martes, 30 de noviembre de 2010

Aseguran que el fantasma de una anciana que fue asesinada pide justicia



Una mujer fue asesinada hace 20 años en La Matanza (Buenos Aires, Argentina) Ahora, los vecinos juran que el departamento que fue escenario del violento crimen está embrujado por fuerzas oscuras y que, además, la víctima ha regresado para pedir Justicia.

El espíritu de una anciana que hace casi veinte años tuvo una muerte horrible a manos de tres asaltantes, en San Justo, clamaría desde el más allá para que se limpie su memoria y no se le atribuyan las terroríficas e inexplicables manifestaciones que se suceden en el departamento donde la mujer murió tras padecer un atroz calvario derivado de un hecho delictivo, del que también dio detalles.

A través de un contacto telepático que habría sido logrado por la psíquica Alena Persaldi, el espíritu de la anciana reveló detalles del crimen que le costó la vida y sostuvo que, en el inmueble en el cual se sucedieron una cadena de episodios paranormales, "existen fuerzas oscuras que coparon la casa".

Persaldi jura que entabló contacto con el espíritu de esta historia a raíz de una investigación que abordó el caso de un joven matrimonio que padeció durante casi 5 años una serie de situaciones alucinantes propias de una casa embrujada y dignas de un escalofriante relato cinematográfico.

Jorge Varela y su esposa Claudia habían contado la inusual sucesión de anomalías que sufrieron años atrás en ese inmueble situado en la calle Monseñor Marcón 2618, a metros del Departamento Judicial de La Matanza, que de acuerdo al comentario de los vecinos en el barrio tenía que ver con la brutal muerte de la propietaria del inmueble.

“El departamento está maldito”, enfatizó el vecino en una suerte de macabra bienvenida a Jorge, a dos días que el joven docente se instalara con su esposa en el lugar para iniciar juntos una vida en común. La razón aparente de esa maldición residía, a criterio del interlocutor, en el fantasma de la mujer que años antes había muerto allí al cabo de un asalto de consecuencias aterradoras.

La conversación mantenida en esa tarde de noviembre de 2002 -inolvidable para Jorge- sumó otros detalles impresionantes en torno a la muerte de Lilia Dora Legarralde, la anciana que pagó con su vida su exceso de confianza hacia un sujeto de oscuro pasado que pululaba por el barrio ofreciéndose para changas y tareas diversas.

Nueve años antes, en 1993, Dorita -tal como la conocían en el barrio- le pidió a ese individuo que le hiciera un mandado en un comercio de la zona pero al volver al departamento del 1º A, lo hizo acompañado por dos facinerosos más. El trío redujo fácilmente a la abuela, le pegó y la ató a una silla para proceder a robar dinero y unos pocos efectos personales.

Los malvivientes consumaron el atraco y se marcharon para seguramente cambiar para siempre de escenario, dejando a Dorita en la silla a la que la habían sujetado. Como la familia de la mujer, que vivía sola, residía en Bragado, nadie notó la ausencia de la anciana que sobrevivió un par de días al calvario de languidecer, inmovilizada, minuto a minuto.

Casi una semana después, el olor nauseabundo despedido por el cadáver de Legarralde advirtió lo que había sucedido y el parte forense constató que el deceso de la mujer se había producido por inanición.

A partir de allí, propietarios e inquilinos que vivieron en el departamento de Legarralde fueron testigos de experiencias aterradoras que los llevaron a mudarse o desprenderse de la propiedad, aun malvendiéndola.

“Dorita nunca se quiso ir de ahí”, fue otro de los conceptos que Jorge escuchó del vecino que vivía al lado de esa propiedad, que incluso le anticipó “alguna que otra noche vas a sentir cosas porque en esa casa -dijo- pasan cosas”.

Y así fue. Para tener una definición profesional del caso de Jorge y su esposa quienes la semana pasada habían relatado las vivencias que los tuvieron como protagonistas, Diario Popular se contactó con Persaldi, estudiosa de fenómenos paranormales, quien a partir de sus dones y técnicas intentó establecer contacto con el espíritu de Lilia Dora Legarralde.

En una experiencia impresionante, Persaldi se habría contactado en forma telepática, primero, y visual, después, con el espíritu de Dorita quien le hizo saber que si bien tuvo manifestaciones en esa casa, en realidad las hizo para ayudar a sus moradores ante la presencia de entidades oscuras.

“Lo que me transmite ese espíritu -apuntó Persaldi- es que en vida quería mucho la casa que habitaba y si se manifestó ante las personas que en ellas posteriormente habitaron, lo hizo para ayudar a sacar a las otras manifestaciones oscuras que se esconden en ese inmueble y que no son obra de esta entidad”. El espíritu hizo saber a la psíquica que cuando murió “sufrió mucho la sed” durante “los tres días” que duró su calvario y por ende, la pérdida de potasio que le causó el paro cardíaco que marcó el final de su versión terrenal.

También aportó que los sujetos que entraron a robarle “fueron tres, de unos 30 años” a los cuales en una decisión fatal “dejó entrar”, que uno de ellos “ya había estado antes” y que otro lucía un pantalón de trabajo azul grisáceo. Según Persaldi, el espíritu de Dora “sufre porque se está degradando su memoria al atribuirle a ella las manifestaciones que se dan en la vivienda, que tras su muerte fue tomada por bajos astrales, causantes en definitiva de los extraños episodios que allí se registran.

“La entidad, que está en la luz, me dice que la gente interpreta al revés -aseveró Persaldi- no es su espíritu el que produce las anomalías en ese departamento y que en todo caso si se manifestó en alguna ocasión fue para ayudar y combatir esas energías negativas que sí tomaron su casa una vez que ella desencarnó”.

(FUENTE: lv7.com.ar).

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