sábado, 3 de octubre de 2009

¿Te ha pasado alguna vez?


Por: Reynaldo Silva Salas

No sonreía dormida, viendo dentro de su mente imágenes oníricas felices, pero tampoco su rostro dejaba adivinar que le invadían lúgubres imágenes que le causaran temor: solo era una jovencita, casi una niña, recostada, profundamente dormida en su cama. Apenas una tenue luz proveniente de afuera la iluminaba, envolviéndola en una especie de tenue vaho azulado. Su rostro juvenil se podía notar sereno, inexpresivo si, pero totalmente sereno. Noche sin luna, apenas se atisbaban estrellas en el cielo nocturno. Su cabeza reposaba cómodamente sobre la almohada, inmóvil, mientras soltaba de rato en rato, pausadas y suaves respiraciones. La puerta del dormitorio estaba abierta a medias. Un foco apenas iluminaba el dormitorio, desde el corredor que conectaba su cuarto con otro también a oscuras, con la puerta abierta y en la cual, en una cama visible, dormía su madre, dándole la espalda. Ninguna imagen fuera de lo común en su mente, ni mucho menos el tic-tac del reloj de su velador, ni un vaho, ni una brisa de aire gélido la alertó; la jovencita solo tuvo un impulso inexplicable, una reacción tal vez de supervivencia: abrió de golpe los ojos y apenas incorporó la cabeza de la almohada, para ver la puerta de su dormitorio abierta, el pasadizo iluminado, solitario y en silencio total.

“Algo” la había despertado,… pero no sabía lo que era ese algo. Por un instante sólo se dedicó a ver el suelo apenas iluminado débilmente por la luz del foco del pasadizo contiguo. Los ojos de la joven estaban bien abiertos; se sabía bien despierta: ni en medio de un sueño ni adormilada, estaba bien despierta y sin entender porqué se quedaba así, mirando el pasadizo desierto, y escuchando absolutamente nada, pues nada se oía en medio de la noche.

No había miedo en su mente ni en sus reacciones. La joven se incorporó más, apoyándose con ambas manos en su cama; por un instante trató de incorporarse por completo, pero no pudo llegar a hacerlo: allá había “algo”,… ella no lo podía ver, pero muy dentro de su ser, sabía perfectamente que no se encontraba sola. Sus pupilas se dilataron, adaptándose a la semipenumbra y tratando también de percibir qué concentraba toda su atención. Poco a poco, creyó “ver” algo allá, en medio del pasillo; su cuerpo se estremeció ante lo que lentamente se formaba ante sus ojos: ¡no se equivocaba, ahí había algo!, fue lo que pensó, mientras vió una especie de “aire”, de forma indefinida, algo más espeso y más oscuro que su entorno, cual un bulto, y que se movía en medio del pasadizo,… como se movería una persona. El bulto ese no tenía la forma de un humano,… pero sí se trasladaba como lo haría una persona caminando.

La adolescente estaba paralizada por completo ante tal extraña visión; frente a sus ojos, una parte del aire, se notaba distinto al resto de la atmósfera del pasadizo: mostraba un contorno oscuro, más oscuro que el aire en sí, como si tuviese un borde negruzco, que le daba forma. También latía, palpitaba, tenía movimiento,… y una extraña sensación que le venía desde lo profundo de las entrañas, le decía que ese “bulto de aire negruzco” era más caliente que su entorno,… ¡y un horrendo estremecimiento le hizo saber que hasta podría jurar!,… ¡podría jurar que jadeaba, que le miraba fijamente a pesar de no tener ojos visibles,… y que no era ni una pesadilla ni una alucinación!!!

Clavada a su cama, no sabía cómo reaccionar: tenía la cabeza llena de extrañas sensaciones, de mil ideas sin sentido, y casi paralizada por completo, al sentir, cual un presentimiento, que se hallaba en peligro. A través de ese aire con forma, podía ver como vería a través del humo de un cigarrillo el bulto tranquilo y apacible que yacía sobre la cama, allá lejos, al otro extremo de su pasillo: su madre le daba la espalda por completo, dormida profundamente, ajena a ese extraño y cada vez más inquietante y extraño suceso. La joven quiso alertarla, gritar quizás, pedir ayuda, pero no tuvo tiempo para eso.

