martes, 16 de septiembre de 2008

La magia selvática tradicional


En las prácticas mágicas tradicionales de la amazonía peruana, el animismo es la piedra fundamental: es la creencia en que todo en la naturaleza (plantas, animales, ríos, árboles, etc.), es morada de poderosas deidades espirituales, a las cuales se les debe respeto y con las que se puede contar en caso de necesidad. Una clara diferencia entre este tipo de prácticas mágicas y la andina tradicional es que el chamán o curandero amazónico tiende a usar menos materiales para realizar sus trabajos, limitándose casi exclusivamente al uso de plantas, hierbas y otros elementos de su entorno, actuando como un “canal” de las energías de la naturaleza invocadas por él. En la amazonía peruana, los curanderos son popularmente llamados “médicos” (diferenciándolos de los doctores, a los que llaman “facultados”), y se consideran nacidos para curar los “Daños”; diferenciándose más bien del brujo, que es como denominan al “malero” o individuo que realiza “Daños” y del “hechicero”, que es como nombran a los brujos negros, a quienes consideran casi como a asesinos. Ningún curandero selvático tolera ser confundido con ellos o nombrado de esa manera.


La forma de iniciación en la magia en la amazonía tiene lugar a temprana edad en el caso de herencia familiar ó en otros casos, tras realizar un viaje de iniciación, de período indeterminado, por la espesura de la selva, siendo ahí instruido el chamán por los espíritus de la selva mismos. El conocimiento de la medicina herbaria por parte de los practicantes de esta rama de la magia es inmenso y no deja de sorprender a los científicos e investigadores, anhelantes de encontrar nuevas propiedades medicinales y curativas en la fantástica farmacopea herbaria amazónica, y que son totalmente desconocidas por la ciencia occidental.


Los chamanes y curanderos amazónicos se consideran inmersos en una comunidad mística con la selva y sus habitantes, tanto los que pertenecen a esta realidad como los que pertenecen a las otras, siendo el uso ritual y curativo de las diversas variedades de plantas psicoactivas o alucinógenas muy común para ellos, teniéndolas clasificadas de la siguiente manera: las que hacen ver, que son las que permiten ver situaciones y realidades más allá de la capacidad de los sentidos normales; las que hacen viajar, que son las que les permiten ver y observar sitios épocas y lugares ubicados en este mundo y en otros; las que enseñan, que son las que les dan la posibilidad de aprender la magia y sus inmensos conocimientos en medicina herbaria, en esos casos, ellos consideran que “la planta les enseña”. También están las que calientan el cuerpo, utilizadas para procesos curativos, las que afinan y embellecen la voz, utilizadas para seducir, las que dan fuerza, las que queman las almas, usadas para anular “Daños”; las que cicatrizan heridas, y finalmente, las que se intercambian con las entidades invisibles. Entre todas ellas, destacan a la ayahuasca (Banipteriosis caapi), a la cual consideran su maestra.


Para realizar el ritual de la toma de la ayahuasca, como paso previo se realiza una limpieza y purificación de las vísceras por medio de la ingesta de un cocimiento en base a la planta conocida como yawarpanga, la cual posee un poderoso efecto vomitivo, siendo la evacuación tan exhaustiva. que, se asegura que se llega incluso a sentir que se expulsa medicamentos tomados tiempo atrás; una vez realizada esta limpieza, se realiza un día de ayuno, para luego finalmente realizar la ceremonia en sí.


La ayahuasca no se consume sola, sino más bien se hace un cocimiento de esta planta y la chacruna, pues es esta última la que hace activa las cualidades psicoactivas de la ayahuasca. Apenas transcurrida media hora, aproximadamente, se inicia el estado alterado de conciencia, conocido por los chamanes como mareación, condición en la cual, tras una sensación de un impacto sordo en el área del tórax, se inician las visiones e imágenes, envolventes, nítidas y llenas de color, que van desde ver sucesos pasados y futuros de la historia de la humanidad, hasta asuntos personales, pasando por simbolismos referentes a la vida y estado del participante; todo esto se vive mientras se tiene constantemente al chamán guiando la experiencia, envolviendo a los participantes en densas nubes de humo de cigarros de tabaco negro selvático, conocidos como mapachos, a la vez que recita y canta los icaros, que son versos y cánticos ancestrales propiciatorios para las visiones.


Durante el proceso de la mareación, el chamán que también se encuentra bajo los efectos de la ayahuasca, observa atentamente las emanaciones de color que despiden los participantes, -las cuales pueden ser consideradas como manifestaciones del Aura del paciente-, interpretándolas con la finalidad de identificar enfermedades y “Daños”, para tomar medidas para eliminarlos; muchas veces los realizan por medio de una flema mágica, el mariri, con la que envuelven el “Daño” absorbido por ellos para finalmente escupirlo. En este proceso a veces el “Daño” se logra manifestar físicamente, adoptando generalmente una forma animal. El proceso en que el chamán absorbe este tipo de “Daño” y lo expulsa es el más peligroso de todos, incluso llegando a poner en riesgo la vida del curandero. Muchos chamanes logran también, por medio de la ingesta de ayahuasca visitar otras partes del mundo y de otros mundos bajo los efectos de las mareaciones.


Actualmente, varios médicos y científicos, peruanos y de diversos países se encuentran en la amazonía peruana, investigando codo a codo con los chamanes de descubrir si la ayahuasca y otras plantas psicoactivas pueden ser utilizadas para curar enfermedades por medio de los tratamientos que utilizan desde tiempo inmemorial los chamanes amazónicos.

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