jueves, 18 de junio de 2009

Autoestopistas fantasmas (11), La monja del cementerio


Esta es una leyenda muy común en Colombia, y que tiene la particularidad de ser una versión algo distinta a las tradicionales, acerca de autoestopistas fantasmas.

La historia comienza con un taxista en turno de noche, conduciendo cuando ve una persona que le hace señas para detenerse. Al principio, el taxista solo puede ver una sombra, sin distinguir a la persona por completo, cuando se acerca más, se sorprende al ver que se trataba de una monja a altas horas de la noche, sola.

El taxista detuvo su auto e inmediatamente la monja abordó el taxi y le pidió que fuera al cementerio. El taxista dudó por un momento, para luego con un gesto de afirmación, enfiló hacia el rumbo requerido; en el camino el hombre le preguntó a la monja que hacía tan tarde y sola, a lo cual la monja sólo se quedó en silencio,… sin responderle nada.

A medida que se acercaban al cementerio, el taxista comenzó a sentir unos inexplicables nervios, los cuales achacó a que no le era nada agradable pasar a esas horas por aquel lugar. El taxista paró, y le dijo a la monja cuanto era el valor de la carrera, a lo cual la monja le respondió diciendo que si la podía esperar un momento, que en ese momento no tenía dinero,… pero que dentro del cementerio tenia conocidos que le podían ayudar. El taxista decidió esperarla: después de todo –pensó-, podía confiar en una monja.

Pasaron las horas, y la monja no aparecía para pagarle. El taxista, cada vez más preocupado, miraba por la ventanilla de su taxi, buscando alguna señal de vida ahí adentro, pero cada vez los nervios se le aumentaban más al ver el cementerio totalmente oscuro, sin ninguna luz prendida. Finalmente, el taxista decidió buscarla. Pensó que de pronto le había sucedido algo a la monja,… pero cuando se adentró en la oscuridad pudo notar que las puertas del cementerio ¡estaban cerradas!, y cerca de ahí se veía al que cuidaba el lugar.

El taxista entonces le preguntó, ya muy nervioso, si había visto a una monja entrar al cementerio, a lo cual el vigilante le respondió negativamente diciéndole que nadie había entrado al cementerio a esas horas, y más porque a esa hora estaba cerrado el cementerio. El conductor no pudo más con sus nervios y corrió a su taxi e inmediatamente acelero sin mirar atrás,…

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