lunes, 3 de agosto de 2009

Los fantasmas del Colegio Nacional de Mendoza (Argentina)


Se cree que son los espectros del ex rector Tomás Silvestre y de un fallecido jefe de preceptores. Docentes y alumnos rescatan estos relatos para mantener la tradición oral del establecimiento. Alumnos y personal que a diario transitan por el casi centenario edificio del ex Nacional, sobre todo los del turno vespertino, cuentan que ¡hay fantasmas! Aseguran que, al caer las sombras de la noche, por esa sugestiva mole de tenebrosos patios, misteriosos gabinetes, perturbadores sótanos, interminables pasillos, deambulan los espectros del ex rector Tomás Silvestre y del otrora jefe de preceptores Gilberto Pereyra.




Nadie los ha fotografiado ni filmado. Pero algunos sostienen que se los percibe con el rabillo del ojo o por una extraña atmósfera que invade algún recoveco del lugar. Al parecer, Silvestre suele rondar por el Patio de los Tilos (que da hacia las esquina sudoeste del edificio ubicado frente a la plaza Independencia). Y Pereyra puede mostrarse sentado en el extremo de otros de los patios o hacerse sentir a través del humo de los cigarros que acostumbraba fumar.

Silvestre falleció por causas naturales en 1954, en el mismo establecimiento: fue hallado en la casa que, hacia 1915, se construyó para que ocuparan los rectores (es la construcción situada en la esquina de Sarmiento y 25 de Mayo). Y Pereyra, quien era adepto a lo esotérico, fue hallado sin vida en 1989 en su vivienda de Las Heras por algunos compañeros de trabajo , al parecer fulminado por un ataque cardíaco.



Se cree que son los espectros del ex rector Tomás Silvestre y de un fallecido jefe de preceptores. Docentes y alumnos rescatan estos relatos para mantener la tradición oral del establecimiento.


Tomás Silvestre (retrato renglones arriba), nació en el 3 de abril de 1893 y murió 31 de julio de 1954, en Mendoza. Era profesor de Filosofía. Fue rector del Colegio Nacional entre 1930 y el año de su fallecimiento. Durante su gestión, el establecimiento pasó a llamarse “Agustín Álvarez” (1932) y se creó el Liceo de Señoritas (1934). Se lo recuerda como un gran consejero y compañero de los estudiantes. Por otra parte, Gilberto Pereyra fue, hasta que murió, en 1989, jefe de preceptores. Dicen que era estricto, pero amable y dispuesto. Se interesaba en la parapsicología. Cuentan que una tarde, en la sala de profesores y ante la insistencia de sus pares, movió unas tazas de té a la distancia.

A pesar de lo escalofriante que pueda resultar, los que creen en estas fantasmales presencias no les temen: los ven como espíritus benignos y protectores. De hecho, sienten que el ex rector y el desaparecido jefe de preceptores están ahí apoyando a los estudiantes y a los que tienen la misión de enseñar y cuidar la disciplina.

Y, lejos de pretender exorcizar estos relatos, en el Agustín Álvarez los quieren seguir transmitiendo. Esa recuperación de la tradición oral forma parte del Proyecto Centenario, iniciativa que lleva adelante una comisión presidida por la ex rectora María Cristina Bartolozzi de Gargiulo, y que está integrada por docentes y directivos en funciones, con miras a celebrar el siglo del edificio (se terminó de erigir en diciembre de 1910).

En efecto, una las ideas propuestas para la conmemoración es publicar una memoria con las experiencias y vivencias de los alumnos de ayer y hoy, lo que incluye estos cuentos de aparecidos, señalan las profesoras Graciela Colamarino (Lengua y Literatura) y Marcela Hurtado (Sociología e Historia), miembros de la comisión. Destacan que el trabajo de rescate de “este patrimonio intangible” ha sido labor de varios docentes que, como ellas, creen que los fantasmas del Nacional son parte de la identidad y la mística del colegio.

Colegio con espíritu propio
“La ficción ayuda al hombre a vivir”, considera Colamarino, quien dice que rastrear y recuperar estos relatos de espectros ayudan al sentido de pertenencia de la comunidad educativa del establecimiento. “No cualquier colegio tiene 100 años, su propio himno, sus fantasmas –expone–. Estas narraciones son maneras de sentirse identificado, diferente, fuerte, parte de un colegio especial”.

A eso, Hurtado aporta: “Estos fantasmas pueden ayudar a los jóvenes de hoy a sentir que no van a cualquier colegio: van al Nacional, el Glorioso, el Nacho, que tiene su historia y mística; son como dos protectores que acompañan a los estudiantes en este tránsito de vida, en la compleja etapa de la adolescencia, y a los profesores en la ardua la misión de educar”.

(FUENTE: diariouno.com.ar)

1 comentario:

  1. Estimado,
    Linda crónica. Estudie en el Alvarez, em 1972/3. Me acuerdo de un precepptor, Pereyra. Existe alguna foto de el? Abs

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