela "World War Z", ambos del estadounidense Max Brooks, donde un virus, Solanum, que se contagia a través de mordeduras, se instala en el cerebro de las víctimas y desata la locura zombi.

Aunque sus vecinos comiencen a mirarlo de forma extraña, Baró no tiene los ojos inyectados de sangre como los contaminados con el virus Solanum. Eso sí, admite ser un devorador de películas zombi y de terror.

"No creo que exista una amenaza que acabe con el mundo y menos zombi aunque muchos sí lo creen. Lo mío es un hobbie, frikismo (extravagancia) puro. Donde está el búnker ya existía un aljibe, un depósito subterráneo que fue el embrión del proyecto. Montar un búnker antinuclear era más complicado que construir uno a prueba de zombis que, básicamente, consiste en reforzarlo mucho", detalla el constructor.

Dani, que tiene una empresa de servicios agrícolas, además le ha instalado toques personales a su búnker como un tobogán que conduce a un crematorio y un aspersor con el que riega las plantas, que expulsa una lluvia de ácido clorhídrico para derretir el cerebro de los zombis, su punto vulnerable.

¿Qué hacer ante una amenaza zombi?

En su "Guía de Supervivencia Zombi", Brooks recomienda la construcción de búnkers; de hecho, los subraya como uno de los lugares más seguros en un brote mundial junto con las plataformas petrolíferas, las cárceles o las instalaciones militares. "Si se produjera un brote zombi, las posibilidades se supervivencia son pocas. También depende de los zombis, los hay rápidos, lentos, con poderes sobrehumanos. Enfrentarte a ellos es muy complicado, lo mejor es buscar un refugio seguro y aguantar", detalla Baró.

En la guía, como en páginas especializadas, se recuerdan principios básicos: correr, evitar todo contacto con los zombis, atacar sus cabezas donde se instala el virus (bates, catanas o fusiles de asalto son recomendables, se descarta la legendaria motosierra de las películas por poco práctica), amputar la zona que ha sido mordida y aislar a los infectados.

En teoría, los zombis comenzarían a morir al cabo de un par de años por el deterioro de la carne. En la novela "World War Z" que comienza con un infectado en China, la guerra mundial contra los zombis dura diez años.

En el caso del búnker antizombis de Baró, la amenaza real es que la alcaldía de su pueblo termine derribándolo por inclumpir la normativa urbanística.

Documental

El caso motivó el documental "L'Ultim Refugi" ("El último refugio") de Solanumfilms.cat, en el que se cuentan los detalles de la construcción del búnker que encendió la alarma de la administración local ante la posibilidad de que otros vecinos inicien proyectos parecidos.

"Con todos mis respetos yo no sabía que existía este pueblo, Cánoves, hasta que supe del búnker. Yo lo declararía zona protegida y haría visitas turísticas al lugar", comenta el escritor y guionista Hernan Migoya, autor del libro "Una, grande y zombie". Baró, por su parte, espera el final.

"He pensado en traer ejecutivos estresados que buscan sensaciones nuevas e incluso simular un ataque zombi. No creo en los zombis pero en muchos sentidos hemos construido una sociedad zombizada", comenta en el documental.

Quizás por eso a los zombis, esos seres putrefactos y sanguinolentos que nunca mueren en las películas, no les tiene miedo.

"Cuando sueño con zombis me despierto contento, pletórico porque acabo con ellos. Le tengo más miedo a cosas reales", le comenta a BBC Mundo.

(FUENTE: bbc.co.uk)

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