miércoles, 1 de abril de 2009

Autoestopistas fantasmas (4) : La rubia del cerro Chilco



Desde hace muchísimos años una misteriosa rubia es el embeleso de choferes, escritores, poetas y amantes en Pacasmayo (Región Libertad), y sus alrededores. Los que han tenido la dicha de encontrarse junto a ella viven momentos de intensa felicidad, sobre todo cuando el afortunado, cree que ha logrado conquistar el corazón de la rubia mas bella que ojos humanos han podido contemplar.


Dicen que la rubia es una bellísima mujer joven de cabellos de oro, ojos azules como el cielo, de tez suave como terciopelo, labios rojos como coral y de un cuerpo esbelto y lozano como una diosa.


La particularidad de esta bella mujer es que casi siempre se le aparece sólo a los choferes, por el lugar llamado el Cerro Chilco (también llamado San Pedro), y pide la conduzcan a Pacasmayo; a veces más bien prefiere ir al cementerio. Acepta gustosa tomar alguna bebida en los restaurantes de la ciudad, pero al menor descuido desaparece dejando al galán plantado con los "crespos hecho".


Algunos que la han conocido, han tenido que ser conducidos al hospital para recuperarse de la tremenda crisis nerviosa tras el suceso.


Esta bellísima aparición ha logrado cautivar más de un corazón: el poeta Jacinto Mendoza Liza, en su poemario "tesoros y Misterios de Cupisnique", cautivado por la rubia del Cerro Chilco, le dedicó estas líneas:


"Hermosa rubia de tez nácar,

mejillas rosas, carmín sus labios

que de entre abiertos cáliz de lirios

hermosas perlas se ven brillar.


Ojos celestes, igual que el cielo,

son dos luceros que en esas noches

de intermitentes luces fugaces,

hacen más lindo su hermoso pelo.


Leve sudario, cubre sus formas

excelsas curvas de gran belleza

trasluce hermosa, clara belleza

con su cadencia resalta más".


Finalmente agregaremos una nota trágica que ocurrió en los ‘80s y que perennizó esta leyenda:


El 29 y 31 de Marzo de 1982, el diario local "Ultimas Noticias" trae la noticia trágica.

Sucedió así: El chofer Luis del Campo Torres, de regreso a Trujillo, sabiendo sobre la "aparecida", no quiso regresar solo, se detuvo en San Pedro para buscar pasajeros, pero no consiguió ninguno. Se fue solo. Al llegar al Cerro Chilco, intempestivamente aparece una mujer, él sugestionado, creyendo que era la rubia, -pensó: a mí no me lo va hacer- así que, aceleró su carro atropellando a la mujer. Después de haberle pasado el carro por encima, pensó ¿y si no era la rubia...? Se volvió a San Pedro para dar cuenta a la policía. Cuando llegaron al lugar del incidente, allí estaba la pobre mujer todavía con vida,… y no era rubia. La llevaron a la Clínica, a donde llegó cadáver.

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