martes, 8 de febrero de 2011

En Kuzbás, Rusia, se espera al yeti



En la cuenca carbonífera de Kuznetsk, llamada abreviadamente Kuzbás, se busca al yeti. Los habitantes de esa región, una de las más populosas de Siberia, están seguros de que el mítico hombre de las nieves se ha encontrado refugio, lejos de los humanos, en un territorio montañoso llamado Górnaya Shoria. Allí se ha instaurado incluso una fiesta formal, el Día del Yeti, y el gobernador de Kuzbás, Amán Tuléev ha permitido premiar con un millón de rublos a quien le traiga al homonoide relicto para una taza de té a su casa.

Mientras el gobernador espera la visita del yeti para invitarlo a una taza de té, emprendedores de Shoria, especialistas en turismo, han optado por ofrecerle a la enigmática entidad algo más apetitoso. En lo alto de la hermosísima montaña Zelónaya, entre sus cándidas nieves, se ha abierto un “yeti-bar”, donde sirven babidas más fuertes. Los folletos publicitarios aseguran al hombre de las nieves que en su bar personal lo espera una simpática compañía.

El boom del yeti comenzó en Górnaya Shoria hace un año, cuando la administración de la región de Kémerovo publicó la noticia sobre unos homonoides peludos de hasta dos metros de estatura, supuestamente vistos por cazadores locales en la túpida selva norteña cerca de la Cueva Azáskaya. La información venía con una foto adjunta que mostraba la huella de un pié enorme.

Los antropólogos interrogados por periodistas respondían con sonrisas sarcásticas. A su vez, los especialistas en publicidad aplaudían y calificaban la noticia como una excelente movida publicitaria. Desde aquel entonces en los parques y jardines de Kuzbás se han eregido varios monumentos al yeti. La Cueva que se ha hecho famosa gracias a su huella, ha sido visitada incluso por el representante plenipotenciario del Presidente de Rusia para Siberia. Quien tampoco encontró al homonoide en sus entrañas.

Muchos en la región siguen confiando en que el yeti por fin llegue a tomar té con el gobernador. Porque no lo consideran menos real que al propio Amán Tuléev. El principal yetiólogo ruso Ígor Búrtsev, candidato a doctor en ciencias históricas, que ha dedicado 45 años de su vida a las búsquedas del yeti, sostiene que la información difundida por las autoridades de Kémerovo es sumamente útil.

Queiro decir que esta información favorece el negocio. Y no veo nada malo en eso. Tengo estrechos contactos con mis colegas yetiólogos norteamericanos. Les llaman bigfoot a los yeti. En dos ocasiones viajé a Estados Unidos y ahora de nuevo pienso viajar. Me prometen mostrar a alguna de esas entidades. En Estados Unidos también hay mucho de negocio en todo eso. Se abren cafés, restaurantes, museos. Se celebran conferencias, veladas pagadas, banquetes. Por otro lado, el tema es muy serio. En el sentido de que los homo sapiens compartimos el planeta con una comunidad de homonoides relictos. Considero el objetivo de mi vida ponerme en contacto amistoso con ellos.

(FUENTE: spanish.ruvr.ru)

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