lunes, 8 de noviembre de 2010

El cráneo de Broken Hill



Existe una arqueología prohibida que nos muestra inquietantes descubrimientos que, de revelarse ciertos, obligarían a rescribir la historia del hombre tal y como la conocemos. Aunque muchos se resisten a aceptarlo, existen una serie de anomalías -también conocidas como Ooparts-, que nos muestran claramente que algo inquietante ocurrió en el pasado. En muchas partes del mundo están apareciendo evidencias de una tecnología imposible.

Tal vez uno de los más conocidos fue el denominado Hombre de Broken Hill, en recuerdo del lugar en que fue hallado el cráneo de un homínido (Broken Hill, al norte de Zambia, la antigua Rhodesia).

El hallazgo tuvo lugar en 1921, cuando los trabajadores de una mina de zinc se preparaban para barrenar unos terrenos situados en una colina en Broken Hill (el nombre actual de esa ciudad es Kabwe, de ahí que en la literatura especializada se conozca con uno u otro nombre) y se percataron de la existencia de una galería, que conducía a la entrada de una caverna. La cueva estaba llena de restos humanos dispuestos de tal forma que indujo a los expertos a pensar que se estaba ante un lugar de enterramiento prehistórico.

Sea como fuera, los trabajos de recuperación se hicieron con torpeza y de los restos hallados, sólo nos ha llegado una mínima parte entre las que se encuentra el cráneo humano conocido como Hombre de Broken Hill u Hombre de Rhodesia. En un principio el cráneo fue clasificado dentro de la categoría de Homo Heidelbergensis e, incluso, se dudó que fuera un homínido, debido, sobre todo a su enorme tamaño. Actualmente se cree que el cráneo en cuestión sí perteneció a un homo sapiens si bien se especuló con la posibilidad de que el espécimen encontrado sufriera de acromegalia . Esta fue al menos la teoría mantenida por el Dr. Jack Cuozzo en su obra Buried Alive: The starling about Neandethal man objeto de fuerte controversia entre creacionistas y evolucionistas. Desgraciadamente, entre los restos no se halló la mandíbula inferior que, al parecer, hubiera ayudado en un diagnóstico más certero.

Sin embargo, lo más sorprendente de este cráneo son los dos agujeros que tiene (lo que aparenta ser un orificio de entrada y otro de salida) situados de forma simétrica en el hueso temporal izquierdo. En un principio se especuló con la posibilidad de que se tratase de una trepanación pero dada la antigüedad de los restos (al parecer, hallados en estratos de más de hace millón de años) como, sobre todo, de la forma y aspecto de los agujeros, esta hipótesis acabó descartándose. Simplemente se concluyó que los agujeros en cuestión no tenían explicación lógica alguna.

El Dr. Cuozzo sometió el cráneo de Broken Hill a diversos análisis y pruebas, llegando a la conclusión de que los agujeros no podían deberse a una trepanación.

En primer lugar, la trepanación, una de las prácticas más antiguas practicada por el hombre tanto por cuestiones médicas como religiosas, no explicaría la presencia de un segundo agujero, mucho más grande que el primero, justo debajo del primero, en el hueso occipital.

En segundo lugar, el primer agujero es más grande en su parte interior que en su parte exterior. Es decir, tiene lo que podríamos denominar, un biselado, justo la marca que cabría esperar si el agujero hubiera sido efectuado por algo parecido a una bala moderna. ¿Disparos en la prehistoria?

Jack Cuozzo opina que el cráneo de Broken Hill no sería tan antiguo como los paleontólogos suponen y, desde luego, mucho menos que los que el estrato en que se halló evidenciaría. Y llega a esa conclusión no tanto por la anormalidad de los agujeros hallados en el cráneo sino porque una antigüedad como la que postulan los científicos estaría reñida con las teorías creacionistas que el Dr. Cuozzo defiende.

Los científicos no son de la misma opinión. Para la arqueología oficial la antigüedad del cráneo de Broken Hill está fuera de toda duda. En su día, los científicos estimaron su antigüedad en alrededor de 10.000 años. Sin embargo, posteriormente y gracias a técnicas de datación modernas, se ha establecido la antigüedad de los restos en 125.000 años y los clasificaron como una subespecie de neanderthales.

Y no fue éste el único cráneo hallado. En 1953, en Saldanha Bay, Hopefield, Sudáfrica, se encontró un segundo cráneo de un humanoide del tipo Kabwe, es decir, como el hallado en Broken Hill, con primitivas herramientas y restos de animales. A ese cráneo se le dio una antigüedad de entre doscientos y cuatrocientos mil años. Este hallazgo demostraría que no estábamos ante el cráneo de un homo sapiens aquejado de acromegalia, sino ante una subespecie de homínido que vivió en aquella zona de África.

Así pues, los últimos descubrimientos echarían por tierra los cálculos del Dr. Cuozzo en lo que hace referencia a la antigüedad del primer cráneo, pero, desde luego, no explicarían los agujeros hallados en el cráneo de Broken Hill, su morfología y su impecable trayectoria. Bien al contrario, la mayor antigüedad de los restos encontrados en Sudáfrica no hace sino añadir más oscuridad en este misterio. En definitiva, estamos ante un cráneo que tiene no menos de 125.000 años de antigüedad y con una anomalía que nadie puede aclarar de forma satisfactoria.

Y cuando a la ciencia se le pregunta qué explicación tendrían las perforaciones halladas en el cráneo de Broken Hill, ésta calla. La ciencia, simplemente, no sabe dar una explicación a este enigma.

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