¡Sus ojos se abrieron muy grandes al ver el pasillo!!, como si esa “cosa” intuyera, supiera sus acciones antes de pensarlas, esa cosa, ese pedazo de aire con forma cambiante, palpitante avanzó, ¡SÍ, AVANZÓ HACIA ELLA!!! No pudo ella siquiera soltar un gemido, un mucho menos un grito de ayuda: ese ser extraño, existente e inexistente, visible e invisible, con forma y sin ella, recorrió los varios metros que la separaban de la joven asustada ¡como lo haría alguien corriendo a grandes zancadas!!,… pero no: no como un hombre, porque en medio de sus zancadas inhumanas, y antes de llegar a la puerta entreabierta, la masa de aire,… pareció saltar sobre ella, cual fiera sobre su presa,… para desvanecerse casi sobre su rostro: ahí verdaderamente, empezó la pesadilla.

¡LA POBRE JOVENCITA QUISO GRITAR, PERO NO PUDO!!!, ¡su rostro fino y lozano se transformó en una horrenda mueca de dolor!! Tirando el rostro con violencia hacia atrás, como si hubiese recibido una descarga eléctrica, su cuerpo sufrió un espasmo horrendo que le arqueó con violencia la columna, tirando para atrás sus delgados brazos cual si de un juguete fueses, y terminando cayendo con fuerza contra la cama. ¡SUFRÍA UN DOLOR TERRIBLEEE!!! Su boca se abrió por completo, tratando de soltar un grito horrendo, potente,… ¡pero de su garganta no salía grito de pavor alguno!! Todo su cuerpo era sacudido por una creciente oleada de dolor, que comenzaba en sus oídos, en su cabeza y la recorría por completo, ¡sentía que se iba a morir en cualquier instante!,… sus oídos, su propio cerebro parecía que iba a explotar en cualquier instante: ¡DETÉNGANLO, DETÉNGANLOOOO!!, quería gritar, dar de alaridos, suplicar,… pero de sus cuerdas vocales apenas salía un gemido gutural apagado: nadie puede describir el horrendo chillido que le taladraba los oídos, por que nadie podía escucharlo, más que ella: era un chillido agudísimo, como el grito de mil aves infernales al mismo tiempo, ¡y que parecía confundirse con el chillido que ella trataba de soltar con todas sus fuerzas y no podía!!! ¡Todo el cuerpo le dolía, todo su ser era recorrido por un horrendo espasmo de dolor intenso, vibrante, espasmódico, que parecía que iba a trizar en mil pedazos todas sus carnes!!, Con los ojos desorbitados, inyectados, miraba aterrada a la nada que la hería y la atacaba, para luego ver llorosa a su madre allá lejos, intentando hasta el cansancio gritar con todas sus fuerzas, sin poderlo lograr, intentando vanamente el pedir ayuda.

Aterrada como nunca lo estuvo en su vida, la joven trataba de sacudirse de “eso” a como dé lugar,… pero el cuerpo no le respondía: ¡ella se sacudía con todas sus fuerzas, gritaba, trataba de patear, de morder, de golpear y su cuerpo no reaccionaba!!! Solo se estaba ahí, inmóvil, sintiendo cómo todos los músculos de su cuerpo dolían aún más mientras más trataba de luchar contra esa fuerza de horror, de pesadilla, que le atacaba, que procedía de lo desconocido,… ¡Y ESE HORRENDO CHILLIDO QUE NO PARABAAAA!!!, ¡BASTA: BASTAAAAAA!!!!, gritaba una y otra vez, desesperada, aterrada hasta el paroxismo, viendo que la única parte de su cuerpo que podía mover era su cabeza,… sus labios, su boca, que seguía soltando en vez de gritos de pavor, solo jadeos, gemidos guturales,.. y llantos desamparados, apenas audibles.

