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viernes, 15 de enero de 2010

El puente de los perros suicidas


En un diminuto pueblo del oeste de Escocia llamado Milton, abrazado por las verdes tierras del condado de Dumbarton, existe un misterioso puente de estilo victoriano que ha suscitado el interés de científicos, charlatanes y parapsicólogos oportunistas. Desde los años 60, decenas de perros han sido seducidos por una inexplicable y voluntariosa actitud suicida que les llevó a saltar al vacío desde lo más alto. Tras años de teorías adscritas a la ignorancia, varios científicos han dado con la causa de tan misteriosos saltos.

En 1859, un burgués terrateniente llamado James White, adquirió unos terrenos a las afueras del pueblo para construir una pequeña mansión de retiro espiritual. Acaudalado en riquezas e influencias logró contratar a uno de los mejores arquitectos de la época para el diseño de lo que sería la mejor villa de la comarca. Para acceder a la villa había que salvar el cauce del río Clyde, por lo que un puente de diseño acorde a la mansión y que anticipara su elegancia victoriana era más necesario. Así nació el ‘Overtoun Bridge‘

El puente es una construcción muy sobria, de tres ojos flanqueados por torreones clásicos y de estilo victoriano. Viene rematado con anchísimos petos ciegos de piedra y de más de un metro de altura que impiden vislumbrar el cauce del río a los animales sueltos, pero también anulan la percepción de altura a los mismos.

El origen de los primeros saltos suicidas caninos se remonta a principio de los años 60, cuando varios testimonios informaban sobre el repentino y enigmático ademán de algunos perros conforme alcanzaban el centro mismo del puente. Sin mediar provocación o suceso los canes tomaban carrerilla y saltaban por encima de las barandas sin detenerse en ellas para observar el otro lado. Acababan estampados en alguna roca de la escorrentía. Algunos sobrevivían malheridos por la amortiguación del agua para volver raudos al centro del puente e increíblemente saltar de nuevo. No fue hasta que las experiencias similares se amontonaban en el pequeño anecdotario lugareño cuando las primeras investigaciones informales fueron encargadas.

Las cifras de ‘kamikazes caninos’ (muertos) oscilan entre 80 y 100 ejemplares en los últimos 50 años, con periodos críticos de más de cinco canes al trimestre y cientos de saltos con final feliz. Algunos de los perros trepaban hasta lo alto de los petos antes de saltar al vacío, borrachos de misterio, y ante el asombro de sus dueños. Pero ¿Por qué saltaban?

Varias teorías han alimentado el misterio para engordar la leyenda del suicidio. Fuerzas sobrenaturales y extraños magnetismos o campos de energía que emanaban desde las grandes piedras importadas confundían el hipersensible mecanismo orientativo de los perros, forzándoles a resolver el calvario extrasensorial. En 1994, Kevin Moy, un lugareño perturbado influido por las historias de falsos encantamientos, lanzó su bebé desde el puente para purgar su supuesta posesión demoníaca. Increíble.

La mitología Celta resolvió también el misterio, a su manera, acudiendo a la etimología del topónimo. La comarca ‘Overtoun‘ significa en gales ‘Espacio fino’, el lugar donde el cielo y la tierra están terriblemente cerca. Supuestamente esto debería inquietar mas a los bajitos bichos de cuatro patas que a los erguidos ‘magufos’.

Pero no fue hasta que el empirismo científico y estadístico se apropió del lugar para desnudar los misterios y construir una teoría razonable y desmentida por los que todavía quieren fomentar el turismo del encantamiento. La sociedad escocesa para la prevención de la crueldad animal, envió a varios veterinarios y científicos que investigaran el tema. Llegaron a la conclusión que el aislamiento visual que producía los altos muros pétreos del puente debería fomentar y poner en alerta los otros sentidos mejor desarrollados del perro: oído y olfato. Tras estudiar y descartar el origen de sonidos de alta frecuencia de los postes de luz cercanos, centraron sus estudios en el olfato de los animales.

El Dr. Sands, encargado de la investigación, constató que no todas las razas de perros sufrían la llamada del suicidio. Eran los ‘cazadores’ de hocico grande: Labradores, Collies, y Golden Retrievers los que saltaban. Había que buscar un olor desconcertante ¿alguna planta? ¿agua putrefacta? No. tenía que ser un animal.

Hilando fino y amparado por los hechos acaecidos, constató que los supuestos suicidios comenzaron durante los mismos años en los que se produjo la invasión de visón americano en la zona. El visón tiene en el ano unas glándulas que segregan una sustancia extremadamente olorosa que vuelve loco a los perros y que sirve para marcar su territorio. La zona del puente, hábitat de los visones, es un cauce muy cerrado y carente de corrientes lo que hace que la sustancia se conserve mejor y atraigan sobremanera y de repente a los canes que cruzan.

Para constatar la teoría el Dr. David Sands ha realizado un experimento que podéis ver en el siguiente vídeo: varios canes de hocico grande exponen su olfato a animales de la zona: visones, ratones y ardillas. Los resultados y sus reacciones son sorprendentes:


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