domingo, 15 de enero de 2012

Los Bokores, la puerta al vudú oscuro



Un ‘bokor’ es un sacerdote dentro de lo que se conoce como el ‘vudú Petro’, una tradición espiritual africana que conecta con los espíritus y a través de la cual es posible controlar la voluntad de otros.

La particularidad de los bokores es que no ponen límite a sus capacidades. Es decir, pueden realizar rituales en los que, si es necesario traspasar el límite de lo que puede considerarse ‘magia blanca’, no dudarán en hacerlo. Esto evidencia uno de los falsos mitos con respecto al vudú, y es que éste no siempre se utiliza de forma negativa o para hacer daño a otras personas.

Pero en el caso de lo bokores, lo límites de estos trabajos están muy difusos. Estos sacerdotes han adquirido unas capacidades que les permiten alcanzar niveles superiores en los rituales tradicionales de vudú. Niveles que implican, entre otras cosas, la manipulación de la voluntad de otros tras un proceso que podría considerarse de ‘zombificación’.

Los bokores son famosos sobre todo en Haití, donde existe una gran tradición del vudú y, concretamente, de esta corriente Petro. Se trata de una religión proveniente de África occidental en la que habría llegado a la isla a través de los esclavos y allí se habría mezclado, durante la época colonial, con diversos aspectos del cristianismo francés. Como resultado, aparecería este culto a los espíritus que, según se cuenta, consiguió liberar a los haitianos de la esclavitud, pero también dejó al país al servicio del Diablo.

Sea como fuere, lo cierto es que esta religión proliferó entre los habitantes de la isla y poco a poco fue adquiriendo más tintes de magia negra que sembraban el miedo entre una población extremadamente pobre y culturalmente arcaica. En este contexto, los bokores se consagraron como sacerdotes del vudú capaces de crear ‘zombis’, personas manipulables al servicio de las órdenes de otro.

El proceso de zombificación consiste en hacer que el sujeto ingiera un brebaje con un misterioso ‘polvo de zombis’ que provoca la pérdida de sus contantes vitales en una muerte aparente que se prolonga durante dos días. Durante este periodo, el sujeto permanece enterrado hasta que el bokor lo devuelve a un nuevo estado de conciencia mediante el uso de potentes alucinógenos que, a pesar de hacer que recobre sus constantes vitales, lo inhiben de su propia voluntad. Se dice que, de esta manera, el muerto es resucitado al menos en cuerpo, pero su espíritu ha muerto para siempre.

Numerosos científicos e investigadores han querido adentrarse en el universo vudú de los bokores, pero se trata de círculos herméticos, impenetrables y, en cierto sentido, peligrosos. Hasta el momento lo único que se ha descubierto es que parte de las sustancias que se utilizan en estos rituales -tetradotoxina, datura metel, datura stramonium y ducuna pruriens- son lo suficientemente fuertes como para provocar catalepsia, alucinaciones, amnesia y graves daños cerebrales, aspectos que desde el punto de vista científico explicarían lo más oscuro de la ‘zombificación’.

(FUENTE: ilustradordigital.es)

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