Pasados varios minutos que le parecieron infinitos, logró finalmente, con gran esfuerzo, incorporarse algo de la cama, pero solo para sentir con miedo indescriptible, que la pesadilla aún continuaría: ¡ALGO INVISIBLE, UNA FUERZA SOBREHUMANA LA SUJETÓ DE AMBAS MANOS Y LA TIRÓ CON FUERZA, GOLPEÁNDOLE SALVAJEMENTE LA CABEZA CONTRA LA ALMOHADA!! El golpe la hizo cerrar los ojos de golpe, y cuando los abrió de nuevo, se aterró completamente, al ver, LO QUE NO VEÍA,… una fuerza tremenda parecía tenerla asida de pies y manos, y nadie estaba con ella en le cuarto, nadie más que ella. Volteó el rostro hacia el cuarto de su madre, pidiendo auxilio, con el rostro desencajado por completo, viendo cómo seguía ahí, durmiendo plácidamente y ajena a todo ese horror que ella sufría.

Los músculos de su rostro se crispaba en mil formas posibles, mostrando así el dolor inconcebible que le destrozaba: el chillido crecía en intensidad por largos minutos, haciéndola convulsionar por completo. La joven sentía una horrenda y dolorosa presión sobre sus piernas: era como si un peso enorme le cayese de golpe encima de ellas, amenazando con partírselas en ese instante. Con los ojos inundados en lágrimas, apenas pudo alzar la mirada pare ver sus piernas: ¡quiso gritar aún más fuerte, ante lo que vió!!! Una aparición de pesadilla ahora estaba con ella, en su mismo cuarto, casi reptando al borde de su cama: observó con ojos desorbitados, con absoluto terror, una silueta negra, notoria en la penumbra del cuarto, de ligera apariencia humana, y que gateando trataba de subir a la cama; en su mente atormentada, quedaron impresos para siempre, los únicos rasgos que pudo distinguir de ese ser: sus ojos de color rojo intenso, alargados en extremo, y que definitivamente no pertenecían a este mundo. En ese momento la adolescente comenzó a tratar de gritar con más fuerza aún, intentado incluso de chillar aún más fuerte que ese estridente chillido inhumano que la rodeaba por completo, que la atormentaba terriblemente,… soltando nuevamente esos jadeos guturales que nadie oía, que su madre no oía y que nadie oiría jamás,.. así como tampoco alguien iría en su ayuda.

La “criatura” finalmente había terminado de encaramarse sobre ella: ¡quiso gritar de dolor: el peso encima suyo era terrible, sentía cómo se le aplastaban bajo ese peso invisible, horrendo!!,… poco a poco, empezó a sentir cómo la vida se le iba,… ¡no podía respirar, NO PODÍA RESPIRAR!! Ese peso inmenso, imposible de quitar de encima suyo le asfixiaba irremediablemente. Podía mover la cabeza para todos lados, abrir la boca inmensa,… pero de sus cuerdas vocales no salía nada, solo estertores, intentos cada vez más desesperados de tomar aire y llevarlo a los pulmones,… y grotescos balbuceos de puro miedo, apenas inaudibles.

Cerró los ojos sintiendo que finalmente “eso” le vencía, y que iba a morir, solo a morir: un flash rasgó la negrura en la que se introdujo al cerrar los ojos, ¡NOOOO!!!, ¡ESA “COSA” ESTÁ DENTRO DE SU CABEZA!! La adolescente empezó a luchar de nuevo: cada vez que cerraba los ojos para “huir” de todo eso,… veía cosas, cosas horrendas, cosas incomprensibles, ¡su desesperación era total!,… la jovencita sufría al ver cómo dentro de su mente se formaban formas y figuras horrendas,… grotescas, asquerosas que le hacían ver escenas indecibles,… ¡que no podían ser originadas por su mente casi infantil!,… ¡cosas en que ella no quería pensar, ni vivir!!!, casi enloquecida por la maraña de horrendas y asquerosas imágenes, la joven veía cómo le era imposible dejar de pensar en esas cosas,… sintiendo a la vez espasmos incontrolables que recorrían todo su cuerpo: ahora, el chillido inhumano se acrecentaba a ratos, originando más imágenes impropias en su mente, y más convulsiones incontrolables la recorrían toda. Ya sin fuerzas, cerró nuevamente los ojos, esta vez para ya no abrirlos más: lo que la atacaba le estaba haciendo pedazos el cuerpo, su frágil e inocente mente, y en cierto modo, su alma: ya no podía luchar contra todo eso.

