Convertirse en un monje budista, o al menos vivir como ellos durante un mes, está ahora al alcance de cualquiera gracias al programa Aventuras del Espíritu que ofrece la empresa Fang Valley, en la zona montañosa del norte de Tailandia, a escasos metros de la frontera con Birmania. Híbrido entre fundación y empresa turística, el objetivo de Fang Valley es impactar de manera positiva en la región y en el individuo, a base de ofrecer experiencias de auténtica inmersión cultural en esta remota zona de Tailandia.
Monje por un mes ofrece a hombres y mujeres la oportunidad de experimentar la vida de un monje budista en un templo de Tailandia, aprender a meditar y recibir clases sobre los principios del dhamma. Tanto iniciados en el budismo como novatos pueden participar en esta iniciativa que, desde 2008, atrae a curiosos de todo el mundo dos, tres o cuatro semanas.
El programa puede combinarse con una estancia en un pueblo tribal de los Lahu o de los Palaung, dos de las tribus que todavía sobreviven en la zona. Los clientes, nunca más de dos o tres al mismo tiempo, conviven con las tribus compartiendo sus comidas y durmiendo en sencillas cabañas de bambú, ayudándoles en sus quehaceres diarios mientras disfrutan del idílico paisaje de cataratas, montañas y naturaleza en estado salvaje del valle de Fang. Para quien, tras desvelar los secretos de la meditación y convivir con una familia local, quiera poner en práctica lo aprendido, el programa incluye la posibilidad de ejercer el voluntariado enseñando en alguna de las pequeñas y necesitadas escuelas locales.
La duración y las materias enseñadas dependen del candidato, pero incluso conversar en inglés con los alumnos y contarles cosas del mundo que desconocen es de gran valor para estos niños procedentes de las minorías étnicas que pueblan el norte de Tailandia. La estancia en el templo es gratuita, los participantes hacen donaciones y se pagan sus comidas, con un coste de unos 3 euros diarios aproximadamente.
¿Cuáles son las ventajas para el viajero que se atreva con semejante oferta? Además del interés meramente cultural que pueda tener profundizar en los principios y enseñanzas budistas para el foráneo occidental, la práctica diaria de la meditación y la austeridad de las condiciones suelen conducir a una mayor claridad mental y paz espiritual, según los testimonios que llenan su página web. Para quien huya del turismo tradicional la autenticidad de la experiencia, ya sea como monje o conviviendo con tribus locales, está garantizada.
¿Las dificultades? La austeridad de las condiciones –un templo no es un hotel 5 estrellas– y la dureza física de quien siga los 8 preceptos budistas necesarios para ser ordenado novicio –tan sólo dos comidas diarias antes de las 12 del mediodía, abstención de sexo y alcohol y madrugones, entre otros- hacen de esta experiencia un plato no apto para espíritus acomodados. Según el testimonio de Chris Nuttal, de Manchester, «soy una persona diferente a quien era hace un mes. Me conozco mejor a mí mismo y las experiencias que he tenido me han dejado una huella que nunca olvidaré».
(FUENTE: ocholeguas.com)
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