jueves, 22 de julio de 2010

Presuntas víctimas del chupacabras fueron analizadas


El veterinario Carlos Soto realizó necropsias a numerosos animales que fueron encontrados muertos en circunstancias extrañas en la década del 90.

Soto, un veterinario con 23 años de experiencia en su profesión, relató ayer que inició este tipo de investigación cuando le llevaron un perro de la raza doberman pinscher a su consultorio.

“Los dueños vieron un animal extraño atacando (al can). El perro estaba flácido luego de cinco horas de muerto. No tenía rigor mortis”, explicó Soto.

Rigor mortis es la rigidez que presenta un cadáver horas después de la muerte mientras que necropsia es el término que se usa en las ciencias veterinarias para describir el procedimiento conocido popularmente como autopsia.

“En la necropsia (del doberman) no se encontró nada en específico” como causa de la muerte, indicó Soto, quien rechazó el sensacionalismo al hablar de este tema y enfocó la entrevista en todo momento desde la perspectiva científica.

Hallazgos de ataques anómalos

“Estuve en muchas necropsias de animales atacados”, dijo Soto, quien halló que algunos habían muerto por ataques de perros, pero también tuvo hallazgos que calificó como “anómalos”.

“Se veían áreas como si estuvieran cauterizadas” por algún instrumento. “En muchos de los casos se veían orificios más o menos de un centímetro de diámetro y animales que no tenían aproximadamente como dos terceras partes de la sangre”, describió el veterinario.

“Pequeños orificios, que no es lo típico que se ve en un depredador, que muerde y mata, y luego sigue desgarrando para comer”, explicó Soto en un tono neutral de voz.

“Si me preguntas si ese animal lo conocemos, yo desconozco el tipo de animal que hizo ese ataque o perforaciones. Por lo general entre los depredadores que conocemos, muchos atacan y dejan el animal muerto o comen” de él, afirmó.

“Eran pequeños orificios, a veces en forma de trípode el orificio, como un triángulo, como del tamaño de la goma de un borrador de un lápiz o más pequeño”, recordó el veterinario de sus hallazgos al hacer necropsias a animales, en su mayoría de granja.

Guineas, pavos, gallinas, cabras, conejos y vacas estuvieron entre los animales a los que Soto hizo necropsias. Algunos de ellos llegaron a su oficina con rigor mortis, pero otros no.

Indicó que encontró cabras y vacas a la que le habían llevado cerca de la mitad de la ubre.

“Los patrones (de heridas) variaban entre animal y animal. En unos veíamos heridas triangulares y en otros dos orificios. En aves y gallinas veíamos orificios debajo de la pechuga o del ala”, recordó Soto. Dijo que muchas de las heridas seguían una trayectoria hacia vasos sanguíneos u órganos, mayormente el hígado y el corazón.

El veterinario explicó que un depredador no va a morder a áreas específicas del cuerpo o a llevarse pequeñas partes del mismo.

Señaló que en algunas necropsias encontró rastros del uso de lo que semejaba ser un endoscopio, que es un aparato que se utiliza en la medicina humana y veterinaria para intervenir quirúrgicamente y remover tejidos.

“No puedo decir que el chupacabras existe, pero si puedo decir, por los animales a los que le hice necropsias, que no es normal lo que vi”, concluyó Soto.

(FUENTE: elnuevodia.com)

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