Lentamente el cuarto del dormitorio se fue aclarando con una tenue pero cada vez más creciente luz azulada: se acercaba el amanecer. De un segundo al otro, sin ninguna señal, toda esa terrible tortura cesó de golpe: el chillido se apagó de golpe dentro de su cerebro, como si un también invisible director de orquesta hubiese ordenado acabar con esa aterradora bulla. También de golpe, la sensación de tener un inmenso peso encima desapareció: la jovencita, apenas se sintió liberada de la presión, apenas recobró algo de movilidad en el cuerpo, giró sobre la cama, dejándose caer sobre su costado, con los ojos desorbitados de pavor, abrazándose instintivamente a sí misma, en posición fetal. Una espantosa sensación de haber sido agredida, de haber sido vejada, la consumía por dentro. Al mismo tiempo, una sensación de indescriptible terror le impedía voltear el rostro: algo dentro de si le decía que no mire por la ventana frente a su cama,… la cabeza le dolía desde adentro, al igual que los oídos; el corazón se le desbocaba a mil por hora y el resto del cuerpo era presa de constantes e incontrolables temblores, dolorosos como si todos los nervios de su cuerpo estuviesen al rojo vivo,… pero lo peor de todo, lo peor de todo y que le hizo soltar lágrimas de un dolor infinito, era encontrarse completa y absolutamente despierta: desde el inicio en que sufrió esa agresión venida del Más Allá,… había estado despierta: no había sido un sueño,…

Las primeras luces de la mañana empezaron a colarse por la ventana frente a la cama: no le calentaba el tibio sol del nuevo día; para la víctima de ese terror nocturno, la luz que empezaba a recorrer su cama más bien le ocasionaba escalofríos y un terrible dolor, el que podía sentir perfectamente en los huesos. Se recogió aún más en posición fetal, como tratando de darse protección así misma: la pesadilla vivida había acabado,… pero en realidad algo dentro de lo más hondo de su ser, le advertía que solo era la primera noche: la primera noche de muchas por venir, y que tal vez la llevarían hasta la misma locura. La jovencita soltó un sollozo amargo, temiendo que tal vez podría llegar a “acostumbrarse” a semejante ataque, venido desde lo ignoto.

Echó una mirada a su habitación y con dolor vio que todo estaba como siempre: su ropa, sus muebles, sus peluches y su escritorio con sus útiles escolares. Nada demostraba que algo inaudito, aterrador en extremo, le había ocurrido ahí. Al poco rato oyó ruidos provenientes de la cocina: su madre como todos los días, calentaba agua para tomar desayuno, mientras escuchaba la radio. La joven víctima del terror nocturno se incorporó atontada, temblorosa y sintiéndose desamparada. Al abrir la frazada, vio sus rodillas: en ambas se podían ver perfectamente, cuatro arañazos en cada una de ellas: eran cortes algo profundos, delgadísimos, que dejaban ver su piel abierta y de los que habían surgido delgados hilos de sangre coagulada: también habían pequeñas manchas de sangre en las sábanas. Eran una prueba de que definitivamente había ocurrido algo, pero sabía que sólo eso tenía: sabía perfectamente que no podía pensar en un abuso humano por que no lo había habido,… solo su alma y su mente, habían sido atacados. Se incorporó con dificultad de la cama, sabiendo que no podría hablar de “eso” con nadie, ni siquiera con su madre: solo alguien que lo ha vivido y padecido, podría entenderla,…

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