Hace más de 30 años, los astrónomos detectaron la primera señal de origen extraterrestre. Ahora, un nuevo observatorio europeo escudriñará el espacio en busca de una respuesta que confirme que no estamos solos.
La noche del 15 de agosto de 1977, el profesor Jerry Ehman hacía su guardia en el Observatorio Big Ear de la Universidad Estatal de Ohio (EE.UU.), observando cómo una máquina escupía una larga lista de letras y números impresos. Era una noche más, sumida en la monotonía y el silencio cuando, de repente, algo sobresaltó a Ehman. El científico se abalanzó sobre el papel y sólo tuvo tiempo de dibujar un círculo y escribir a su lado «Wow!». Era la primera vez que alguien detectaba lo que podía ser una señal de una civilización extraterrestre.
La señal «Wow!» ha pasado a la historia como un pequeñísimo oasis en un infinito desierto de mutismo cósmico. Desde entonces, la búsqueda de vida inteligente fuera de nuestro planeta ha proseguido sin ningún otro contacto. El intento, conocido como proyecto SETI (Search for Extra Terrestial Intelligence), ha cumplido 50 años con sólo ese pequeño logro, tres letras escritas en un papel junto a una serie, 6EQUJ5, que describía la fuerza de la señal por encima del ruido de fondo y que, por lo visto, no podía haber sido emitida desde la Tierra. Con esa excepción, los responsables de la iniciativa justifican sus pobres resultados explicando que su trabajo es igual que buscar una gota en un océano y que llevará tiempo dar con algo más consistente. Además, las investigaciones más rigurosas apenas tienen una década. Ahora, un nuevo instrumento se ha incorporado al rastreo. Se trata del Low Frecuency Array (LOFAR), una instalación de radioastronomía paneuropea que realizará un mapa del universo en muy bajas longitudes de onda, una parte del espectro electromagnético que permanece relativamente sin explorar.
Escuchar las estrellas
Aunque el proyecto está en fase de construcción, ya ha empezado a ofrecer sus primeras imágenes de galaxias con gran calidad, según ha anunciado John McKean, del Instituto de Radio Astronomía (ASTRON) de los Países Bajos, en el encuentro de la Royal Astronomy Society que se ha celebrado en Glasgow. Una de las principales misiones de LOFAR será buscar señales de radio de baja frecuencia que puedan haber sido emitidas por civilizaciones de planetas que orbiten estrellas cercanas. La primera fase del programa estudiará cómo puede ser eliminada la contaminación de los transmisores terrestres. Después, comenzará a escuchar a las estrellas.
«LOFAR explorará las estrellas cercanas en busca de las emisiones de radio que sólo pueden ser producidas por medios artificiales, una señal de que hay alguien ahí y de que no estamos solos», explican sus responsables. «Los rastreos realizados hasta el momento se han concentrado en las frecuencias más altas, pero como no sabemos por qué frecuencias podría optar una civilización alienígena para emitir ondas de radio, LOFAR significará un importante paso en la búsqueda». Para los científicos, las perspectivas son «por lo menos, intrigantes». El objetivo es encontrar un segundo «Wow!», la respuesta que confirme que hay alguien al otro lado de la línea.
El telescopio dispondrá de 44 estaciones independientes repartidas por los Países Bajos, Alemania, Suecia, Francia y Reino Unido. Como ocupa una geografía tan extensa, permitirá detectar los más mínimos detalles y observar nuevos tipos de galaxias nunca vistas. Una supercomputadora analizará los datos, con la esperanza de que otro Jerry Ehman, esta vez europeo, se levante impresionado de su silla y escriba tres letras sobre un papel.
(FUENTE: abc.es)
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