miércoles, 9 de junio de 2010

Para la ciencia, la vida extraterrestre dejó de ser una posibilidad insólita



En octubre de 1997, la sonda Cassini –un aparato de 5.600 kilos– fue enviada a Saturno para “radiografiar” al segundo planeta más grande del Sistema Solar. Pero el sábado pasado, con la divulgación de dos informes, dejó a sus famosos anillos varios casilleros más atrás. Y pasó al frente Titán, una de las lunas saturninas. Cassini mostró que su hidrógeno disminuye cuando los registros se toman cerca de su superficie (¿Como si algo lo estuviera “respirando”?). Otro dato: un mapa de sus hidrocarburos revela que algunos están en falta (¿Se consumen porque “alimentan” a una hipotética forma de vida?).

“Si estos indicios confirman la presencia de vida, será doblemente excitante ya que sería de una nueva forma, independiente de la basada en el agua que existe en la Tierra . Estaría basada en metano, un elemento que abunda en Titán”, comentó Chris McKay, astrobiólogo de la NASA ante la prensa. Este nuevo indicio se suma a un comentario del físico Stephen Hawking, lanzado a fines de abril: “Mejor no hacer migas con los ET”. Tras esa recomendación, varios científicos opinaron sobre qué hacer frente a un “contacto galáctico”. ¿Pero acaso no estaba mal visto pensar en un diálogo con seres de otros mundos? Hasta hace unos años, algo así podía ser motivo de mofa, casi a la par de “hablar con las tostadas”.

Diez expertos en cosmología, astrofísica, biología y astronomía –consultados por Clarín – coinciden en que esa posibilidad ya no es insólita. Y aunque no puedan describir a una forma de vida (inteligente o no) de otro planeta, tienen la convicción de que la Tierra no es el único lugar habitado. “ La ciencia avanza y las fronteras del Cosmos se expanden , podría haber otras formas de vida aunque no necesariamente como la humana”, comienza Norma Sánchez, directora de investigaciones del Centro Nacional de Investigaciones Francés (CNRS). “Para estimar esa probabilidad en otro lugar de, digamos nuestra galaxia –para no irnos muy lejos–, empezamos a pensar en cuántas estrellas adecuadas (parecidas a nuestro Sol) hay. Después, tendríamos que saber qué probabilidades hay de que una de ellas tuviera un planeta del tipo terrestre orbitando a su alrededor. El primer número de esas probabilidades es enorme. Y ya estamos empezando a determinar el de planetas extrasolares. En menos de 15 años descubrimos 450”, grafica el cosmólogo Pablo Mauas. Y concluye: “Como ese primer número es tan grande diría que es prácticamente consenso que la vida fuera de la Tierra es muy probable”.

“En los próximos años se avanzará mucho sobre las características de los nuevos planetas, en particular de aquellos que puedan tener agua líquida ; en ellos es donde hay más probabilidades de vida”, señala Diego García Lambas, astrofísico de la Universidad Nacional de Córdoba. Precisamente, el hielo de agua hallado en la Luna, Marte y en el asteroide Themis, refuerzan esas ideas. Además, como hace notar el cosmólogo Gabriel Bengoechea, “cada vez son más numerosos los centros de investigación que tienen su grupo de astrobiología”.

Y a mayor información, más dudas. “Hace unos años, la astrobióloga Virginia Trimble se preguntó desde cuándo están disponibles los elementos básicos para la vida. Concluyó en que es plausible que, en una forma elemental, haya aparecido en planetas circundantes a estrellas presentes en el Cosmos mucho antes de la aparición del Sol y la Tierra”, dice Alejandro Gangui, astrofísico del Conicet y profesor de la facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

“Si otra civilización se hubiera desarrollado antes que la nuestra ya se habría esparcido por toda la galaxia. El hecho de que no estén aquí nos sugiere que no hay tales civilizaciones”, reflexiona el físico Juan Maldacena. Aunque enseguida comparte otro pensamiento inquietante: “Por supuesto, estos argumentos son muy débiles.

También podría ser que a esa civilización no le interesara esparcirse, o que haya dejado nuestro Sistema Solar como una ‘reserva natural’, o que las civilizaciones se autodestruyeran rápido.
Finalmente, aunque hubiera vida en otros planetas, no sabemos cuán frecuente es la aparición de seres inteligentes que se puedan hacer estas preguntas”.

“La historia de la Tierra enseña que las especies desaparecen al cabo de un tiempo (los dinosaurios vivieron 140 millones de años). Es decir, que la vida ya puede haber desaparecido en ciertos planetas extrasolares y, por el contrario, no haberse desarrollado aún en otros. Quizás hubo vida en Marte y no sabemos si habrá en Venus (hoy es demasiado caliente)”, agrega Héctor de Vega, director en el CNRS.

“La cantidad de veces en que pudo haber aparecido la vida es considerable . Siempre hablando de vida similar a la nuestra”, puntualiza Esteban Hasson, profesor de Biología evolutiva en la UBA. ¿Y cómo hacer contacto? El proyecto más importante en ese campo es el del SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence), que intenta captar “señales inteligentes”. En la Argentina, desde hace años, funciona en el Instituto Argentino de Radioastronomía, donde recuerdan al pionero, el físico Guillermo Lemarchand. Por las dudas, además, en los años 70, las naves Voyager llevaron un disco de oro con un saludo amistoso para posibles vecinos. Y la sonda Kepler, lanzada el año pasado, busca a “Tierra 2” , el lugar que, parecido a nuestro planeta, tendría más chances de albergar vida.

“Aun si nuestra galaxia fuera un jardín lleno de vida, tengo pocas esperanzas de un encuentro entre especies. El hombre se aferra a su planeta como parte de su individualismo, una suerte de autismo galáctico”, concluye filosóficamente el astrónomo Roberto Venero.

(FUENTE: clarin.com)

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